El mercado laboral
por Jose SalgadoHace unos días leí un post de Enrique Dans sobre la nueva naturaleza del trabajo. Rara es la vez que estoy de acuerdo con este profesor de IE, pero en esta ocasión creo que ha planteado una interesante reflexión y que tiene consecuencias que todavía no estamos apreciando porque en vez de mirar la luna, nos dedicamos a observar el dedo.
Toda la corriente de economía colaborativa, que bajo mi parecer es puro neoliberalismo con una pátina de hipster, no deja de ser una vuelta de tuerca a lo que se ha conocido como entorno laboral, dónde existía una seguridad, una especie de contrato social que protegía al trabajador del poder que ostenta la empresa -sobretodo en tiempos de precariedad- Con los sistemas de Uber y derivados, la empresa ya no tiene trabajadores y por lo tanto no tiene que preocuparse de pagar una nómina, un seguro, proporcionar un entorno adecuado, sino que simplemente subcontrata a personal externos, pero fija sus precios, normas y como no existe relación contractual, puede despedir y contratar cuando quiera. A cambio, el trabajador, no tiene ingresos asegurados, no tiene cobertura social ni sanitaria, ha de pagar su propio seguro médico, el material, los costes, y los seguros que necesita para realizar su trabajo.
En un mundo medianamente sano, al menos económicamente hablando, estas situaciones serían impensables pero dado que la crisis ha golpeado con fuerza dónde más duele -clase media y baja- ahora todos aceptamos tener nuestro puesto -mejor o peor pagado- y realizar pequeños trabajos adicionales aunque las condiciones sean practivamente de esclavitud. Las personas que están si ningún tipo de ingreso, todavía están más dispuestos a participar con el muy convincente, pero nada cierto, que nadie le puede negar el derecho a ganarse la vida.
Como es lógico, cada uno es muy libre de hacer lo que quiera y ni el estado ni nadie puede entrometerse en esta relación. Lo único que puede y debe hacer el estado es obligar a que se cumpla la legislación, y que todos los presuntos freelance paguen sus impuestos, que tengan los permisos para el transporte de pasajeros, para ofrecer servicios de pernoctación e incluso el de manipulador de alimentos y tener los permisos necesarios.
Soy consciente que en el preciso momento que a una persona se le fuerza a cumplir la ley, estas empresas dejan de tener atractivo. Estás obligado a cotizar un fijo mensual -factures o no- con todos los gastos que lleva el mantenimiento, y encima nadie te garantiza un nivel mínimo de ingresos. Pero estas son las normas del juego y son las que debemos respetar a día de hoy.
Estoy de acuerdo que la legislación para autónomos es bastante deprimente, habría que cambiarla y que pudiera contener mayor flexibilidad y que una persona que factura por encima de los cien mil euros y otro que hace pequeños trabajos por importes no mayores de cinco mil, puedan sentirse cómodas, y lo más importante, que le sea rentable cumplir con su obligación legal.
En ese momento y cuando la crisis haya pasado a mejor vida -y nos quedan más de dos o tres años- estas empresa tendrán que replantearse su modelo, porque la oferta de personas dispuestas a trabajar prácticamente por nada y con condiciones leoninas bajará ostensiblemente, y o bien se mueven a un mercado low cost, o mejoran las condiciones para sus afiliados o trabajadores.
Pero una cosa está clara, el futuro va a pasar por tener cada vez un mayor número de freelances, lo que si podemos discutir es en que forma existirá esta población y que poder de negociación tendrá delante de las grandes industrias o, para ser realistas, intermediarios que básicamente se dedican a las relaciones públicas y al marketing pero que no aportan valor operativo al negocio.
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