Pasar al contenido principal

No discutas

Enviado por Jose el
No discutas

Cada vez tengo más claro que discutir tiene una utilidad extremadamente limitada. Si estás confrontando dos soluciones, con sus pros y sus contras, lo que acaba ocurriendo es que cada parte suelta su avalancha de datos y se prepara para anular los datos de la versión contraria, no hay un proceso de intento de comprensión de toda la casuística y que es realmente la opción correcta, sino simplemente defender tu posición.

Algunos se llevaran las manos a la cabeza y exclamarán con sorpresa que para eso están las listas de pros y contras, que las dos opciones se comparen basado en ese puro criterio numérico, la que tenga mas pros gana. Por supuesto, este sistema tiene trampa, ¿como validamos que todas las preguntas sean válidas para el objetivo a conseguir? Por ejemplo, en el listado podemos tener ítems como:

  • El color azul es más bonito
  • Las formas rectangulares ahorran espacio
  • Incluye opción para brillar en la oscuridad.

Si lo que estamos decidiendo si el sistema de detección de intrusos o un retractiladora no son datos que sean relevantes, pero se pueden añadir para que la suma sea la que queremos.

Todos estos procesos se convierten en una cuestión de dos factores: quién tiene el poder de decidir, y el segundo, lo cansino vs paciencia de los integrantes. Si solo hay una persona que decide la solución es fácil: un Juan Palomo en toda regla. El problema es cuando deciden más de dos, que entran en juego varios factores, sobretodo el modo cansino y el modo testarudo depende como se distribuyan ganará uno y otro, todo depende de la capacidad de resistencia que presenten. No hay claros ganadores pero no cabe duda que la persistencia es un factor importante para acabar imponiendo la opción final.

Claro que esto es lo que ocurren en las empresas la mayoría de las veces, en la vida personal se traslada esta ecuación casi de forma mimética, creando confrontaciones entre posturas que no son opuestas, pero por no intentar ver más allá, cavan trincheras que nadie se atreve a tapar.

Ahora, con las ganas y la poca paciencia que da la edad para ciertas tonterías, intento una aproximación diferente que es no intentar convencer a nadie. Procuro escuchar lo que me cuentan, comprender la lógica que existe detrás, cuales son los datos objetivos, y sobretodo, los subjetivos. Que motivaciones empujan a favorecer una idea sobre la otra. En el momento que creo que lo tengo todo claro, hago preguntas sobre las partes claves, esos lugares que creo que la decision flaquea, no tanto para que vean que yo tengo razón, sino para ver si consigo que ellos razonando consigo mismo, vean los mismos puntos flacos que yo.

Por supuesto, al final explico mi opción y mis preferencias pero no hago una exposición debate de dos horas, solo tres ideas fuerza que sean evidentes por si misma y no intento pelearlas sino convenzo, simplemente acepto que quizás yo este equivocado, pero con la esperanza de que con el tiempo cuajen en la mente de la gente.

Tampoco os voy a engañar, esta es mi intención la mayoría de las veces pero no siempre consigo tener ese espíritu zen y más veces de las que me gustaría acabo en el barro confrontando y debatiendo microdetalles que en el fondo no convencen a nadie, lanzado mis argumentos como si fueran hechizos y que por arte de magia, la gente se pasara a mi bando. Si, me pasa, y no, nadie convence a nadie.

El resumen, y que es para lo que hoy he escrito, es recordarme no discutas es poco probable que alguien que tenga una idea concreta durante mucho tiempo cambie de opinión porque el coste psicológico de darse cuenta de que se ha estado equivocado tanto tiempo es tan alto, que la gente prefiere seguir asumiendo ideas o conceptos falsos antes de aceptar una verdad.

Area Económica
Area Empresarial