KPIs, ¿Vale la pena tenerlos?
por Jose SalgadoSi un día despiertas en medio de un desierto sólo con una mochila que contiene papel, lápiz, agua y alimentos, ¿que es lo que harías?. Esta es la pregunta que me he hecho buscando una historia para explicar el tema intento explicar esta semana.
Sin pensar demasiado, lo primero que intentaríamos fijar es dónde está el norte, marcar un destino que sea fijo y que no varíe para no empezar a andar en círculos. Puede que no tengamos una brújula, ni GPS, ni nada, pero al menos tenemos inteligencia y usando la sombra que el sol proyecta sobre un objeto, se puede calcular el norte.
Otro punto interesante sería contar los pasos que hacemos, una forma bastante pedestre pero efectiva de medir la distancia, quizás no es tan precisa como el google maps pero al menos volvemos a una medida muy popular en la antigüedad.
Con estas dos medidas podemos saber de dónde venimos y a dónde vamos, en realidad no a donde vamos, pero si la esperanza de no ir dando tumbos. También podemos contar los días para saber cuanto tiempo llevamos caminando, y si lo sumamos a relacionar lo que comemos, lo que nos queda y hacemos una media de lo que gastamos, podemos saber cuantas días de provisiones tenemos para no caer desfallecidos.
Todas estas medidas tiene un sentido y pueden estar alineadas en un objetivo, aumentar las probabilidades de supervivencia. Pero si existen cientos de medidas alternativas que podríamos tomar.
Quizás nos interesa saber como de morenos nos estamos poniendo, porque al estar al sol todo el día vamos a coger un tostado que ni en las mejores playas.
Otro KPI sería medirnos la masa corporal o la cintura, porque con calor y andando seguro que se nos queda un tipazo digno de una revista de moda.
Y hay más ejemplos pero queda claro el concepto, es importante escoger adecuadamente lo que medimos en función de nuestro objetivo. Si nuestra idea es ponernos en formato instagram, morenos y delgados, sin duda la segunda opción es la que debemos tomar, pero si nos interesa sobrevivir, quizás yo iría a por la primera.
Imaginémonos que somos medio sensatos y nos da por resistir e intentar salvarnos, una detalle tonto que es sutil pero importante es el tomar de forma constante los datos. Es totalmente fútil el apuntar la información algunos días si y otros no, es casi mejor un día si y otro no, que estar bajo el dominio del azar disfrazado de vagancia.
Siguiendo con la vagancia, podríamos seguir y conocer a su hermano la desidia. No sirve de nada tomar datos que no reflejan la realidad, poner un número por que estamos obligado a introducir un dato en un campo no sirve de nada y estropea todo el trabajo que has hecho antes y que hagas después si se han de basar en esa información.
Y ahora que somos conscientes de la importancia, de la consistencia y la coherencia de los datos pasamos al siguiente paso. ¿Que hacemos con estos datos?
Estaríamos de acuerdo que hacer un trabajo rutinario que no parece tener una relación directa con la realidad no es algo que motive más allá de una palabra derivada del nombre sal. Si toda esta información no llega a una persona que sepa interpretar los datos, ver en que nos puede ayudar en tomar la decisión correcta para mejorar nuestro futuro, y en corregir, mejorar, ampliar o cambiar el método o la forma, todo esto es trabajo que no sirve de nada.
Y esta realidad es la que te encuentras en muchas empresas, se ordena tomar datos que no siempre tienen relación con el negocio, el que toma los datos no es consistente y el que los recibe no sabe que hacer con ellos, si es que hace algo con ellos, y por último, no hay ningún tipo de retroalimentación que ayude a mejorar esos datos y su potencial para ayudar a sobrevivir o crecer a la empresa.
Con lo que la conclusión es, si no sabes que vas a hacer con esos datos, sino sabes si son datos consistentes, sino sabes analizarlos, ¿para que los recoges?
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