Enviado por Jose el
Aceptar que tenemos prejuicios es el primer paso
RRHH | Gestión de Empresas | 

Soy un defensor entusiasta de la meritocrácia, de que el trabajo, el valor aportado y los conocimientos son el único parámetro a tener en cuenta a la hora de seleccionar personas o para cualquier otro objetivo. Pero tanto como yo, como el resto de la humanidad, tenemos ciertos sesgos cognitivos de los cuales no somos conscientes y aplicamos de forma constante y persistente en todo nuestro proceso argumental.

En muchas ocasiones no somos capaz de ver nuestra falta de rigor y como nuestra cosmovisión afecta a los datos en crudo y hace falta caer muchas veces en error, y sobretodo, darnos cuenta de mismo y tener la suficiente humildad como para reconocerlo a fin de empezar a corregirlo.

Hace pocos días saltó en las noticias el artículo que afirmaba que las mujeres son mejores programadores que los hombres 1si a la hora de juzgar el código no se sabía el sexo de quién lo había escrito, porque si los evaluadores tenían este dato, los mejores eran siempre los hombres. Todos con las manos en la cabeza, como era posible esto si las carreras técnicas era patrimonio exclusivo de los hombres, pero las pruebas eran contundentes, ellas programan mejor que nosotros. Ahora toca investigar si tiene algo que ver que su facilidad semántica es más alta y en el fondo, programar es hablar un idioma para comunicarse con una máquina.

Pero no nos tiremos de los pelos, porque esta realidad en la que sesgamos las capacidades de otro sexo han estado presentes en la historia de la humanidad. El caso de Abbie Connat2 es un ejemplo claro de lo que quiero reflejar, una trombonista de un nivel extraordinario que no conseguía pasar las pruebas porque cuando la veían tocar la descalificaban hasta que un día la prueba se hizo a ciegas y la escogieron como primer trombonista de la orquesta.

También podemos ver este efecto en múltiples facetas. En un libro de Tim Hardford -ahora no recuerdo el título- se demostraba que el nombre afectaba notablemente a la hora de tener una entrevista de trabajo. Se hicieron pruebas ciegas con el mismo currículum y con nombres muy de barrio negro y nombres más wasp3 y para evitar que les pillaran con la trampa se enviaba el CV sin foto. El resultado ponía en muy mal lugar a los de RRH, los que tenían nombres blancos tenían más posibilidades de tener una entrevista.

En otro orden de cosas, un periódico se dedico a correlacionar los nombres de las listas de los partidos4 con los apellidos más populares de la región. La conclusión era curiosa, y era que los partidos que más probabilidades de ganar era el que menos en común tenia con la población. De acuerdo que es un estudio con mucha carga política así que vamos a buscar otro ejemplo en este ámbito. Otro periódico busco las relaciones familiares entre las esferas de poder5, y curiosamente muchos de los resortes y puestos de influencia pasan de padres a hijos. Como mínimo es curioso y estadísticamente poco probable, pero no hace más que confirmarme el dicho de las cuatrocientas familias catalanas6 que han manejado los hilos del poder.

Todas estas anécdotas o datos que os acabo de escribir es algo que también nos pasa a nosotros. Pensamos que un licenciado en IESE es por definición mejor que uno de la pública, que si alguien juega en el Barcelona o el Madrid ha de ser mejor que uno que juega en el Betis, y todo esto lo decimos sin tener una base cierta. Quizás podamos defendernos usando la estadística o el historia, que de IESE han salido muy buenos profesionales, pero eso no justifica que todo sean mejores, sino que es probable que lo sea y por lo tanto este sesgo de entrada no aporta mucha información y elimina a candidatos potencialmente interesantes.

Resumiendo, hemos de ser más conscientes de estos pequeños sesgos que nosotros creemos que no tienen importancia porque en el fondo están afectando a la vida de una persona, y quizás, si muchos cometemos el mismo error, a un colectivo.

  1. Liñán, Abad. Las mujeres son mejores programadoras que los hombres, según un estudio. El País. 2016–02–16.  ↩

  2. Ranwaengler El “caso Abbie Conant”. Foro Clásico. 2012–01–19  ↩

  3. White AngloSaxon and Protestant  ↩

  4. 600 apellidos catalanes. El Mundo. 2015–11–24  ↩

  5. Prieto, Carlos. Todos los apellidos compuestos del nepotismo español. El confidencial. 2015–11–27  ↩

  6. Gil, Janot. El clan de los 400: retrato de la corrupción en Catalunya. ABC. 2013–01–03  ↩

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