Enviado por Jose el
No me seas fantasma y se consecuente
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Reconozco que la tecnología puede facilitarnos la vida, equilibra la asimetría de la información, elimina procesos, en resumen, que consigue que nuestra vida no es que sea más fácil, pero si ciertamente puede aligerar nuestras cargas financieras. Y este es el argumento que más veces vengo escuchando respecto a empresas como Uber, Amazon, etc, da igual que es lo que hagan y como lo hagan porque al final, lo único relevante es que al usuario final le cueste más barato o tenga una mejor experiencia como cliente.

Esto no es nuevo y no se ha inventado en los últimos años. Todos conocemos, o deberíamos de conocer, las estrategias que han seguido empresas como IKEA, Nike, Adidas, GALP y otras tantas eliminando proveedores locales, subcontratando en países cuyas política de derechos sociales se podría contestar con un adverbio de negación. ¿Que esta mal que un niño se dedique a coser una pelota de fútbol por menos de un euro al día y que a nosotros nos cobren cuarenta?, quizás si, pero es que si la fabricamos siguiendo los niveles de la Unión Europea nos costaría tranquilamente cien euros, y como clientes que somos nos gusta que sea ostensiblemente más barata.

El problema es que con estas políticas, cualquiera que quiera hacerles daño lo tienen fácil: pon una imagen de un niño y simplemente pregunta ¿querrías que fuera tu hijo?. Y todos nos indignamos, nos lanzamos a quejarnos en las redes sociales -porque esto de levantar el culo es demasiado cansado- y la empresa tiene la típica crisis de imagen. La solución suele ser la de siempre, gastarse otros tantos millones fichando algún embajador famoso como la Belen Esteban a alguno con su misma capacidad intelectual, y aquí paz y después gloria. Es cierto que quedarán alguna que otra persona concienciada, pero en el fondo, la masa crítica de negocio está salvada.

Ahora bien, imaginémonos que el explotado no es un niño, que no vive en el tercer mundo y que da la casualidad de que su colectivo tiene mala imagen. No voy a entrar si esta percepción se la merecen todos los miembros o es simplemente otro de esos tópicos como que las rubias son tontas, el hecho es que tienen mala prensa. Ya no es tan fácil poner el grito en el cielo cuando les quitan el pan de las manos saltándose todas las leyes, traficando con el trabajo de autores, la premisa es igual que antes: a mi me cuesta más barato y yo soy lo más importante. 

Recientemente, un conocido se había lanzado a esto de ser emprendedor -mi padre, que ya tiene los huevos pelados de oír tonterías los sigue llamando autónomos. Al principio todo el mundo le decía que venga, que es fantástico porque el barrio necesitaba este tipo de negocio, que era hora de volver a poner comercios locales porque dan la vida al vecindario. Todos estaban encantados y le prometían el oro y el moro, porque no hay nada más triste que la calle más popular de la zona, la mitad de las tiendas estén cerradas.

A la hora de la verdad, todas esas personas que le decían que muy bien, que fantástico, no han ido a comprar. Han mirado su bolsillo y les salía más barato ir a comprarlo a unos grandes almacenes. Lo lamentable es que no era cierto del todo, porque si sumabas todos los costes -transporte, atención, etc..- le salía más rentable comprarlo en el barrio, pero ya sabemos que no siempre somos tan inteligentes como creemos.

El caso es que está pasando por momentos duros y cuando lo comentas con los vecinos la respuesta no puede ser más curiosa: quieren tiendas en el barrio pero no quieren pagar el euro extra -y no siempre es así- que les cuesta comprarlo. 

Seamos coherentes, o queremos vivir en un barrio residencial sin tiendas, sin vida, y dando el negocio a unas multinacionales, o apuestas por tu zona, por tus tiendas, por la gente que vive al lado tuyo y le das vida a un lugar en el que estás viviendo. Las dos cosas a la vez es complicado.

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