Enviado por Jose el
No lo conseguimos porque era imposible
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Normalmente este tipo de artículos empiezan con las frases de motivación que se puede encontrar en cualquier libro de autoayuda o en muchas de las conferencias y seminarios que cada dos días se preparan a lo largo del mundo. “No renuncies a tus sueños”, “Quién persiste gana”, “Cree en ti” y una de mis favoritas que es “Tu puedes conseguir lo que te propongas”.

La verdad es que no siempre es cierto y nuestro refranero, más sabio que toda internet junta, ya lo dijo con su “el infierno está empedrado de buenas intenciones”. Hay ideas que pueden ser interesantes, que pueden ser beneficiosas para más personas que los accionistas, pero que finalmente sino hay una organización al final no es más que un fracaso retrasado en el tiempo.

Hace ya unos años uno de los jefes que tenía repetía una vez que el éxito no consiste en tener una buena idea, sino en tenerla en el momento adecuado y con el equipo adecuado para llevarla a cabo. Y esto es lo que ocurre cada vez más a menudo en el mundo de los negocios, emprendedores que hacen presentaciones maravillosas, pitch elevators dignos de un Óscar y con un magnetismo que no solo atrae inversores sino que también cuchillos, sartenes y cualquier objeto que contenga hierro.

Al final ocurre que es un buen vendedor, un gran comunicador pero que carece de toda capacidad de gestionar un equipo, de ordenar unas prioridades, de gestionar una carga de trabajo, en definitiva, en gestionar una empresa y a la realidad le suele importar bastante poco cuales son tus sueños y en cuanto va a mejorar la sociedad, sobretodo si es en tu imaginación y está basado en datos recogidos en ese famoso estudio de otra famosa universidad que nadie consigue obtener para ver como se hizo y ver los datos, no sea que esa universidad deje de ser prestigiosa.

Al final del día hay que vender a clientes, hay que facturarles, hay que realizar una tarea con los recursos que tenemos, y todo esto en un equilibrio que permita pagar a tus trabajadores y que no sea siempre un correr hacia adelante usando más inversores o recurriendo a préstamos.

Hay que saber vender tu producto y no caer en el miedo a “no vender” y aceptar cualquier requerimiento por los cuales acabamos trabajando el doble de lo presupuestado y perdiendo dinero cada vez que descolgamos para hablar para el cliente.

También hay que aceptar que el mundo actual es complejo y los contratos se han de definir correctamente y sin espacio para interpretaciones que nos lleva a aceptar desarrollar una intranet que funcione sin definir que es “funcionar” y que capacidades tendrá.

Todos hablan de lo bonito que es el triunfo, ponen como ejemplo a deportistas famosos, pero pocos dicen que siempre hay una capacidad de sacrificio, pero sobretodo, hay una persona o grupo de ellas controlando que se mantiene un rumbo coherente, que se trabaja en la dirección adecuada y que no se invierte más tiempo en hacer presentaciones que en resolver problemas por los cuales las empresas quieran pagar dinero.

Sino hay este control, esta capacidad de ver el bosque, de poder exigir a cada uno el trabajo correspondiente y de definir las áreas y responsabilidades y las metas, nos lo pasaremos genial de fiesta en fiesta -si eres de los que no tienes vida personal y tu vida es tu trabajo- pero al final de año no tendremos empresa.

Por eso, al final no se consiguen los proyectos no porque sean imposibles, sino porque no hay una gestión a la altura.

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