De McJobs a UberJobs
por Jose SalgadoHay conceptos que en su momento causaron furor, y cuando digo furor digo indignación. Eran las épocas de que ser mileurista era ser sinónimo de pobretón y de explotación salarial y ahora no hace falta buscar demasiado para darse cuenta que a más de uno le gustaría ser uno de los que cobran mil euros al mes. Poco a poco parece ser que nos hemos cargado la clase media[1], y cuando digo hemos es porque todos hemos colaborado de forma activa o pasiva en el proceso.
En pocos años hemos pasado de tener McJobs[2], dónde el salario es bajo sin horarios compatibles con la vida personal y con nulas posibilidades de ascenso al flamante nuevo concepto de Uberjobs[3], dónde es lo mismo que antes pero con la pequeña salvedad de que ya ni te contrata una empresa y la cobertura que se tenía se pierde al convertirte tu mismo en un mini-empresario.
Quizás podáis argumentar que estoy haciendo demagogia pero como ya dijo Burro en la película de Scacaek, tengo un dragón y no tengo miedo de usarlo. Podemos argumentar que sin este tipo de trabajos tendríamos más personas sin empleo, pero del mismo modo, al reducir el nivel mínimo estamos favoreciendo el crecimiento de este tipo de trabajos. Cuando en una relación entre dos existe una posición de fuerza de una de las partes, es normal asumir que este la va a utilizar pasándose por el forro de los caprichos todas las teorías de management, recursos humanos de de win-win, y esto es lo que nos ha estado ocurriendo con el trabajo,
Tal y comenta Evgeny Morozov[4] en la entrevista que ha realizado a El Confidencial[5], dónde pone en contrate algunas de las contradicciones de la nueva economía, o economía colaborativa, que no deja de ser un nuevo neo-liberalismo de tintes casi feudales. En el más puro estilo de Farenheit 451[6] preferimos vivir en una sociedad dónde se idolatra la tecnología sin importar sus consecuencias a nivel humano y social, y todo aquel que critique las posibles consecuencias es sometido a marginación y escarnio público.
Una de las reflexiones que encuentro más interesantes que es que todo este invento de la sharing economía no tendría ningún éxito sino fuera por que existe la necesidad de un grupo numeroso de personas de conseguir unos ingresos extra. Si todos ellos tuvieran trabajos bien pagados sin necesidad de ingresos extras, ¿cuantos pensáis que se dedicarían a ello por los cuatro céntimos que pueden llegar a ganar?, ¿cuantos aceptarían las condiciones de correr con todos los costes para trabajar sin ningún tipo de cobertura y que el intermediario se llevara la parte del león?, yo creo que muy pocos.
No niego, que la explotación de recursos que no usamos y gestionarlo de forma más abierta para reducir nuestro impacto en la naturaleza y la sociedad no es intrínsicamente negativo, lo que es negativo son las bases socio-económicas que han dado pie a que surjan monstruos como Uber, que tienen más presupuesto que algunos países de la UE, y todo esto sin que el break-even se pueda vislumbrar en un horizonte medianamente razonable. Traduciendo al cristiano, estas empresas explotan la necesidad de personas a pesar de que ellas mismas pierden dinero a cada segundo que pasa y sólo se sostienen gracias a los de inversión -los mismos que ayudaron al crack del 2008- con la esperanza de borrar de la faz de la tierra cualquier estructura que proteja a la clase media.
No voy a negar que están en camino de conseguirlo, cada vez quedan menos personas de clase media y todas miran con recelo el futuro que se les acerca, porque no es que no sea esperanzador es que es exclusivo. Según las estadísticas -que no voy a buscar porque ya es tarde y tengo que hacerme la cena- la brecha entre los salarios entre trabajadores de una empresa se ha disparado exponencialmente. ¿Realmente es normal que haya más de un dos mil por ciento de diferencia entre el rango más bajo y el más algo de una empresa?, ¿realmente es normal que el sueldo de uno siga bajando y el de otro siga subiendo?.
Lo se, vuelvo a hacer demagogia, uno está ligado a productividad -o eso nos dicen- y el otro a la evolución de la empresa en el mercado bursátil, algo que no deja de ser curioso porque por esta misma razón las decisiones de todo el consejo directivo no está orientada a mejorar la sociedad o sus empleados, sino los accionistas y esto se consigue pensando en periodos de tiempo de uno mes, o con suerte dos meses. El resultado es el de tierra quemada, exprimir al máximo las posibilidades y salir con el bonus más alto posible y que el que venga apechugue con el resultado.
Pero quizás es que hoy me he levantado con el pie derecho o que tengo una contractura en el cuello que me me está martirizando, el caso es que toda la potencia que tenemos en nuestras manos debería servir para hacer el mundo un poco mejor, no para hacer mejor el mundo de unos pocos.
Soy un capitalista convencido, pero como buen capitalista creo que maximizar el beneficio de este trimestre a cambio de poner en riesgo el resto del año no es una buena inversión, pero parece ser que es lo que todos buscamos, lo nuevo, lo rápido, la satisfacción inmediata y mañana será otro día. Por este motivo me molesta pero por pura ética no puedo culpar a los CEOs del mundo cuando nosotros mismos practicamos los mismos principios, así que como me decía mi abuela -que paso una postguerra- antes de exigir hay que demostrar, y primero tendría que empezar conmigo mismo a no buscar la satisfacción inmediata y trabajar en la visión global de mi proyecto personal, que no es otra cosa que mi vida.
Película[7]
[1] Quílez, Raquel. “Entre los escombros de la clase media”. El Mundo. 2016-03-28
[2] Edelberg, Guillermo. “La polémica en torno a los llamados McJobs”. El Financiero. 2008-01-06
[3] Fernández, Tino. “'Uberización' del empleo: del nómada digital al supertemporal”. Expansión 2015-02-11
[4] Home Page de Evgeny Morozov
[5] Hernández, Estéban. “El capitalismo hoy es una distopía: bancos y tecnológicas se alían para explotarnos”. El Confindencial. 2016-05-26
[6] Entrada en Wikipedia del libro Farenheit 451
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