Tu zona de confort
por Jose SalgadoSe ha puesto de moda durante estos últimos meses, o al menos según mi correo electrónico, el concepto de zona de confort. Según afirman estas buenas gentes, nuestra zona de confort es donde estamos cómodos y seguros, pero que para crecer, para realmente progresar como personas (o como tostadoras, que con esto del internet de las cosas uno ya no sabe quién o qué le está leyendo) hemos de abandonar nuestra ámbito conocido y adentrarnos en un mundo extraño y desconocido, tan escalofriante que da un susto al miedo. Como somos todos perros viejos, a este lugar horripilante y espeluznante en vez de llamarlo Paraíso de Freddy Krugger o El medievo, torturas de calidad garantizada, lo han llamado Dónde ocurren los milagros.
No voy a negar algunas premisas que son ciertas en esa teoría, de hecho, es lo que le da este toque new age y romántico con un barniz de credibilidad. Pero no podemos tampoco negar que salir de tu zona de confort produce cierto nerviosismo. Pero no siempre puedes estar refugiado en tu espacio vital, a veces la vida te da una pequeña patada en el culo, o simplemente ves que le falta algo de sustancia en tu quehacer cotidiano y levantas el pie derecho, cierras los ojos, y pisas al otro lado de esa línea que delimita tu mundo conocido.
Por tu cabeza pasa directamente la lista de todas las cosas que pueden salir mal, y a la vez, repasas la lista de las cosas que realmente sabes hacer bien. Al mismo tiempo, te vuelves a preguntar el porqué has dado este paso, y porque no te estabas quietecito, y en paralelo, un gusanillo de excitación y alegría te va subiendo y bajando por la médula espinal. El miedo y la ansiedad, tampoco se quedan sin un órgano para jugar y toman a la conquista tu estómago, dónde en vez de soltar mariposas, se dedica a azuzar a una banda de avispas descontentas con el gobierno.
Pero ya has dado el paso y volver atrás sería un error, un pequeño fracaso que acechará tu subconsciente, y todos sabemos lo enrevesado y maligno que este puede ser, así que solo hay un camino, adelante. Mentalmente dibujas tu meta, el recorrido que has de seguir, dándole el mayor número de detalles posibles para prepararte, y te pones a trabajar. Te sientas y comienzas a desarrollar tu sueño, a preparar las reuniones o acciones que has de ejecutar, poco a poco porque te sientes todavía inseguro, pero ves que a cada paso que das te sube un poco la confianza. Si, indudablemente existirá un punto donde te equivocarás, pero habrás cogido experiencia y seguridad y no será más que un obstáculo que tendrás de superar, nada que no hayas hecho antes en tu vida.
Y en eso estoy ahora mismo, dando pequeños pasos, avanzando poco a poco, perfilando lo que quiero hacer, fijándome en la meta que tengo en mente e intentando trasladar el camino que he de recorrer en hechos factibles, medibles y sobretodo medibles. No niego que hay bastantes fuerzas que actúan en contra, inseguridad, procrastinar, distracciones que te apartan de tu meta. Se necesita fuerza mental para seguir caminando, y sobretodo pasado la excitación inicial, esa parte del recorrido donde ya has partido de la meta y dónde todavía queda mucho recorrido para ver las primeras metas volantes que certifiquen que has tomado la decisión correcta.
Por eso, es importante tener bioretroalimentación (o feedback que se dice ahora), para poder ir midiendo tus avances, porque de lo contrario, el arrancar puede ser algo muy solitario y que lleve a más de uno a desistir. Gracias a dios, la tecnología nos pone a tiro de click a todos nuestros contactos y amigos para pedirles opinión, ayuda y sugerencia, y quizás con suerte y con poco de ayuda de mis amigos, tal como decía Joe Cocker (no, a versión de los Beatles es muy ñoña), conseguirlo.
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