La tecnología es una molestia necesaria
por Jose SalgadoAunque parezca mentira, soy de los que reconozco que la tecnología es una molestia Esos cacharros que a veces no funcionan, esos programas que se quedan muertos cuando ya has acabado pero no te acordaste de guardar el documento, esa conexión a internet que falla cuando has de enviar un email o que te fuercen a trabajar de una forma determinada porque la empresa se ha gastado una pequeña fortuna en un programa que no soluciona nada pero le da unos gráficos de rendimiento muy bonitos al jefe y consiguen que tu tengas que trabajar el doble. Si, la tecnología es una molestia de equiparable a las siete plagas bíblicas.
Pero tanto como si peinas canas o posees un cepillo sin púas sabrás que hay cambios que son irreversibles y la mejor actitud que podemos adoptar con resignación monástica es la de intentar aprovechar para facilitarnos la vida.
En todo esta pequeña revolución o involución que nos ha tocado sufrir hay cientos de opciones que podemos utilizar para mejorar nuestros procesos empresariales e incrementar la productividad. Tenemos CRMs, ERPs, Gestores Documentales, BPMs, BI y alguna sigla más que se me escapa. Es cierto que también nos han obsequiados con otros tantos programas, aplicaciones que lo único que hacen es llenar espacio en nuestro móvil y despojarnos de cualquier tipo de calma espiritual al oír ese binnng molesto a la par que innecesario.
De los colectivos que me ha tocado vivir de cerca hay dos que me fascinan por su resistencia numantina a la aplicación inteligente y racional de estos avances: educación y abogados. Su insistencia en mantener los mismos esquemas pero añadiendo programas por enmedio pensando que eso es un avance me tienen más que intrigado.
Sea el contexto en el que estés siempre has de partir de una premisa que es la voluntad de las personas de tener los procesos sencillos, fáciles y que beneficien por igual a toda la estructura de la empresa no es siempre cierta. En los mecanismos de implementación que rozaban el absurdo -documentos que se han de validar por tres personas de tres departamentos distintos porque no se fiaban los uno de otros- o situaciones que se aprueban estructuras sin preguntar a los implicados, con lo que el software más que ser una ayuda era una molestia -solicitudes que en ver de ser firmadas digitalmente se imprimían, se firmaban con el bolígrafo, se daban a la secretaria, que lo escaneaba y lo tenía que volver a meter en el sistema- ¿Realmente quién se puede estar beneficiando de este sistema?
Otra de las paranoias más importantes al ahora de implementar el software es la de tener el control, todos los empleados han de estar fichados al minuto y saber que hacen en cada segundo y cada momento del día, con quién hablan, si van al lavabo, si salen a fumar o comer o que narices hacen. No se si lo os ha tocado sufrir, pero un día sentaros e intentar rellenar cuarenta horas con trabajo y especificando exactamente que estabais haciendo y para quién, es una absoluta locura.
Este tipo de control tiene sentido en una línea de operaciones industrial, que mides el tiempo por pieza. En el sector donde la materia prima más importante es la inteligencia es de locos intentar cronometrar que hacemos. Yo más de una vez he estado sentado dos horas delante del ordenador intentando descifrar un problema y no había manera hasta que me fui a dar un paseo, me despeje la cabeza y al día siguiente conseguí solucionarlo todo en media hora.
El afán de tener cierta sensación de control también arrastra a la obsesión presencial de los trabajadores. No utilizamos las posibilidades de la tecnología para poder tener una vida más allá de la oficina. Reuniones y más reuniones que se podrían solucionar con un email, una llamada o una videoconferencia -hay soluciones fáciles para estos menesteres- pero existe esta manía de calentar la silla bajo la excusa de que si llama un cliente. Para mi la respuesta es fácil, ya que es casi condición obligatoria llevar móvil, démosle el número al cliente y que te llame directamente. El cliente quiere respuestas y soluciones, no que estés encerrado en un despacho.
El software que existe hoy nos permite facilitarnos la vida, darnos más flexibilidad y ser más productivos. El problema que veo es que quién encarga estos desarrollos suele ser dirección siempre van con el sesgo de controlarlo todo, con lo que al final la solución no contenta a nadie: el directivo ve que pierde horas de trabajo de su equipo y su equipo está hasta las narices de rellenar partes de horas. Abramos la mano y aprendamos que hay mejores formas de tener controlado a tu equipo sin instalarles un GPS en el cogote, saber si rinden, si son buenos profesionales o simplemente son uno de esos fantasmas que recorren la oficina sin oficio ni beneficio hasta que den las ocho de la tarde para poderse ir a casa.
Tecnología, si por supuesto, pero desarrollémosla pensando en las personas, en todas las personas de la organización.
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