Vended, vended malditos
por Jose SalgadoNo lo voy a negar, no me gustan los comerciales. Supongo que viene de mis orígenes de cuando empecé a trabajar que me tocó aprender de esto de ganarse el pan con el sudor de tu frente en el equipo que se dedicaba mantener los productos que los comerciales tenían a bien vender. No voy a exagerar, la mayoría de las veces eran soluciones paquetizadas y que estaban ya definidas y bien dimensionadas para poder ofrecerlas sin volvernos locos.
Era incomprensible para mi esas contadas ocasiones que venía el comercial con los ojos como platos pidiendo un preventa porqué había conseguido una reunión un cliente con posibles y que seguramente añadiría un bien pellizco en sus comisiones. Como al resto de mortales no recibíamos nada a cambio de ofrecer un montar el servicio tal y como pedía el susodicho, la cara no era de tanta alegría sino de resignación cuando nos tocara quejarnos porque sería un proyecto que deficitario de principio a fin. En todo caso, te ponías el traje y el día D estabas en casa del cliente con el comercial y te dedicabas a mirar como funcionaba ese proceso de venta que siempre me ha parecido extraño, mágico y misterioso: en algunos consiste en coger un problema que quizás tenga el cliente y asustarle con las posibilidades de que algo fallara. En otras colocar un producto a base de avaricia y de las ventajas que se consiguen con nuestra solución, ventajas que eran económicas para -normalmente el dueño- o reducción de tiempos y costes que simbolizaban un bonus -si era el responsable- La verdad es que para mi todo era un acto de seducción entre la mujer atractiva y el chico que podía oscilar entre varios roles, atractivo y que no hacía falta que hablara, el simpático, el empático, en fin, que quién quiera saber más de ventas que se lea un libro de Mónica Mendoza que ella si que sabe de estos temas.
El caso es que siempre me han dado pudor estas relaciones de vender, no se si es por mi cultura cristiana, si es porque soy tímido o simplemente porque soy medio idiota en temas de relaciones sociales, pero al pasar al lado de emprender, me he dado cuenta que la vergüenza no paga las facturas y que el dicho de que si nadie sabe en que eres bueno, es que no serás nunca bueno. Con lo que me ha tocado empezar a perder unos quilitos en el sector de la modestia y a la mínima que puedo y aplicando las complicadas normas de modestia y templanza, he comenzado a hacer valer lo que creo que sabemos hacer en mi empresa.
Reconozco que me cuesta, pero mucho, pero se que si yo no hablo por mi mismo nadie más lo va a hace. Además, he de aceptar que ciertamente tenemos mucho conocimiento en algunas áreas que son importantes -al menos para mí- en la gestión de empresas y su relación con la tecnología.
Una de las razones que me ha ayudado a dar este salto, más allá de tener que pagar nóminas, es el estudio de mercado para compararte con la competencia. Y la verdad es que hay muchos profesionales y muy buenos, y a muchos de ellos les ocurre lo mismo que a mi, que el proceso de marketing/ventas les cuesta porque están ocupados en mantenerse formados e informados en sus respectivas áreas…. pero hay otros que dan un susto al miedo viendo lo que hacen, aunque me imagino que si estás más tiempo diciendo en que eres bueno sin formarte ni practicar lo que dices, al final se produce una disociación entre idea y obra.
Lamentablemente, al final el que se suele llevar el gato al agua es el que se ha promocionado, no los que han dedicado a mejorar como profesionales, y ese equilibrio no siempre es fácil, pero sin duda, siempre se ha de tener en mente la máxima de vender, vender malditos porque quizás esa sea la última oportunidad de dejar claro que tu eres uno de los mejores en tu sector.
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