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Gestión a grito

Gestión a gritos

por Jose Salgado
Dirección | Gestión de Empresas | 

Aunque no seamos conscientes todos tenemos mecanismos para optimizar el procesamiento de la realidad, son estructuras simples, no siempre ciertas, pero que nos ahorran un tiempo importante a la hora de clasificar los inputs que nos van llegando. Estos procesos, además de ser personales, algunos de ellos se comparten a nivel social y permiten que un grupo de personas puedan estar de acuerdo de una forma eficiente y no tener eternos debates sobre la naturaleza de los ángeles.

El problema nos llega cuando los principios que se basa, y nos basamos, no funcionan correctamente y nos llevan al error, asumiendo como ciertas las conclusiones que extraemos en el proceso de cribado. Ejemplos de estos sesgos los vemos cuando juzgamos que una persona trabaja más porque tiene la mesa llena de papeles, o que se es más responsable porque trabaja más horas que un reloj, y así podría ir nombrado ideas que tenemos arraigadas como ciertas pero que no necesariamente no son ciertas.

Pero lo que más me interesa en este momento es el concepto que he leído en Management Canalla sobre la gestión por gritos[1]. No digo que tenga razón en alguno momento dado, que haga falta dar un golpe en la mesa y reconducir la situación a base de imperativos, pero a veces nos encontramos con perfiles que usan este truco psicológico como medio base para dominar una reunión.

Puntualidad

El tiempo es algo que nos iguala a todos, todos tenemos las mismas horas y los mismos segundos, y hay que respetar las convocatorias de reuniones y no llegar media hora tarde. Esta idea de quién llega tarde es porque está muy ocupado indica que o bien no sabe organizarse o bien no somos lo suficientemente importantes, y hay que tener respeto por todos independientemente del rango.

El orden del día

Las reuniones no solo han de tener hora de inicio y de finalización, sino que además un orden del día que se ha de discutir. Hay personas que aprovechan estos momentos para saltarse el orden del día y hablar de otro tema. El problema es que si se aceptan estos cambios, nadie se ha preparado el nuevo tema, retrasa el motivo de la reunión, añade más puntos, y al final el tiempo se acaba consumiendo sin haber resuelto nada y añadiendo más carga de trabajo que tampoco se ha solventado.

Hay que centrarse en los objetivos y no divagar con otros aspectos, que a pesar de que puedan ser importantes, no estaban previstos y nadie viene preparado para contraargumentar o opinar con criterio.

Monopolizar el tiempo

Tomar la palabra para hablar significa que tienes algo que aportar, usar ese momento para dar rienda suelta a tu imaginación y consumir tiempo y más tiempo haciendo hipérboles, metáforas y reflexiones tautológicas no tiene demasiada utilidad. Hay que hablar cuando tienes algo de valor que aportar, si vas a comentar que tu perro fluffy sabe darte la patita mejor quédate callado.

Interrumpir

Esto es muy latino y yo soy consciente que tengo este problema a veces, creo que se lo que me van a decir o que no me van a gustar lo que van a decir e interrumpo. Es de mala educación, no creo que tenga que explicarlo mucho más. Deja hablar a los demás, si no te gusta o tienes una idea brillante que te acaba de llegar, te esperas y cuando acaben de hablar usa tu turno de palabra y lo comentas.

Gritar más alto

Tenemos la creencia de que la persona que grita más alto y habla con más vehemencia suele tener razón. No existe ninguna teoría que sustente la afirmación, con lo que intentemos tener todos el mismo todo de voz porque realmente los decibelios no son un parámetro válido para tomar decisiones.

Peculiaridades culturales

No todas las culturas funcionan igual, y pretender que una reunión sea participativa puede ser una perdida de tiempo si has convocado a gente de cultura asiática, e incluso, depende también de cada personalidad. Has de ser inteligente y saber gestionar la conversación para extraer el máximo de cada uno de los convocados para que se puedan expresar sin violar sus propias reglas culturales. Esto a veces implica que tendrás que tener reuniones a solas con alguno de ellos antes o después de la reunión para tener una visión completa de lo que piensan todos.

Con lo que no solo hemos de ser conscientes de que tenemos estos sesgos, sino que hemos de trabajar para no caer en ellos y que no nos hagan caer.

[1] Díaz Cruz, RafaelGestión por gritos”. Management Canalla. 2016-03-10

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