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Objetivos y metas: the right stuff
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Hace unos días, estaba hablando con una amiga sobre como se definen las capas sociales, y en base a que criterio unos llegan a CEO y otros intentan llegar a fin de mes. Al final llegamos a la conclusión que dejando de lado las estructuras sociales que hacen que sea complicado saltar de clase social, hay algo diferente que marca quién es capaz de llegar y quién no: the right stuff.

A pesar de que existe talento en muchos entornos de este país, hay una diferencia sustancial y es la cantidad de esfuerzo continuado que la gente está dispuesta a aplicar. Es obvio que si vienes de una familia de economía saneada es más sencillo lanzarte a nuevos proyectos, tendrás la financiación y los contactos. El problema no está tanto en este nivel social, sino la aportación que pueden realizar las clases medias y bajas, que son más del noventa por ciento de la sociedad.

De entrada, hay que tener claro que no todos pueden. Hay ciertas habilidades que has de tener que sin ellas no vas a ir demasiado lejos en el mundo empresarial, y esto es inteligencia. Puede ser emocional, clásica o cualquiera de las variantes que han empezado a surgir últimamente. Sino posees inteligencia es mejor que desistas del intento, no vas a llegar y te vas a dejar la vida en el proceso.

Por otro lado, tenemos a los que si tienen ese talento, esa diferenciación. Los ves y sabes que tienen capacidad para llegar tan lejos como quieran llegar, pero les falta el otro extra, que es la motivación necesaria para enfocar sus esfuerzos en el objetivo. Se dispersan, se aburren y se dedican a estudiar otras áreas y rara vez son capaces de entender como se tiene que convencer a alguien que dos más dos son cuatro. Es algo que les supera y para lo que no quieren dedicar ni cinco minutos de su vida.

Con lo que al final nos quedamos con un grupo bastante reducido que si tienen capacidad, y a su vez un poco de talento. Estas personas quizás no sean las mejores, pero si son las que están dispuesta a sacrificar muchas facetas de su vida por llegar a la cima. Su vida gira al rededor de un tema, lo estudian, acuden a conferencias, llaman a cientos de puertas, y aunque se las cierren vuelven a llamar. Y así cada día durante muchos años hasta que al final una de ellas se abren para uno de ellos y gracias al tiempo invertido, son seleccionados para cruzarla y disfrutar de su éxito.

Esta claro que todos queremos tener éxito, una nómina que no implique mirar si te han pasado el recibo del gas para no quedarte en negativo, tener voz y voto en una empresa que pueda impactar en la vida de las personas, etc… pero no todos tenemos lo que hay que tener para llegar. Esa fuerza motivadora que te hace seguir intentándolo a pesar de llevar cuatro fracasos seguidos y que el quinto tiene pinta de ir por el mismo camino.

Me acuerdo de los años que pase involucrado con el deporte infantil. Durante años veías cientos de niños que no tenían la calidad mínima para llegar a primera, y unos pocos que te dejaban con la boca abierta. Era increíble ver a esos enanos jugar, las cosas que hacían, pero muchos de esos niños no tenían la fuerza de voluntad para llegar. El resultado es que después de todos estos años y de miles y miles de niños, sólo conozco dos casos que hayan llegado a primera y siendo jugadores de banquillo, nada de estrellas. Y ya ni os cuento de los que se habían quedado en el camino por una lesión inoportuna.

Es cierto lo que dicen que la carrera al éxito está abierto a todos, pero no todos tenemos que dedicar el mismo esfuerzo, todos estamos afectados por los impredecibles de la vida, y que no todos tenemos la dureza mental de ayuntar esta carrera el tiempo necesario como para ver la meta. 

No tengo claro si esta situación es un problema que tengamos que solucionar, lo que si veo claro que habría que eliminar barreras que no fueran propias del propio sistema, y equilibrar lo más posible la competición para facilitar el surgimiento de nuevas figuras relevantes para las sociedad.

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