¿Es el enemigo?
por Jose SalgadoQue grande era Gila, un precursor de lo que sería ahora el Club de la Comedia. El solito, en el escenario contando sus historias y haciendo reír al público. Uno de los trucos recurrentes de Gila era el de la llamada telefónica al enemigo, dónde a través de situaciones absurdas y esperpénticas nos transportaba fuera de nuestra zona de confort y nos dejaba caer sobre un campo minado de cápsulas de humor diseñadas casi milimétricamente.
Como soy dado a hacerme homenajes, sobretodo de jamón de Jabugo, ayer quise realizar uno en honor al bueno de Miguel Gila[1]. La conexión a internet no funcionaba y como desde que acepté instalarme la televisión por cable la cobertura WIFI era realmente penosa en el despacho, así que me armé de valor y llamé al número de averías. Si los datos no engañan, me pasé una hora al teléfono de las cuales unos cuarenta y cinco minutos fueron con una máquina que, en un alarde de generosidad, me dejaba marcar uno o cero en función de si estaba de acuerdo o no con lo que me decía. Al final, ya cuando tenia la oreja ardiendo apareció una persona humana en el teléfono, la verdad es que era bastante borde pero solo por el hecho de escuchar a alguien no tuviera ese tono metalizado, frío e impersonal, yo se lo perdonaba todo, incluso que no me dejara explicar.
Suponéis bien, después de estos sesenta minutos de mi tiempo que nadie me va a reembolsar estaba cerca de estar irritado hasta las muelas. Una hora pelándome en modo binario y no había resuelto nada, pero como dicen los gurús del coaching, no te quejes que podía ser peor y la verdad es que ciertamente no es que la realidad vista un traje más oscuro, sino que nos quieren convencer que luce un modelito blanco nuclear.
Que uno de marketing te quiera vender las virtudes de los sistemas sociales como Facebook y demás como herramientas para comunicarte con tus clientes tiene su pase, es nuestro trabajo y algo hemos de vender porque sino nos moriríamos de hambre. Lo que me irrita es que el propio Facebook y similares también nos quieran colocar esta mercancía sin honrar los principios que la deberían de sustentar. Si yo implemento la presencia de una empresa es para que además de estar presente sea de utilidad y mis clientes y potenciales clientes me puedan contactar de una manera sencilla y amigable, es decir, o enviar un correo electrónico o descolgar el teléfono y hablar con un ser humano, si esos que no se han de instalar y que cuestan casi treinta años para que sean completamente funcionales y operativos -se que hacerlos es divertido pero el mantenimiento es monstruoso-
Con todo lo que nos quieren vender, quién es el guapo que ha encontrado un correo electrónico en Twitter, Linkedin, Facebook o similar para poder hablar con una persona de un problema o una necesidad que puedas tener. Yo me he roto los cuernos y solo veo menús que llevan a más menus que llevan a otro menú y que acaban con la pregunta que me pone como una moto ¿Le ha sido útil la respuesta?. Desgraciado, claro que no me ha sido útil, llevo media hora navegando y no me dejáis hablar con nadie, no me dais un correo y no puedo hacer nada más que mover el ratón arriba y abajo rezando que en el siguiente click tendré la respuesta. Tanta tecnología, tanto eslogan sobre las personas y la comunicación y al final no hay ni personas, ni comunicación y lo único que se extiende ante nuestros ojos es un páramo de opciones con más opciones recursivas que te empujan a tomar la solución final de dejarlo todo y ponerte a cultivar tubérculos.
No voy a mentir, me cabrea cuando un número telefónico me marea durante media hora, pero al menos se que si tengo paciencia y acierto la combinación de ceros y unos conseguiré hablar con una persona que me podrá resolver el problema, o como mínimo, estará entrenada en calmarme y dejar que me desahogue. Lo hace cualquier compañía mínimamente decente pero las que son la gloria, la flor y nata de la modernidad no tienen a nadie, no hay manera de acercarse a ellos a no ser que marques un Pretty Woman y les digas que vas a gastar una cantidad indecente de dinero en sus sistema de anuncios. Ah, peseteros, entonces si que me escucháis con las dos orejas y los cuatro bolsillos.
Ya lo decían los mayores de mi pueblo, obras son amores y no buenas razones. Queréis vender el concepto de social, humano, relación, me parece perfecto pero al menos tener la dignidad de poner a un homínido, preferente de la raza humana para que los simples mortales que trabajamos para vosotros, porque recordar que sin los usuarios no sois nada, tengamos una persona que nos ayude, nos resuelva las dudas, y si, quizás nos quejamos en más ocasiones de las debidas y no siempre tenemos razón, pero que narices, ya que vendéis mis datos lo mínimo que podrías hacer es invitarme a una cocacola y dejar que os explique mis penas.
Pd. Le invito una Coca-Cola a quién me de el teléfono o el mail de soporte de Twitter, Facebook o Linkedin, en serio. Ojo, que con mail me refiero que le pueda enviar un mail, que me conteste y que yo le pueda responder no acepto correos genéricos como help o tonterías así.
[1] Miguel Gila. Wikipedia
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