Enviado por Jose el
 Compartir no es lo mismo que crear
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Una de las ideas que más se han comentado últimamente es que estamos en una nueva revolución conceptual y que se hemos alcanzado un nivel de socialización de nuestras vidas donde todo se comparte, ya sea en Facebook, Twitter o dónde sea. Y qué os voy a decir, la idea de compartir no me parece mal por si misma, pero habría que detenerse un poco ante toda esta vorágine de nueva era que nos embarga y pensar un poco.

Cada vez me sucede más que la información me llega repetida por múltiples canales y cada vez me es más complicado encontrar la fuente original. Esto es fantástico si eres un mero lector de titulares o por el contrario, eres un algoritmo de clasificación, gracias a esto sabrás cuales son los trending topics del día, pero llegar a la fuente original de la información se convierte en difícil. El ejemplo clásico son los estudios que se van publicado o publicitando (que cada vez tengo menos clara la diferencia), por ejemplo, Un estudio afirma que 9 de cada díez usuarios hacen el 90% del total. Lees sobre este tema en tres periódicos, en unos 15 blogs y unas 500 personas lo publican en redes sociales. Independiemente que periódico, blog o tweet mires, al final no ves el enlace al estudio original, no hay manera de acceder al estudio de una forma directa. Lo más deprimente del tema, es que casi nadie aporta información nueva a los datos, todas las fuentes son básicamente un corta y pega de otra web o de la nota de prensa. No hay ni un análisis de la información, ni pensamiento critico, ni nada en absoluto. Has de buscar quién ha hecho el estudio, buscar en internet, meterte en su web y con suerte quizás lo tengan disponible para descargártelo. En resumen, hay un estudio que no puedes ver, pero del que todos hablan, pero que tu ni puedes verificar si es cierto o no, así que saltamos al mundo de la fe, si te fías de los periódicos, o del blog o del usuario que lo ha publicado. Y creerme, saltar de un mundo de hechos y datos a un mundo de fe, es un salto realmente peligroso donde la veracidad de un dato viene dada por la confianza, pero mayormente viene dada por la cantidad de veces que ha sido compartido, y me apostaría algo que estas son dos variables que usan los buscadores para indexar. Lo cual puede dar como resultado que una tontería como la copa de un pino como puede ser que Comer queso hace que duermas mejor, si detrás tiene una buena agencia de medios y buenos contactos con los creadores de opinión, alcance unas cotas de certeza dignas de las de Dios es uno y trino.

En todo caso, nos guste o no, esta es una de las fuerzas del compartir, romper la lógica de los datos para hacer espacio a un estudio que quizás no sea relevante, quizás no sea válido por metodología, pero como no puedes comprobarlo, se convierte en una verdad de facto. El socializar el conocimiento tiene estas cosas, pero es un camino que puede usar, y se está usando.

El principal problema que tengo con el compartir no es tanto que se use a nivel de marketing o PR para apalancar percepciones sobre la realidad sino sobre la cantidad de ruido que genera, creando unos intermediarios que bloquean al que crea. Hay una norma no escrita que afirma que sólo el 2% de la gente crea, el 20% participa y el 80% simplemente mira, actualmente, el mérito y la fama tiende a irse a 20% que comparte, de hecho, se va hacia algunos elegidos que comparten más o menos mezclando pero sin reinterpretar ni aportar valor, dejando al creador como los guionistas de una serie de televisión, lejos, encerrados en el sótano sin que se reconozca el esfuerzo que esto conlleva.

Por eso, cuando alguien es creador, le gusta que se comparta su esfuerzo (si es que el quiere que se comparta), pero le molesta sobremanera que el reconocimiento del mismo no recaiga en el, sino en intermediarios, sean estos personas o webs o redes sociales, robándole el feedback de los usuarios, el tráfico y el mérito.

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