El internet de las cosas, digo, personas
por Jose SalgadoUna de los primeros recuerdos que tengo cuando compré mi primer reproductor de DVDs era la limitación de zona. En función de que país estabas te pertenecía una región y sólo podías reproducir películas con el código de tu área geográfica. Si la memoria no me falla existían cinco que eran seis: Estados Unidos, Europa, Sudamerica, África y China.
En aquella época ya existía Amazon y una de sus líneas de venta eran los DVD, sobretodo una editorial que publicaba títulos clásicos con comentarios del director, escenas borradas, contextos históricos, documentales, etc…. Sólo deciros que la versión de La Vida de Brian[1] era una gozada por todo el material que contenía. Con lo que si te gustaba el cine, tenis que llevar tu reproductor, que te había costado un dineral, a un técnico que te borrara el sistema que detectaba zonas para poder ver lo que te apeteciera y comprar los DVDs donde te saliera de las narices.
Tuve la ocasión de discutir este tema con el presidente de Pioneer España y fue una de esas ocasiones donde el futuro se enfrentaba con el presente. La aldea global sin límites que era internet chocaba con las estrategias locales de las empresas. Cabe decir que a Pioneer le daba igual, solo producían el reproductor, pero la presión de la industria de entretenimiento era, bueno, era como suele ser la presión de las industrias que quieren proteger su negocio por mucho que todo esté cambiando.
Poco a poco, hemos visto como la realidad ha superado por todos los lados a las industrias, que han tenido que variar su estrategia -que no su moral- para comprender o como mínimo minimizar las perdidas que puede originar el que ya no existan barreras, y sobretodo, que no pueden controlar todas las barreras. Todo se ha globalizado, desde la venta de productos hasta la prestación de servicios. Puedes comprar en tu país un producto que se vende en otro pero que se ha desarrollado en un tercero, de hecho, internet se ha convertido en una gran amalgama sin forma definida, líquida y sobre la cual cabalgan los intereses de otros jinetes que no son tú.
Nos prometieron el internet de las cosas, y efectivamente, nos han dado las cosas. Todo está conectado a internet, el móvil, la televisión e incluso la Thermomix está conectada. Les hemos dado acceso a nuestra casa, a nuestras fotos, a nuestras conversaciones con la promesa de hacernos la vida más fácil. Aquí, a nota personal, me parece que decir en voz alta Oye Siri, Alexa al Loro, Hey Google o Mama donde esta mi jersey no soluciona gran cosas (bueno, la última si) yo firmaría por una máquina que planche y pliegue la ropa o que limpie el lavabo a fondo.
Con todo conectado, mi pregunta es, ¿que mejora tengo yo? Es decir, como persona ¿vivo mejor que antes?, ¿estoy mejor formado?, ¿tengo más energía?, ¿tengo más tiempo libre? Y sino es así, a quién sirve todo esta moda de tenerlo todo conectado, del internet de las cosas. Si no tenemos respuesta, una derivada sería que ahora mismo nosotros somos también cosas y estamos al mismo nivel que la televisión, la tostadora y cualquier cachivache que se dedique a enviar información a terceros para que la usen en complejos algoritmos con el único fin de vendernos algo, o peor, controlarnos.
El internet de las cosas no me gusta demasiado, parece claro, pero no estoy en contra. Es como los fanáticos, no me gustan pero hay que aceptar que existen y hay que aprender a lidiar con ellos. Y eso es lo que creo sobre este salto que hemos dado, aprender a gestionar mejor este exceso de tecnología y usarla por un fin más elevado que no tener que gritar un nombre para ahorrarnos el tener que mirarlo nosotros. El dar un paso para que más que cosas, volvamos a ser personas -al menos los seres humanos- y todo esto antes que la IA nos pase por delante y se convierta en algo más valioso que nosotros mismos.
Otro punto que hay que considerar es que en realidad no es el internet de las cosas, es el internet de sus cosas. Todas las empresas crean zonas cerradas donde están tus aparatos y donde no se comparte información. Son nubes dentro de la gran nube que es internet. Sobre esta capa, podemos también añadir otra como hace China y que más países querrían hacer para volver a cerrar la información. Si yo fuera físico no haría esta metáfora, pero internet cada vez es como el cosmos, que parece muy grande y enorme pero entre la materia oscura -internet profunda- y los GAFA -agujeros negros- nos estamos perdiendo mucha información vital para entendernos y entender el mundo.
Si conseguimos usar todo el potencial que ya tenemos y lo aplicamos a mejorar algo más intangible que una cuenta de resultados, iremos por el buen camino.
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