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Acceso a la información

Acceso a la información

por Jose Salgado
Dirección | Educación | 

Una de las máximas del mundo Hacker es que la información ha de ser libre. Es un tema recurrente y que siempre ha topado con el obstáculo de los derechos de autor. Si a información ha de ser libre, y libre como sinónimo de gratis, ¿de que viven los que crean la información?. Y no estoy hablando de música, blogs o noticias, sino de trabajos relacionados con el conocimiento desde un punto de vista más académico.

Es obvio apreciar la ventaja de que el conocimiento esté disponible para todo el mundo y sin coste: Leyes, legislación, investigación sobre el cáncer, física teórica, psicología. Ahora mismo, los mejores artículos se publican en las revistas especializadas, y para poder acceder a ello hay que pagar unas cuotas que convierten a este entorno en un negocio multimillonario. Y lo más triste, es que el autor no recibe nada a cambio más que el prestigio de publicar en Science o Nature o sea cual sea su contexto. Si rascamos un poco más, veremos que normalmente las investigaciones de estas personas están financiadas con fondos públicos: Universidades, Estados, Unión Europea, etc… con lo que si simplificamos el negocio quedaría tal que así. El estado paga a un autor para que publique en una revista, y el acceso al trabajo sufragado por todos crea un negocio que no devuelve ningún beneficio ni al autor, ni a los que han subvencionado el estudio.

Porque cuando hablamos de información y conocimiento, a mi lo que realmente me preocupa no son los libros, la música o las películas que en teoría la gente se baja de internet sin pagar. Me interesa sobremanera el conocimiento que puede comportar un cambio social, científico y de calidad de vida de la especie humana. Este es el trabajo que debería de ser accesible a todos sin restricción.

Imaginaros, que las normas que rigen una sociedad: la ley y sus sentencias, sólo fueran accesible previo pago -y no económico. ¿Cómo podríamos pedir a la sociedad que cumpla la ley?, de entrada no la conocen y no la pueden conocer porque el desembolso que tendrían que realizar supera con creces su capacidad económica.

En contra de estas editoriales que han edificado su imperio sobre el trabajo y el sudor de terceros -importante recordar que los científicos que revistan los trabajos que se envían tampoco cobran- se ha intentado casi de todo. El problema es que la medida que se sigue usando a día de hoy para valorar a un científico -sea de la especialidad que sea- es cuantos trabajos ha publicado y en qué revistas. De hecho, en este país nuestro, algunos profesores de universidad han optado por la técnica de incluirse siempre en los trabajos de sus becarios, alumnos o lo que tengan para elevar su prestigio aunque no hayan dado un palo al agua en su vida.

Este sin sentido habría que cambiarlo, buscar otro método para valorar la calidad de la ciencia para que el corpus teórico que se crea con nuestros impuestos, pueda volver a la sociedad en forma de libre acceso. Quizás no sea yo, pero puede que una persona cualquiera encuentre una solución a un problema revisando el trabajo ya realizado, dando con una solución que cambie algún paradigma establecido.

Mientras tanto, todo el tema de los derechos de autor centrado en los artistas, me parece un tema de niños. Asumo que para ellos ha de ser importante ya que es su fuente principal de ingresos, pero el impacto de el último disco del artista de turno es menos crítico para la sociedad -o al menos para una sociedad que quiera llamarse como tal- que el último estudio sobre la diabetes y como solucionarla.

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