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¿Son los abogados knowmad?
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Hace unos días, Inkietos preguntó en Twitter si entre los knowmads hay también abogados. Sobre esta pregunta se creo un mini-debate entre Fernando Mier, Emili Villalba y yo mismo. Como creo que es un tema realmente interesante he creído útil explayarme un poco más explicando mi visión al respecto.

Si buscamos la definición base de lo que significa el vocablo knowmad, sería la unión de la palabra conocimiento y nómada. En castellano deberíamos denominarlo conocimada, conómada,  o algo por el estilo, pero salta a la vista que suena bastante mal y hemos adoptado como gatito de Sherk la versión inglesa. En cualquier caso la definición es: Persona que ejerce en lo que se llama trabajo del conocimiento y que además, no tiene problemas en cambiar de lugar de trabajo -empresa, ciudad, país- cada cierto tiempo.

Sobre esta base se añade también aspectos más modernos, se conoce que si no añadimos la palabra innovación la idea no vende, así que también implica no sólo la capacidad de utilizar toda la tecnología disponible sino la curiosidad para investigar las nuevas tendencias en este aspecto.

Con lo que en resumen, un knowmad sería:

  1. Un trabajador del conocimiento
  2. Que sea capaz de cambiar de empresa y lugar de trabajo sin problemas cada cierto tiempo y/o en base a proyectos puntuales.
  3. No sólo ha de dominar la tecnología, sino interesarse por las últimas novedades.

Con estos tres puntos puedo darle la razón a Fernando, los abogados -y hablo de una generalización- no son un prototipo de Knowmads, pero del mismo modo que no los son ahora no implica que sean los candidatos perfectos para serlo en cuando levanten la vista del escritorio.

Un abogado, como cualquier trabajador del conocimiento, se basa en lo que ha aprendido, lo que sabe y lo que le queda por aprender. En el sector legal sector siempre hay alguna novedad que entra en vigor, leyes que se derogan y cambios legislativos que se han de tener en cuenta. Siempre he dicho que ellos son los primeros trabajadores el conocimiento que existen porque son los que diseñaron el sistema operativo que rige la sociedad en la que vivimos, que no es otra cosa que la ley.

Aceptando que la parte del conocimiento la tienen asegurada, o como mínimo aquellos que quieran llamarse abogados y n picapleitos, les faltan simplemente dos puntos: movilidad y curiosidad tecnológica. 

La propia estructura de la práctica legal hace que la movilidad sea complicada, los despachos son concéntricos y muy piramidales y el concepto de freelance es algo que acaba de empezar a entrar en estos entornos. Por este motivo, el abogado no cambia de proyecto como lo puede hacer un desarrollador o un consultor, está más centrado en el ámbito de su buffet -sea suyo o no- y del ámbito local que abarca. No existe la costumbre de ir a buscar al más preparado, sino al que está más cerca. Si tu empresa está en Teruel, no buscarás al mejor abogado que está en Santiago, sino al que se conoce y vive en la misma ciudad. Esto, obviamente, dificulta la movilidad.

De modo fascinante, el tema de la tecnología es algo en lo que si queda mucho por recorrer. Desconozco la razón por la que la abogacía tiene esta tiricia por la tecnología. Un producto que le permite ejercer de forma más eficiente y cómoda sigue siendo visto como un freno. También les reconozco que no toda la tecnología está a la altura de las necesidades y a veces representa más un problema que una ventaja. No obstante, las facilidades tecnológicas que están llegando poco a poco permiten que los clientes estén en Sevilla, el en Chile y la empresa en Italia. Es un cambio de mentalidad que esta abriéndose paso poco a poco pero sin pausas en el sector legal.

Resumiendo, poco a poco cada vez más abogados -y lo más importante- bufetes de abogados están sumándose al concepto de knowmads, gig economy, new law, project law management, etc… que implican cambios tan profundos que solo serían sostenibles si la base no fuera sólida: que los abogados son trabajadores del conocimiento, sería imposible que se estuvieran produciendo.

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