Mi empresa por un logo
por Jose SalgadoMás o menos es lo que decía Ricardo III, mi reino por un caballo, pero como aquí ya estamos en el siglo XXI he pensado que sería buena idea actualizar la frase. Ahora, cuando la imagen dicen que es casi más importante que lo que haces, es lo que tiene cuando ciertas teorías se pervierten y se llevan al extremo como es el caso del tema del branding.
Buscamos una imagen, ya sea formada por texto, texto más icono o simplemente un icono que nos identifique y nos diferencie del resto de la competencia. El proceso de crear esta imagen, más allá de cargarla de significado una vez ya ha salido de la mesa de diseño, es de lo más curioso. Unos afirman que es mejor tener un nombre que identifique rápidamente a que se dedica tu empresa: coches baratos, lujo asequible, etc, y otros insisten que este tipo de nombres ya no son tan eficaces como antes y apuestan por lo que ellos llaman nombres evocadores.
La cuestión es que si con la primera opción ya cuesta encontrar dominios libres, con la segunda el drama está más que servido. Imagínate que apuestas como algo tan evocador como cielo, fuerza o sentimiento, ahora vas e intentas comprar el dominio. Si, son un pelín caros así que el truco más usado es coger unas cuantas vocales y modificar el nombre y te salen cosas como cieloa, fuerzeo o sentimienta.
Te doy la razón, realmente suenan mal y no es que me evoquen mucho, pero aquí es cuando entra en juego la realidad. Miras empresas como Apple, Google o incluso Linkedin, nombres que ahora quizás no suenen como de lo más moderno y más impactante, pero en el fondo no son nada más que una manzana, un numero muy grande o enlazado hacia adentro. No es que sean las palabras más bonitas del mundo, y sin duda no le veo yo mucha relación con la actividad que realizan las empresas -si, si me tomo dos copazos de whisky te encuentro la relación y te hago una teoría ontológica sobre el todo y la nada-
El caso, y para mi humilde opinión, realmente me importa el resultado final, no tanto el camino Es como una obra de arte, me gusta o no me gusta, pero no me interesa la teoría que existe detrás, esto se lo dejo a los expertos. Sería absurdo que para que me gustara Composición Ocho de Kandisny tenga que saberme al dedillo lo que significa la abstracción lírica. Me gusta o no me gusta y no tengo tiempo para muchas más disquisiciones, y esto es lo que el logo de tu empresa ha de conseguir, que tenga algo que te guste, ya sea el nombre, el icono o la suma de ambos.
A partir de aquí si que entramos en un trabajo más pesado y en la mayoría de las veces más analítico que espiritual, que consiste en cargar el logo con los dos significados que quieres darle. Es un trabajo largo, que tiene un precio, y que sobretodo, ha de estar en sintonía con lo que apuesta tu empresa. Sería un poco absurdo intentar sobrecargar tu logo con el mensaje de paz si eres el Ku Klux Klan, no digo que no sea imposible, pero si tiene un precio un poco elevado. Como detalle, la cruz gamada de los nazis, ahora mismo no nos evoca muchos sentimientos de paz, pero originalmente era un icono que viene del sánscrito y sino me equivoco significaba suerte. No vamos a negar que se consiguió cambiar la percepción del mismo, pero estaremos todos de acuerdo que el coste para conseguir pasar de suerte a el mal personificado costó bastante dinero y ya ni entramos en los millones de vidas humanas.
De todas maneras, no nos hemos de volver locos al respecto, es casi más importante la coherencia en el proceso que va desde tu imagen a tu cliente que lanzar billetes para ver si sale algo. Lo que si es básico es que estés cómodo y seas coherente, con esto ya tienes las bases de algo que puede crecer de una forma sostenida en el tiempo sin poner en peligro la estructura ontológica que da forma a la cultura de tu empresa.
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