Marca Personal
por Jose SalgadoA pasos agigantados nos adentramos en una sociedad que Daniel H. Pink denominó Free Agent Nation. Cada vez más profesionales de gran nivel están siendo despedidos o se cansan de responder a una estructura jerárquica y muy estática y se lanzan en el proceloso mundo de emprender. Poseen el bagaje necesario para realizar su trabajo con una cualidad extraordinaria, pero existe un problema, nadie les conoce.
Quizas por este motivo, aunque no el único, otro concepto que esta emergiendo de forma considerable es lo que podríamos llamar Marca Personal o Identidad Profesional, una especie de sello que garantiza que somos tan buenos como decimos serlo. Nos posesionamos como profesionales, expertos e incluso tomamos conceptos más bélicos y llegamos a llamarnos ninjas en cualquiera que sea nuestra especialidad, y no es que tenga nada en contra de la cultura japonesa, pero creo que estamos dando un paso en la dirección equivocada.
La idea principal de la marca personal es asentar la percepción que tiene el mercado de nuestras capacidades en función de nuestros logros profesionales. Es sencillo, sino hay logros no hay marca. Es algo sencillo de entender y funcionaba más o menos bien. El problema ha venido cuando la marca personal se ha convertido en un objeto en si mismo, sin más referencia que la propia palabrería que tu mismo te asignas como experto en un tema en concreto.
Lo que ocurre entonces no es una competición por convertirse en el mejor profesional y por tanto, el que ostenta la mejor distinción, sino en aparecer en tantos medios, conferencias y seminarios como experto, independientemente de que no exista nada que avale esa posición.
Algunos personas posesionadas como expertas, no es que ignoren lo fundamental de su profesión. Han leído libros y probablemente puedan tener una conversación más o menos profunda sobe del tema. El problema fundamental es que no comprenden lo que dicen, no han pasado por el proceso de aprendizaje para encajar su conocimiento teórico en un mundo eminentemente práctico. Un ejemplo fácil de entender sería aquel que se sabe todas las recetas de memoria, pero es incapaz de funcionar en la cocina de un restaurante. Hay una abismo entre conocer los ingredientes de una Vichyssoise, que tener que hacer treinta platos bajo presión y cuando te faltan tres ingredientes. Un profesional con experiencia sabría salir de la situación, otro que sólo haya leído al respecto, acabará con el menú, los pinches y probablemente con su estómago.
Esta situación se agrava, en cuanto se consigue asomar la cabeza en los medios ajenos a la profesión. Podríamos decir que esto no debería de ocurrir, pero ocurre. No olvidemos que a parte de la marca personal, otro vector que es muy importante en este nuevo mundo de autónomos y emprendedores es el networking, y este se puede usar bien o se puede usar para salir del paso. Más de una vez han entrevistado o seleccionado a perfil no porque sea el adecuado, sino porque es el que un amigo, conocido, novio, novia o novie lo conocía de algo. Y una vez se ha conseguido meter un pie en los medios, y sobretodo si se tienen buenos contactos, es complicado quitarle sus quince minutos de fama.
Con este panorama, afrontamos dos problemas. El primero es el profesional que está dedicado a su trabajo y es excelente pero no tiene esa faceta de marketing para posicionarse, y todavía dispone de menos tiempo para cultivar su red de contactos y prefiere cultivar su relación de familia, que para eso le tutean y le llaman papa o mama. Este profesional tendrá grandes problemas para destacar más allá de su ámbito de influencia de sus clientes.
Por otro lado, nosotros, los potenciales clientes del profesional, tenemos graves problemas para discernir cual es el auténtico profesional del que sólo es fachada.
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