Internet y la empresa
por Jose SalgadoHace algún tiempo corría la frase que afirmaba: sino estás en internet no existes. Era, y es algo descabellado, pero no deja de tener su parte de razón. A día de hoy tener presencia en Internet es no desaprovechar ciertas ventajas que te proporciona el medio por si mismo. El problema de la afirmación es encontrar el ajuste entre la necesidad de estar en internet y no tirar el dinero.
Si quitamos de esta afirmación a las empresas que son puramente virtuales y dependen exclusivamente de internet para sobrevivir, nos quedarían las empresas de toda la vida que pueden usar internet para mejorar varias facetas: operaciones, marketing, ventas, relación con proveedores y clientes, etc... Pero no nos engañemos, Internet no es el Bálsamo de Fierabrás que por arte de magia hace que nuestro cuadro de mando mejore y podamos presentar un power point con mejores gráficos en la junta de accionistas.
Antes de lanzarse como locos al grito de Hazme una web, hay que sentarse y pensar un poquito. Pero pensar de verdad, no hacer esas reuniones donde se juntan los de siempre y acaban hablando del último chascarrillo del departamento de turno. De entrada, la dirección ha de estar implicada en el asunto, sino ocurre como en el noventa por ciento de los intentos de implementar novedades tecnológicas, que se convierte en un marrón para el departamento de TI y cualquier otro que tenga la mala suerte de pasar por ahí. Y el resultado lo conocemos todos, una inversión importante, una gran cantidad de recursos gastados que finaliza con un resultado que no agrada a nadie y en consecuencia, la sensación de que esto de Internet es un timo. No nos engañemos, internet solo es un timo si te dejas timar.
Lo primero que hay que hacer, y es fundamental, es tener alguna o todas las respuestas a estas preguntas:
- Quién eres
- Dónde está tu competencia
- Dónde está tu cliente
- A dónde quieres llegar
- Que áreas estoy dispuesto a mejorar
- Que inversión estoy dispuesto a realizar.
Y no vale hacer trampas. Hay que ser lo más honesto posible con uno mismo. No se puede empezar a trabajar con respuestas estilo: somos los mejores, nuestro cliente es nuestro amigo, no tenemos áreas a mejorar, invertiremos lo que haga falta y demás onanismos mentales que a veces se oyen en alguna que otra reunión. Hay que ser crítico y exigente, el mismo nivel que exigimos a un proveedor nos lo hemos de exigir a nosotros mismos.
Para conseguir las mejores respuestas, lo ideal es (como ya he comentado) que dirección se implique y que por inercia o por dedocracia, el resto del equipo aporte y de soporte a las conclusiones que se extraigan. Si después de varias reuniones, borradores, y pulir ciertas diferencias de criterio se llega a un documento final, ya hay medio camino hecho. Ahora falta saber como se implementa esto.
Una vez se tiene el documento internet.doc, es el momento de buscar quién realizará el trabajo, inhouse o outsourcing (vamos, que el marrón se lo come alguien de dentro o subcontratamos a alguien para que se lo coma). Esta decisión no es baladí, siempre y cuando estemos hablando de una empresa con recursos suficientes, sino está claro que no hay más tu tía que externalizar. Si se hace inhouse puede que tengamos el problema de que los árboles no nos dejan ver el bosque, pero como mínimo conoceremos a todos los árboles. Si se hace fuera, se corre el riesgo que acabemos con un excelente crítico en gastronomía pero que no tiene ni la más remota idea de como se hace un huevo frito. En fin, es una decisión complicada, ¿pero acaso hay alguna que no lo sea?.Como este texto lo he escrito a unas horas en las que todavía no han colocado las calles en la ciudad, vamos a hacer un pequeño repaso.
- Saber que quieres antes de lanzarte a Internet
- Que el proyecto no esté apoyado por dirección, sino que también liderado.
- Decidir donde se hace.
Cada uno de estos puntos, es digno de un análisis más profundo, el cual intentaré presentar en breve si los dioses de la fortuna me sonríen y dispongo del tiempo para hacerlo.
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