La voluntad, la lógica y el egoísmo
por Jose SalgadoCuando se inicia cualquier proyecto, ya sea empresarial, personal o sentimental, se suele priorizar más la idea que la realidad, el concepto que tenemos en la cabeza que la lógica a la hora de construir las bases que den solidez a ese viaje que queremos emprender.
Es bastante normal que un grupo de amigos se animen a crear un proyecto y todos participen por igual y por lo tanto, todos sean socios por igual. Es la estrategia correcta para no entrar en debates, que en nuestra cultura no son muy bien vistos, sobre quién está poniendo o más horas o más dinero o más recursos. Nos ahorramos este debate para que el esfuerzo no se diluya en discusiones que se suelen enquistarse y acabar con el ánimo y las ganas de todos.
No se si tenéis la mala suerte de conocer estos casos, pero ocurre que el que más horas pone suele acabar un poco harto de ser el bacon del plato y otros sean las gallinas. Unos lo ponen todo y el resto se dedican a venir a las reuniones semanales sobre el estado del proyecto para decidir el futuro. Los que no están en el día a día, y sobretodo los que no aportan nada después de unas primeras semanas, son los que se suman al carro de dar opiniones y tomar las riendas de que dirección se debe tomar.
Esto se suele agravar cuando se empieza a facturar, unos quieren que todo sea por dividendos porque por eso son socios a partes iguales y otros que se les pague por sus horas, al precio que tiene el mercado, y luego veremos si hay dividendos o no. Muchas sociedades han muerto por esta razón, por no definir correctamente el pacto de socios, las tareas asignadas a cada uno, y el valor monetario que se le otorga a cada una de ellas.
La alternativa es ponerlo todo claro y por escrito, hacerlo formal y que no haya espacio al error, pero esto es lo menos emprendedor que conozco, lo menos romántico a la hora de intentar encontrar un amigo.
¿Os imagináis?, Hola, me llamo Antonio y te propongo un contrato de amistad con estas obligaciones por mi parte, estas otras para ti, con estas contrapartidas. ¿Firmas?, y que el otro en vez de emocionarse porque alguien quiere ser amigo suyo, le conteste que espere que llama a su abogado y que al final, acaben los cuatro en la sala de reuniones de un despacho negociando cada detalle del acuerdo estilo "Cláusula 214: Amigo A ha de llamar 2 veces a la semana y a cambio amigo B ha de escucharle dandole todo su apoyo". un despacho en un barrio bien de la ciudad, pagando una cantidad de dinero que se retrae de otras áreas que realmente necesitan ese capital.
Así que no resulta fácil determinar cual es el momento de parar para definir el pacto de socios o si es mejor ir haciendo a base de parches para que el negocio pueda echar raíces y crecer, y más adelante, plantearse que hacemos con ese socio que ni sufre ni padece pero que sólo surge cuando menos se le necesita para dar una opinión que nadie quiere oír y que este dispuesto a cargarse el proyecto si no le hacen caso.
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