Los bebés no comen solomillo
por Jose SalgadoNo voy a negarlo, un buen solomillo con unas patatas fritas es algo por los que muchos adultos nos ahogaríamos en nuestros propios jugos, pero cuando se trata de alimentar a un recién nacido no es la mejor alternativa para cenar. Hemos de dejar nuestras propias preferencias y sumergirnos en un mundo lleno de leche con cereales varios, algunos sin lactosa, otros con aditivos para evitar cólicos, en resumen, una gama tan rica en opciones como desagradable a nuestro paladar.
Con las empresas ocurre lo mismo cuando buscamos capitalizarnos a base de rondas de inversión. Quizás el que más nos apetezca no es el que más nos conviene, y tenemos que distinguir entre lo que queremos y lo que necesitamos.
Cuando estás empezando y el modelo de negocio que habías diseñado lo contrastas con la realidad, es importante contar con personas que no solo comprendan la idea sobre la cual se creó todo, sino que además te de la libertad de acción que se necesita en los inicios. Tienes que tener el suficiente control para modificar los parámetros que sean necesarios y ajustar el modelo a la realidad, poder ejecutar de forma rápida decisiones y no gastar tiempo en reuniones con los socios para demostrar que con el feedback que se tiene, la empresa no sobrevirá o en el mejor de los casos, no explotará todo su rendimiento.
En esos momentos, lo mejor que puede pasar es que tengas capital propio suficiente para mantener a la empresa y no necesitar financiación. La razón es obvia, tienes todo el control y no necesitas ir de puerta en puerta en búsqueda de liquidez financiera. Otro motivo, quizás menos romántico pero muy real, es que las valoraciones que se puedan hacer sobre tu empresa serán bastante más bajas al principio. Obviamente estás buscando fondos para un idea que no ha sido probada lo suficiente, con lo que el dinero será bastante miedoso a la hora de embarcarse en según que aventura, y por ese riesgo pedirá unas participaciones más altas.
Es recomendable buscar los fondos en los entornos más cercanos, los clásicos family, fools and friends. Podrás monetizar la empresa contando que la parte que cedas confiará en ti y no interferirá en tu proyecto. Es importante recalcar que has de saber como incorporas a todas estas personas, no es lo mismo contar con cincuenta personas que participan que sólo una. A veces, es mejor estructurar un modelo para que todas las personas sean representadas por solo una para que las reuniones no se conviertan en un gallinero.
Una vez tienes estos fondos, has de expandir y hacer tu negocio lo más posible, pero nunca recurras a una segunda ronda de financiación cuando se te haya acabado la liquidez. Has de empezar a negociar de nuevo con un margen suficiente de tiempo, porque si realmente necesitas capital y lo necesitas ya, van a apretarte las clavijas de forma tal que puedas perder el control de la empresa.
En estos niveles, las negociaciones ya no son un juego entre amigos y los inversores van a intentar tener el mayor control del negocio. Porque para ellos no es una cuestión de proyectos o ideas, es puramente un negocio. Invierten porque quieren tener una rentabilidad, no les importa la filosofía sino su retorno de inversión. Tanto es así, que si pueden tener el control de la empresa todos sus esfuerzos serán para maximizar los márgenes y olvidarse de hacer crecer la idea o de planes que tengas en la manga para mejorar el producto, todo está orientado a monetizar.
Con lo que ten cuidado a quién metes en tu accionariado, no todos son útiles. Algunos se comprometerán, te dejarán trabajar y te ayudarán abriendo puertas, y otros tantos solo estarán para salir en la foto y ahogarte con peticiones de recorte de costes. Se inteligente y escoge con sabiduría, aunque esto signifique tener que retrasar algunos planes, porque el futuro de tu empresa se empezará a decidir en el momento que abras la puerta a terceros, y una vez ya lo has hecho, poco podrás hacer para cambiar el estado de las cosas.
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