¿Tenemos licencia para mentir?
por Jose SalgadoDurante mucho tiempo he sido del grupo que les caía mal la gente de marketing, me parecían unos mentirosos compulsivos, una banda de desalmados que no tenía ni ética ni valores y para suerte mía y de mi comprensión general de lo que es una empresa, esta visión cambio gracias al MBA que hice ya hace unos tiempos. Quizás fuera el profesor, quizás fuera que el marketing es un área realmente interesante y con un poder extraordinario, pero la verdad es que acabé comprendiendo que significaba realmente esta disciplina y cuál era su utilidad.
Obviamente con un gran poder viene una gran responsabilidad, algo que parece que no está al alcance de todas las éticas y dejamos que un pensamiento laxo se nos apodere de nosotros con el manido discurso de sino lo hago yo lo hará otro. Creo, y más que creer es una utopía persona, dónde las personas tenga el coraje para plantarse ante peticiones que no es que naveguen por una zona gris, sino que directamente apuesta por pasearse por el lado salvaje de la vida.
Está claro que soy un iluso porque no hay día que no veamos alguna noticia relacionada con promesas incumplidas, campañas de marketing que mienten a sabiendas, y todo esto parece ser que cuenta con el beneplácito no solo de los accionistas, sino que también el mundo legal ha entrado en una fase de a mi no me liéis que estoy muy ocupado mirando para otro lado.
Un ejemplo de lo persistente que es la realidad para eliminar todo atisbo de esperanza lo encontramos con Movistar. Esta empresa prometía una tarifa para siempre en su campaña publicidad, y resulta que este para siempre era nada más que un anzuelo publicitario y a la primera de cambio no dudo ni un solo instante, y que yo sepa ninguno de los accionistas ni directivos sufrieron de ningún cólico ético, y subieron las tarifas. La mayoría de gente optó por la estrategia más sabia, que no la más justa, callaron y aceptaron el sablazo pero unos pocos galos se rebelaron contra estas prácticas y la justicia les dio la razón[1]. Este era uno de esos momentos en los que uno ha de aprovechar para recuperar la fe en el sistema y suavizar el cinismo que tantos años llevaba practicando. Claro que la felicidad dura poco en la casa del pobre y hoy mismo me he desayunado con la noticia de que los mayoría de los juzgados le están dando la razón a Movistar[2].
El argumento que parece que se esgrime es que la publicidad no es un contrato y por lo tanto no es necesariamente vinculante, por otra parte no aprecia mala práctica al prometer una tarifa plana para siempre porque el mercado tiene imprevistos. Vamos a ver, la primera afirmación tiene su guasa porque según esto yo podría realizar una campaña directamente basada en una falacia, mentir como si no hubiera mañana y no tendría que preocuparme de nada ya que no estoy firmando un contrato con nadie. La segunda es que directamente me toman por idiota, ¿realmente se cree este juez que no había nadie en una empresa como Movistar que no es capaz de entender que los mercados, evoluciona, fluctúan y cambian?, ¿en serio?, ¿nadie?, seamos serios caballeros, si me va a llamar idiota por favor hágalo con respeto y dígame Don Idiota.
Otro punto que me parece fascinante es la disparidad de criterios entre unos juzgados y otros, ¿si la ley se supone que es la misma porque en unos lados se sentencia a favor y otra en contra?. De acuerdo que el mundo legal son unas normas que interpretan -que esto realmente tiene delito si te paras a pensarlo- y en función de que juez te toque te puedes ir a vivir a la prisión o salir tan campante y declarado inocente. Imaginaros que la justicia fuera como un ordenador, depende de que ordenador te toca el programa funciona o no basándose en unas interpretaciones que hace de forma personal de lo que se supone que es el código que ha de ejecutar.
Ahondando un poco más en mi indignación este tipo de lógica difusa, de pereza procedural, de vagancia en el ejercicio de funciones parece que solo afecta a ciertos colectivos. Como decía un amigo mío, si nos pusiéramos a recoger datos y hacer un análisis estadístico resultaría curioso darse cuenta que las personas con más dinero son las más simpáticas, las más generosas y las más de todo -acorde con las declaraciones de sus parejas que tienen la mitad de edad que sus novios o novias- Quedaría sistemáticamente claro que un jubilado con la pensión mínima es un borde de cuidado, mala persona, sucio, holgazán y que nadie en sus sano juicio lo tendría com pareja.
Esta reflexión también aplica a las grandes empresas, curiosamente se pueden pasar la ley por el forro de los caprichos por la sencilla razón de nadie les va a contestar ni les va a llevar la contraria. Que si tenemos unas normas sobre garantías, a las grandes empresas se la trae al pairo, que hay una norma para pagar un plazo de tiempo determinado, aquí se apuntan tanto las grandes como las administraciones y pagan cuando les apetece -que es o nunca o jamás. Mientras tanto, el equivalente al jubilado se las ve y se las desea para cumplir toda la normativa que se genera cada día y pobre de él que se salte alguna norma porque caen sobre su yugular como vampiros sedientos de sangre todo el cuerpo de funcionarios -que curiosamente también paga él- para extraerle hasta la última gota de sangre, no sea que se salve del asalto y se plantee quejarse.
Esta es la razón por la que creo que todos deberíamos de tener un buen abogado cerca, sobretodo si eres una empresa. Hay tanta normativa que daría para empapelar al mundo y a tres planetas adicionales y uno no puede estar siempre mirando el BOE por si sale su nombre por alguna razón extraña -como que la temperatura de su cadena de frío es de -15 grados en vez de los -16 que marca en alguna autonomía. Un buen abogado, es más, un buen equipo de abogados puede tener la virtud de protegerte de esta sinrazón legislativa y evitar que siempre que cae el peso de la ley encima de alguien sea encima tuyo. Y no digo esto porque te ayude a hacer trampas, sino porque sabrá lidiar con esa horda de burocracia sedienta de nuevas víctimas y como un Van Helsing del mundo legal, armado con su corbata y sus conocimientos, regular de una vez por todas el terreno de juego para que por fin la justicia sea igual para todos.
[1] “Andalucía y Madrid multan a Telefónica por subir el precio de Movistar Fusión” El Mundo. 2016-12-27
[2] Veloso, Moncho. “La mayoría de los jueces avalan la subida de precios de Movistar Fusión” ABC. 2017-01-29.
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