Enviado por Jose el
Lo importante es el viaje no el destino
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Hay días que casi no vale la pena levantarse de la cama, huelga de metro, el proveedor en el que confiabas no cumple los tiempos de entrega, el inversor con el que llevas dos meses negociando le han entrado dudas y pide más información, y para colmo de males hace un frío muy poco digno de la primavera. Con todas estas alegrías te sientas en tu mesa, abres el iTunes y pulsas play esperando que la música traiga un poco de sol a este día que empieza muy sombrío.

Craso error, yo tengo la mala suerte de compartir los mismos gustos musicales que mi hermano y las canciones en vez de llevarme a un estado mental dónde las casas son de chocolate, las nubes de plastelina y las farolas son piruletas, me acuerdo de mi hermano y ese rayo de alegría que buscaba se desvanece completamente y las sombras empiezan a oscurece devorar todo pensamiento positivo, incluido el café que me convierte en persona antes de sumergirme en la rutina financiera de las nueve de la mañana.

Y es ahora, cuando no hay ningún rayo de esperanza, cuando los oftalmólogos pierden todo su sentido, es cuando consigo verlo todo claro. Hoy va a ser un día de los que la gentede mi barrio llama día de mierda y que al gente culta y con posibles se refiere como un día de mierda. Hoy no voy a planificar el futuro, ni las acciones de marketing, ni buscar nuevos nichos de potenciales clientes, hoy voy a dedicarme a sobrevivir a un día básicamente escatológico (no digo otra vez día de mierda porque ya serían tres ocasiones en las que digo mierda y no queda muy bien en un post que pretende serio).

Estas veinticuatro horas me las voy a dedicar a mí, a rebozarme en mis miedos, en mis problemas, en mirarme en el espejo y preguntarme, ¿porqué?, ¿para que te has metido en este lío?, ¿realmente vale la pena?. Son más de treinta y cuatro mil segundos fustigándome con el látigo del juez más duro, salvaje e inmisericorde que conozco que con permiso de mi madre, que existe y que soy yo mismo.

Supongo que te preguntas que gano con esto, y la respuesta ya la estás adivinando absolutamente nada, es un total y absoluto despercidicio de tiempo. Son ganas de pasar un mal rato del cual no puedes escapar porque tu sabes cuando te estás mintiendo, se cuales son tus puntos débiles, y los ataco sin piedad.

Pero tengo un as en la manga, un comodín que siempre ha viajado conmigo y que me ha ayudado en tantas ocasione que podría decirle que le debo la vida, o como mínimo el resto de cordura que me queda. Este truco o virtud es tener sentido del humor. Quizás creáis que es una tontería lo que estoy diciendo, pero os puedo asegurar que cuando peor me he sentido, cuando creía que no se podría estar peor siempre ha acudido a mi rescate.

No os penséis que mi sentido del humor viaja en caballo blanco y que me sacia con manjares y ricas viandas, en absoluto, el cabrito se sienta al lado mío y consigue hacerme ver un detalle importante que con el día a día perdemos de vista. La vida es un viaje, y lo importante no es a dónde vas, sino el camino que recorres[1]. Quizás hoy te ha tocado una etapa de montaña, son todos subidas, no hay rellanos para recuperase, los puestos de avituallamiento brillan por su ausencia, las fuerzas te abandonan, el deshodorante también y a cada paso que das ves que la meta está más lejos.

No te has de preocupar, es una etapa más y como tal has de vivirla, y disfrutarla al completo, con lo malo y lo bueno, porque este es el combustible que alimentará tu alma en los días que vuelvas a estar en otra cordillera intentando llegar a la cima. Ese nuevo día de retos, dificultades y problemas llegará, y si has sabido interiorizar que toda dificultad no es nada más que un reto, te será más fácil navegar por todos los infortunios que la vida te pone. Y lo más importante, no caerás ni en derrotismos ni pensamientos positivos, habrás aprendido como gestionar esos días, a base de experiencia, de aprender haciendo, y a cada día que pase los momentos malos serán objetivamente menos malos, porque tu ya has pasado por eso, y lo más importante, has aprendido de ellos.

¿Y en los días buenos que pasa?, te preguntarás. Los días buenos son un regalo, pero ten en cuenta que si no entiendes que todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, no sabrás disfrutar de la amplia variedad de sorpresas que el mañana prepara para ti.

Como decía mi poeta favorito[2], caminante no hay camino, se hace camino al andar y al volver la vista atrás verás la senda que nunca más has de pisar.


[1] En este punto del post me he ido a comentar el blog de Neus Arqués, que curiosamente esta más o menos relacionado.

[2] Machado, Antonio. ¿Se nota mucho que al final del post estaba escuchando Cantares de Serrat?

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