Personas o tecnología
por Jose SalgadoInternet no es Facebook, ni Google, ni Twitter, internet es un protocolo de comunicación que conecta dispositivos, usando una ruta óptima y resistente a fallos, que permite que dos dispositivos o más se comuniquen entre ellos.
Con esta definición está claro que tarde o temprano acabaría surgiendo el concepto de Internet de las cosas, cosas que se conectan con más cosas para hacer otras cosas. Pero a mi me sigue faltando una parte fundamental en todo esto, el sustento, el arche sobre el cual todo esta estructura se sustenta: las personas.
A pesar de mi conocida fobia social, me ha tocado interactuar con personas durante toda mi carrera profesional, y no voy a negar que internet me ha facilitado mucho el trabajo. Ya no tengo que escribir cartas mecanografiadas, ni llamar por teléfono o incluso, tener reuniones presenciales. Toda esta tecnología me ha permitido optimizar el tiempo, extraer el máximo de cada interactuación y aprender y enseñar -y no en la misma proporción- con todos los profesionales con los que he tenido el placer de trabajar.
Pero lo que no ha variado en todo este tiempo es que al otro lado de la tecnología hay una persona, otro ser humano como yo, con sus filias, fobias, caprichos, conocimientos e inseguridades. Puedo tener un email, un Instagram o incluso una página en Facebook, pero esa proyección de mi persona o empresa, es simplemente una proyección, no soy yo, y nunca reflejará con precisión lo que yo soy.
En estos momentos, donde el primer consejo que se da a todos los que quieren tener un blog, montar una empresa o incluso dejar de fumar, es darse de alta en las redes sociales y distribuir el contenido. Es como darle a un agorafóbico estresado un fin de semana en medio del desierto con la única compañía de un chicle y un abrebotellas, porque seguro que con tanta paz y tanta calma seguro que se relaja.
Entiendo que la tecnología ayuda, sobretodo si tienes problemas de timidez, pero cuando llega el momento de interactuar, lo que destaca y lo que marca la diferencia es la calidad social de las personas. Puedes tener el mejor software del mundo, la mejor imagen y los mejores diseños, pero si no sabes como relacionarte con otra persona, como adivinar quién es y ponerse a su altura, saber adaptarse a lo que necesita y escuchar, no hay programa que valga.
Me repito, somos personas y todavía no hay algoritmo que nos consiga descifrar. Y lo más grave del caso, es que enviamos a la gente a pegar gritos como desesperados por las redes sociales y por el ciberespacio como el mejor consejo que ha visto la madre tierra. Hay que recordar que la gente, que es social por naturaleza, se une en grupos por distintas razones, para solucionar un problema, para debatir sobre metafísica, para compartir recetas, pero jamás he visto a un grupo de personas cuya máxima de socialización es ponerse todas juntas para que un tercero se dedique a escuchar lo que dicen y luego chillarles al oído: COMPRAMEEEEE
Por lo que ante este auge de Community Managers y demás subfauna con nombres todavía más estrambóticos como Social Media Strategist, Berridos at the Ear o Tuitéalo tu que a mi me da la risa, deberían de plantear un cursillo de entrada a este mundo algo más básico. Olvidemos lo que la tecnología puede hacer por nosotros, guardemos en un cajón todos esos programas -algunos extraordinariamente caros- y centrémonos en lo sustancial, las personas.
Os imagináis un curso que te ayuden y te enseñen a saber hablar con una persona, nada más y nada menos. Sin intención de venderle nada, simplemente saber escuchar, saber hacer las preguntas necesarias. Una formación que te inculque de la importancia de la paciencia y del manejo de los silencios, un sistema que en el fondo, te permita conocer a la otra persona que tienes delante, y que ella te pueda llegar a conocer, y en base a estos principios establecer una relación de confianza.
Si, una vez sepas hacer esto, la tecnología ayuda y sabrás que estás haciendo, no como antes que te ponías a pulsar botones y a invitar a todo bicho viviente a tu comunidad. Un profesional que en el fondo, se preocupe tanto de su marca como de su cliente, y que por favor, deje de poner fotos de gatitos para hacerse el gracioso y que ayude a sus clientes y seguidores a ser mejores y a tomar mejores decisiones.
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