No es lo que soy, es lo que crees que soy
por Jose SalgadoRecuerdo que cuando era pequeño mis padres me regalaron un libro, una de esas cosas con páginas y letras dentro, llamado Un cuento para cada día del año, y cada cuento venía con una especie de moraleja de la cual se suponía que tenías que aprender un valor o un principio ético. Uno de los cuentos hablaba de dos amigos, uno de los cuales era el inteligente y trabajador y el otro se aprovechaba de él. El amigo aprovechado fue subiendo en el escalafón social hasta ser primer ministro gracias a los consejos y sabiduría del amigo, hasta que un día el amigo muere por causas que nos se acaban de explicar -en el fondo era un cuento para niños- y el trepa, como moraleja, simplemente dimite de todos su cargos sin decir la verdad, ni confesar, ni siquiera un recuerdo a la persona que uso para llegar hasta su posición.
Esta moraleja me indignó tanto que creo que estuve de morros con la humanidad desde entonces. La idea de que uno podía robar y abusar de la bondad y sabiduría de otro, pero que si llegaba el caso que ya no podía seguir aprovechándose como una sanguijuela lo único que tenía que hacer era dimitir y aquí paz y después gloria.
La injusticia que leí de pequeño es algo que he visto de cerca, tanto a nivel personal como a nivel de empresa, personas que proyectan una imagen de lo que no son realmente y que a través de ella y de los contactos, amigos y becarios, consigue una imagen que no se corresponde con la realidad.
Reconozco que esto es más una pataleta que otra cosa, porque cada cual tiene las habilidades que tiene. Yo tengo un grave problema con las entrevistas de trabajo, no se venderme, no soy capaz de ver que tengo de extraordinario o mejor que otro candidato cualquiera, a pesar de que si miras mi CV ves que tengo un track record importante de éxitos. A pesar de esto, creo que lo que hago no es magia ni hay que ser especial, simplemente con tener dos dedos de frente y confiar en tu equipo los resultados salen. Estos perfiles, son capaces de convencerte de que su forma de freír un huevo supera al propio Ferran Adriá y lo dicen sin sonrojarse.
Quizás lo que afirman decir que son es algo real, pero cuando las nieves del tiempo platean tu sien, ya sabes más por viejo que por diablo y, siguiendo con las frases hechas, arrieros somos y en el camino nos encontraremos. A muchos de estos los conocemos todos y sabemos de que pie cojean y que lo que aparentan saber no es más ni menos que lo mismo que cualquier otra persona mínimamente informada sabe. Pero a pesar de esta realidad, unos trabajan y otros proyectan una idea, y los que se quedan con la parte del león.
Pero así somos los humanos, hoy he leído que lo que todos pensamos que funciona para crecer en el entorno laboral, la meritocracia, no funciona incluso en profesiones más técnicas. Sólo el 15% de los ascensos se basan en esta premisa y el resto es cuestión de networking y politiqueo.
Esto es definitivamente una estocada a mi filosofía, porque a partir de aquí, o me voy a plantar patatas al campo o acepto que las normas del juego son las de pretender y aparentar, que lo fundamental no es lo que sabes hacer sino lo que te consigo hacer creer que se hacer.
Definitivamente no es una buena noticia, pero los datos son los datos. Quizás algún día podamos cambiar las reglas, pero lo que no podemos hacer es quedarnos con cara de tontos, toca invertir en venderse, venderse y volverse a vender, esto que se hace llamar Marca Personal. Luego ya veremos que datos reales hay para sustentar nuestras afirmaciones, pero de entrada, hemos de cruzar el umbral de los que saben y hacen, para pasar al sector dónde están los que la gente cree que saben y hacen.
También te podría interesar
Como es adentro es afuera
Reconozco que tengo un grave problema de autoestima, y lo peor de todo es que este problema se agudiza en los momentos más importantes, específicamente cuando tengo que venderme.
Se nos ha estropeado el datáfono
Me resulta curioso, por no decir sospechoso, ese momento incómodo cuando vas a pagar y te miran como si fueras nuevo mientras dejan caer la frase “lo siento, no nos funciona el datáfono, sino tienes dinero aquí al lado hay un cajero automático”.
No es porque sea desconfiado de naturaleza, pero me resulta sospechoso que las profesiones liberales, o para que discriminar, todo aquel que tan esta intención siempre encuentra alguna excusa para realizar los cobros sin dejar rastro, es decir, en efectivo.