Enviado por Jose el
V for vendetta
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Es cierto que la frase de cualquier tiempo pasado fue mejor suele ser un engaño de la memoria, pero no podemos negar que hay ciertas variables que antes existían y ahora brillan por su ausencia. A día de hoy no puedo dejar de envidiar las historias que me cuentan mis padres, dónde todo estaba por hacer y que la progresión laborar era factible. Podías trabajar toda tu vida en una misma empresa, cambiar de trabajo para mejorar no requería cientos de envíos de CV ni docenas de entrevistas, simplemente te marchabas a la empresa de al lado y mejorabas tu nivel salaria.

Actualmente esto es una falacia, existe un exceso de demanda y muy poca oferta, y cuando estas diferencias llegan a puntos donde pueden existir más de dos mil candidatos para un solo punto de trabajo, lo que suele ocurrir en todos los mercados capitalistas es que el precio cae en picado al mismo tiempo que suben las exigencias: más de dos idiomas, coche propio, horario sin límite, tres masters y lo que crea necesario añadir porque sabe que habrá siempre más de un candidato dispuesto a aceptar lo que le pongan delante.

Esto no es otra cosa que un mercado cautivo, y cualquier empresa con corazón financiero más que social usará las mismas tácticas que usan las grandes corporaciones con sus proveedores, apretarán sus margines hasta límites de subsistencia ya que dependen de sus pedidos para poder subsistir.

Con este contexto, la gente trabaja no tanto porque le guste sino porque no tiene otro remedio. Se aceptan puestos por debajo del nivel que se posee, con condiciones rayando la ilegalidad y se aguantan abusos porque saben que no existe la opción fácil de cambiarse. Esta realidad es patente tanto en trabajos de baja calificación como cada vez más en la de conocimiento, de hecho, los que no tienen obligaciones y saben algún idioma están poniendo pies en polvorosa para buscar unos ingresos que le permitan algo más que pagar el alquiler.

Sino existe un estado del bienestar que evite que tengamos que aceptar este tipo de situaciones, las empresas lo van a aprovechar en su beneficio. Con lo que el crear un sistema de subsidios para evitar la explotación de estas diferencias va a crear grandes bolsas de gente trabajadora que no puede salir de la pobreza, y lo que es peor, no puede ni plantarse una alternativa a su situación.

Del mismo modo, cuando la realidad cambie y sea el contrario, que haya mas oferta de trabajo que demandantes, sino se interviene en el sistema, los trabajadores empezarán a cobrar más de lo que sería racional forzando las estructuras y la rentabilidad. Y no me sirve de consuelo que si antes lo hacían ellos, ahora lo hago yo, el equilibrio es básico en todos los sistemas.

Ante esta situación, o alguien interviene para intentar encontrar un equilibrio o dejamos que el mercado se equilibre solo. Lo malo es que el mercado se puede desestabilizar mucho y cuando mucha gente pasa mucha necesidad durante mucho tiempo, la forma más natural de reestablecer el orden es a través de una purga, o mejor dicho, de una revolución que se llevara por delante a más de uno.

Creo que si se puede evitar el tintar de rojo las calles y calmar las injusticias a base de juicios basados en prejuicios todos ganaríamos. Los empresarios tendrían manos de obra a precios asequibles y razonables y los trabajadores no tendría que aguantar situaciones extremas por miedo a no poder alimentar su familia.

Pero claro, hay dos problemas, como se financia y quién decide cual es el ratio justo. Esta es la pregunta del millón para encontrar un camino para solventar lo que oímos todos los días en el bar. ¿Subimos impuestos?, los directos, los indirectos, las rentas de capital, en todos los tramos y lo más importante como se controla que no existan fraudes y estafas.

No tengo las respuestas a estos problemas, pero deberíamos de empezar a trabajar para encontrarlas porque cada vez más veo más rabia contenida y no es muy buena idea que esto se acumule hasta limites que no se puedan reconducir.

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