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The Other F Word

Idiotas por reacción

por Jose Salgado
RRHH | Gestión de Empresas | 

Lo interesante del idioma es que día a día evoluciona y lo que antes eran magdalenas ahora son muffins, si antes eras un corredor ahora eres un runner. No es que ganemos mucho con el cambio, pero como dicen algunos expertos en social media[1], cambiar aunque sea por el simple hecho de cambiar siempre es positivo.

Uno de los cambios que se han incorporado en nuestro diccionario era el concepto de troll, que antes era el tonto del pueblo. No tengo cifras exactas de cuantos existen en internet porque a diferencia de antaño, dónde todos sabíamos quién era el encargado de portar este humilde pero tan importante San Benito, ahora el sumatorio es más complicado.

En el pasado había un tonto por pueblo y cuando la población excedía cierto número se nombraban en función de la cantidad de habitantes con lo que teníamos el tonto de arriba, el de abajo, el tonto del barrio o de la calle mayor. Lo importante era tener controlada la cantidad de tontos para no despistarse y perder el control, y sobretodo, la identificación de si nuestro interlocutor era devoto de la cofradía de la idiocia.

Con la llegada de los medios de comunicación masivos, tanto síncronos como asíncronos, hemos perdido la capacidad de tener un ratio aceptable de idiotas por persona y lo que es peor, tenerlos detectados e identificados. Tu puedes estar navegando tranquilamente y no sabes si lo que lees es de una persona normal o de un tonto profesional. Y esta distinción no es baladí porque por error puedes caer en la tentación y contestar para aclarar conceptos, o mejor dicho, aclarar todos los conceptos porque recordemos que puede ser un tonto oficial.

Este punto es fundamental, sino sabemos quiénes son podemos caer en este sutil pero fatal error de discutir con ellos, y conseguirán hacerte bajar la calidad de la discusión hasta su nivel de lerdo absoluto y te ganará por experiencia. Es decir, conseguirá que te comportes como un igual, o sea un idiota perdido, y encima te humillara y te derrotará todos y cada uno de tus argumentos.

Esta teoría que es bastante popular plantea dos enigmas, cuantos tontos naturales existen y sobretodo, cuantos existen por reacción. Si partimos de la base que el ratio normal debería de ser un tonto por cada quinientas personas, podemos asumir que un dos por ciento de todos los contenidos de internet es obra de tontos. Siguiendo con esta lógica, un cinco por ciento de los lectores suele comentar una página web así que si una web tiene mil visitas diarias podríamos asumir que tiene cincuenta comentarios y por extensión existe un comentario que seguro lo escribe un tonto.

Pero, y ojo que esto es importante, si el primer comentario o el post son obras de un tonto, los siguientes comentarios caerán bajo el efecto que he comentado anteriormente y en vez de ser observaciones normales serán un producto idiotizado con lo que el resultado final vendrían a ser cinco comentarios idiotas, o un post idiota con cinco comentarios idiotas, es decir, el cien por cien de todo el texto.

El resultado es aterrador, por culpa de la estadística y de ese superpoder que ostentan los idiotas, todo el contenido está contaminado por la idiocia, expuesto sin avisos y seguramente indexado por Google presto a idiotizar su algoritmo para que también aparezca en la primera posición.

Siguiendo el argumentario, este principio contiene en si mismo la base vírica que lo convierte en un tema preocupante, y algunos estarán de acuerdo conmigo que vivimos en una banalización de la sociedad aunque algunos prefieran usar el neoconcepto de infantilización. Más y más conceptos superficiales, discusiones que no tienen sentido y que mezclan conceptos sin más propósito que despistar y desconcertar, y sobretodo, más humo, más letras y más espacio gastado sin aportar un simple gramo de información, no ya conocimiento, a la humanidad.

Mi primera duda después de escribir el post ha sido la más obvia, ¿soy yo un tonto del pueblo camuflado o un tonto reciclado?. Repasando el post y sumando la cantidad de faltas de ortografía y de sintaxis es posible que esté en alguna de las dos categorías y que mi supuesta superioridad intelectual no es más un reflejo sublimado de mis propias carencias, aunque el que haya escrito esta frase me da un poco de esperanza, reflejo sublimado, no está nada mal pero no puedo engañarme demasiado, lo que antes era un tonto con boina a rosca ahora te montan páginas web, tienen twitter y muchos de ellos dan conferencias de coaching.

La verdad, este post lo había escrito para relajarme y dejarme llevar mientras tomaba un café en el bar, pero ahora me he quedado preocupado. Si soy tonto, ¿se lo pasaré a mis hijos?, sino lo soy, ¿como evitare que mis hijos lo sean?, son demasiadas preguntas para estar a casi treinta y cinco grados con una humedad nada relativa que hace que lleve una segunda piel compuesta a base de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno con algunas sales minerales adicionales. Realmente, con esta humedad, en vez de sudar absorbo agua por todos los poros. Soy un experimento viviente de osmosis atmosférica.

Mi único consuelo en estos momentos de duda, y el único que os puedo ofrecer, es que no os creáis todo lo que leéis, dudar de todo y sobretodo, extraer vosotros mismos las conclusiones.

[1] Algunos recomiendan cambiar la foto cada cierto tiempo, el título de tu trabajo y en vez de poner Director de Marketing poner CMO y todo esto para las actualizaciones de tu perfil le salgan a todos tus contactos y estés presente en su resumen de novedades. Vamos, en vez de compartir noticias interesantes o escribir algo que añada valor, optar por el truco fácil de maquillar te el perfil.

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