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Me dijeron que era imposible, y unos días tienen razón y otros no

Me dijeron que era imposible, y unos días tienen razón y otros no

por Jose Salgado
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Si os soy honestos, no tengo ahora mismo conexión a internet y no puedo acabar de verificar lo que creo que se sobre el siguiente concepto: Los límites de mi realidad son los límites de mi lenguaje, estoy bastante convencido que era Wittgenstein, pero las repercusiones de esta afirmación -y es por la que necesitaba acceso- son muy importantes, tanto por las implicaciones como por averiguar sus orígenes. Creo que la programación neurolingüística afirma algo parecido, tal y como explicamos nuestra realidad, esta se ajusta a nuestra forma de describirla, es decir, si la describimos con tonos grises y derrotistas esta se comportará del mismo modo. En otras corrientes del pensamiento, creo que hay un libro que se llama Suerte, afirma que si visualizamos nuestro futuro de una forma optimista, el futuro se adaptará a nuestra visión, ya sea ser ricos, famosos o lo que estés tu mismo visualizando -yo ahora mismo estoy visualizando una crema after-sun-.

Quizás todo esto suene a pseudo ciencias, y probablemente tengáis razón porque yo nunca he considerado a la psicología y derivados como una disciplina científica, sino una disciplina humana que a pesar de poder apoyarse en algunos principios muy básicos de la conducta, la ciencia no siempre es el mejor camino para encontrar respuesta. El problema que se añade a todo este embrollo que va desde lo neohippy, pasando por milenarista y llegando a la psicología y derivados es que se sumó no hace mucho una disciplina bastante más científica que todas las anteriores: la física.

Los que no tenemos ni idea de Física, especialmente de la cuántica, es que la percepción del observador altera los resultados. Es un enunciado que usamos, o se usa, con una facilidad pasmosa para justificar ciertas afirmaciones que vienen más del pensamiento positivo que de el proceso de datos. Estaremos de acuerdo que si todos queremos ser famoso y centramos nuestra imaginación, lenguaje y los recursos asociados, sería imposible que se cumpliera, no todos podemos ser famosos a la vez.

También es verdad que todas estas teorías añaden restrictores -no se si es un palabro que me acabo de inventar- para limitar el alcance de estos principios: has de hacerlo cada día, has de ser consecuente con lo que deseas y unas cuantas normas más que no voy a reproducir de nuevo porque no me las sé, y como ya he dicho, no tengo acceso a internet.

Con lo que después de todo esto nos quedamos con la duda de, ¿Y si funciona?. 

No te voy a vender una moto explicándote que yo si tengo la respuesta, que si te apuntas a mi curso online o si te compras mi libro te desvelaré los secretos del éxito. Básicamente lo haría por una de estas dos opciones, si realmente estuviera en mi poder me dedicaría a disfrutar de mi éxito y no trabajando como un loco, y segunda, en el caso que no lo conociera soy de los que son incapaces de vender algo en lo que no creen. Pero si te digo algo, aunque no puedo probarlo, la mentalidad con la que te enfrentas al día a día, a esos problemas que te van cayendo como si Dios tuviera una especial predilección por complicarte la vida, hace que un contratiempo -por no decir putada- a veces se convierta en un reto del cual puedes aprender más de lo que inicialmente pensabas.

Cuando Pol, Carlos y yo nos lanzamos a esta aventura de crear un nuevo modelo para poner en valor a los abogados, a los que son profesionales puros del derecho y por el camino conseguir un servicio excelente para clientes muchos pensaban que era imposible. Podíamos escuchar lo que nos decían o seguir trabajando en lo que creíamos, y a pesar de que algunos días creo que tenían razón, la mayoría de veces veo que estaban equivocados. Es posible crear este nuevo modelo de bufete de abogados, que vele tanto por los intereses del cliente, como que respete a los profesionales del mundo legal. 

Curiosamente, la diferencia entre los días que creía que era imposible y los que pensaba que si podíamos hacerlo era realmente sencilla. En los primeros trabajaba como un loco para lanzar la plataforma, en los segundos trabajaba como un loco para lanzar la plataforma. ¿La diferencia?, que en el segundo caso estaba cargado de optimismo, tenía más energía, se me ocurrían más soluciones y estaba más feliz que en el primero . La conclusión para mi es obvia, si voy a trabajar igual pero tengo más beneficios con la segunda opción, creo que voy a apostar mi dinero en que si, que si es posible conseguirlo.

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