Enviado por Jose el
Fracasar tiene un precio muy alto
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Cada vez me encuentro con más personas que teniendo una gran capacidad profesional y una experiencia contrastada, han sido despedidos por ajustes de plantilla, reestructuración o según dicen los más pijos, un dowsizing. El problema es que estas personas tienen una edad que ronda de los cuarenta años para arriba no consiguen reubicarse profesionalmente de nuevo. No es un problema de conocimientos, ni de aptitud, ni de actitud, hay una especie de filtro no escrito en la que las personas de cierta edad no debe ser contratada. No voy a elucubrar sobre los motivos porque es más que probable que las respuestas consigan indignarme más que otra cosa. Recuerdo un comentario que le hizo un responsable de RRHH a un amigo: Si tu eres de los mejores que conozco, yo te contrataría ahora mismo, su respuesta fue obvia: pues contrátame, y es mejor que os ahorre el listado de excusas que se empezaron a escuchar.

Estos profesionales, ven como el tiempo pasa, el paro se va agotando y que sus reservas financieras menguan. Se ven abocados a un destino no deseado pero que no paramos de publicitar todos: ser emprendedor.

Leemos y volvemos a leer lo maravilloso que es emprender, ser dueño de tu destino y todo este marketing. La verdad es que mucha gente no tiene ninguna necesidad de estas cosas, algunos porque tienen una vida personal suficientemente plena como para soportar el anodino entorno de muchas empresas, o quizás porque su educación a estado guiada por el principio de estudia y busca un trabajo, o mejor, hazte funcionario. 

Cuando se dan cuenta y ven la magnitud de la tragedia, que no van a encontrar trabajo y que tienen unas cargas familiares que atender: hijos, hipoteca, etc… empiezan a barruntar sobre la posibilidad de lanzarse, ya que el universo de opciones del que disponen es extraordinariamente reducido. Le dan vueltas a lo que saben hacer, a lo que son capaces de hacer y enumeran una innumerable lista de posibilidades. La mayoría de ellos tienen conocimiento de áreas muy determinadas, logística, marketing, etc… pero no todos saben como lanzarse, como conocer los costes, estudiar el mercado, pero a base de esfuerzo y de estudiar consiguen reducir su lista de opciones a dos o tres ideas que pueden ser interesantes.

Con estas ideas empiezan a trabajar, por lo básico, por lo que les costará empezar. Si es un local físico, los precios se disparan de forma exponencial, por no hablar de la cantidad de impuestos, leyes, tasas y demás formas de recaudación a los que le va a someter las diferentes administraciones.

Cuando tienen claro el total de costes fijos, empiezan con los variables. Compra de materiales, reposición, y ves sumando que seguro que me dejo algo. Al final de la hoja excel escriben la clásica Total, y hacen un sumario del importe. Si en este punto no se le han llevado todos los demonios y no que han quedado petrificados por el miedo, es cuando continuan con la siguiente hoja, las ventas.  El problema de las ventas es que no siempre estás seguro, pero intentas afinar lo más posible, y ya puestos afinar de modo tal que sin hacerte trampas al solitario, te quede un sueldo más o menos digo.

Con todo este paquete, más algún análisis estilo DAFO o similares, otro de marketing y algo que se parece a unas necesidades de caja y de financiación es cuando empieza el auténtico descenso a los infiernos.

Por muchos estudios que tengamos, lo normal es que tengamos una cultura financiera equivalente al país al que vivimos, con lo que nuestro primer pensamiento es acudir a un banco para ver que se puede hacer. Tu vas con tu idea, tu presentación, y para parecer más serio te pones corbata. En este punto pueden pasar dos cosas, que te digan que no directamente y es lo más usual, y la segunda es que te digan que si pero con varios matices. Primero no te darán todo el dinero que necesitas, el segundo es que tendrás que hipotecar tu casa, vender a tu pareja como gígolo o como señora de compañía (depende si es hombre o mujer) y si tienes hijos, tendrás que hacer un renting de sus riñones para algún ricachón cuyo nombre no puede ser desvelado. Eso sí, el interés será del diez por ciento, y no te quejes porque dado que ellos compran el dinero al 0,5 y te lo prestan al diez, sólo ganan ocho contando gastos y demás trapicheos.

Como esta respuesta no te acaba de interesar y sabes que hay más bancos lo intentas con otro distinto, con la interesante sorpresa que los resultados son casi idénticos. En unos bancos te piden el riñón de tu hijo y en otros practicar el medievo con el único músculo circular de tu cuerpo. Este es el fantástico mundo de la competencia bancaria, todos son nuestros amigos, sobretodo amigos de nuestros recursos para quedárselos.

Llegas a tu casa, te indignas sobremanera y haces lo que hacemos todo, abrir un navegador y empezar a mirar opciones. Que si créditos ICO, que si centros para emprendedores, que si crowdfunding, que si los business angels y así una larga lista. Como estás mentalizado y sabes que no tienes otra salida, te vas a mirar los centros para emprendedores, les llamas, les explicas tu idea y aunque parece que no han entendido nada en absoluto te dan hora para ver que se puede hacer.

El día acordado llegas allá, otra vez con corbata a pesar del calor, y te atiende una señora que no tiene ni idea de tu sector, pero que sabe muchas palabras en inglés. De todo su discurso solo entiendes que te evaluarán el proyecto unos expertos, no te ha dicho quienes, que te orientarán y si todo cuaja te dejarán una silla para que puedas trabajar desde sus instalaciones. Tu la miras con cara de no entender nada, porque la idea está clara, pero a pesar de que estás encantado que un experto en finanzas y ventas te mejore el proyecto, no ves claro como te van a ayudar si lo que realmente necesita el proyecto es financiación. De todos modos, eres una persona educada y le das la mano y aceptas pulpo como animal de compañía.

En paralelo, como lo que tu necesitas es una inversión, te vas a los business angels. Los días impares siempre hay un evento para este tipo de personas con canapés y alcohol y los días pares también, pero sin alcohol para no castigar al hígado. A la tercera persona que le sueltas tu Elevator Pitch, palabra rara que has aprendido últimamente, te das cuenta que esta gente no va a financiarte nada, con suerte se intentarán quedarte con tu empresa y tu idea por dos duros, y eso si tienes suerte. Hace dos encuentros te topaste con uno que no te daba dinero sino lo aportaba a base de experise y know-how. Honestamente, por mucho que te lo digan en inglés, tu sigues necesitando eso, como se llama, si, joder, ahh, vale, dinero. Tus potenciales proveedores y la administración solo acepta pagos en dinero en metálico, nada de trading ni lindezas similares.

Resignado, intentas descubrir de que va esto del ICO. Resulta que son unos prestamos la mar de majos y simpáticos, y que para alegría de tu mujer e hijos, no requiere que vendan sus órganos. Con toda tu alegría y felicidad, vas a mirar donde se conceden… ahhhh, en los bancos. Serán cabritos, pues ya te podían haber dicho esto los mismos bancos la primera vez que fuiste. Imprimes los documentos y vas directo al banco, esta vez no te torean.

Después de perseguir al director de la oficina durante semanas, al final te da audiencia. Le explicas lo de los ICO y que es mejor que la opción que le dieron la primera vez. El simplemente arquea una ceja y te dice que es complicado y muy difícil conseguirlos, pero que como tu eres un cliente de toda la vida lo van a intentar, eso sí, el interés será el mismo porque hay unas gestiones que no sabes cuales son, en vez de los riñones de tu hijo sólo te piden la córnea izquierda, pero tu pareja ha de seguir subastando su cuerpo al mejor postor.

La conclusión que esta persona ha sacado en todo este viaje es bastante sencilla, emprender sin tener dinero es entregar tu alma a toda una banda que se dedica a saquear ideas y proyectos sin arriesgar nada. El que tiene la idea arriesga su patrimonio y si pierde, lo pierde casi todo, y si gana, los socios se quedarán con la mayoría de beneficios.

Es decepcionante como la estructura de este país no ayuda a la gente a intentarlo, los costes financieros son altísimos. Los impuestos a los que nos somete la administración son sangrantes, es impensable que una empresa de recién creación pueda asumir esos costes y tener que pagar como un Pepe cada mes un dineral gane o no gane dinero. Y por supuesto, si lo intentas y consigues la financiación, si no funciona, puedes estar arrastrando deudas hasta la quinta generación.

Con lo que hay si realmente queremos tener emprendedores, o bien cambiamos un poco las normas de juego, dando margen a poder equivocarse sin perder todo tu futuro, damos acceso a créditos de forma más fácil (y si, aunque sea más caro el tipo de interés), o aquí va a emprender el que tenga ya dinero y lo haga por afición más que por necesidad.

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