Economía colaborativa: In medio virtus
por Jose SalgadoDicen que la virtud está en el medio de dos opciones, ni demasiado alto ni demasiado bajo, ni demasiados impuestos ni demasiado pocos. No es que sea un parámetro de acción interesante porque a veces, las dos opciones no están siempre equidistantes, y en alguna que otra ocasión es que no hay dos opciones, solo hay una y la otra se ha construido a base de grupos de presión e intereses bastardos.
Los que saben de historia afirman que el sistema social que surgió en Europa después de la segunda guerra mundial estaba muy influenciado por la presencia del comunismo en Rusia, por eso se estableció la sanidad pública, educación universal, etc… para evitar el auge del proletariado. La clase adinerada cedió poder para no perderlo del todo.
Lo interesante de esta teoría, que no se si es totalmente cierta, es que se buscó un balance para que ambas partes se sintieran cómodas en un acuerdo. Con la nueva economía veo que estos equilibrios no existen. Esta economía colaborativa, concepto que intentan imponer porque tiene cierta aura de bondad y respeto, no existe un equilibrio de fuerzas. Existe un grupo grande con necesidades de ingresos y no tienen más alternativa que ceder aunque sea a base de renunciar a muchos de los derechos adquiridos. En el otro lado, tenemos jugadores clásicos que están atados por ciertas leyes y que si, también cometen sus abusos pero dentro de un marco legal que ven con malos ojos, y con peores números este nuevo mercado que les quita su margen de negocio, y por consiguiente, han de recortar empleos que si tienen las ventajas sociales que tanto han conseguido conquistar. Por último, tenemos a los que bajo la capa de ser los nuevos paladines de la sociedad y del buenrrollismo intentan expulsar a los segundos del mercado a base de explotar a los primeros ya que no hay nadie que haga de contrapeso.
En un mundo normal, en contrapeso sería la política del sentido común, pero una empresa que tiene más dinero en su bolsillos que muchos estados puede comprar mucha propaganda, pagar a muchos grupos de presión y comprar espacios para vender su mensaje. Esto sin contar que los propios inversionistas también se preocupan por su dinero, y no son pequeños inversores sino más bien corporaciones gigantescas que cuando apuestan lo hacen para ganar, aunque tengan que hundir a la mitad de la clase media del mundo -véase el caso de las subprime.
Con lo que en esta nueva era del capitalismo, donde las leyes se pueden comprar, los intelectuales que han de velar por una cierta coherencia, el mundo ha cedido a un eslogan que es más falso que una moneda de seis euros. En un mercado donde el equilibro entre ambas partes a la hora de negociar no se puede llamar acuerdo, sino extorsión.
La pregunta es que pensamos hacer nosotros como sociedad, como consumidores. ¿Vamos a ignorar los hechos y dar nuestro apoyo a estos sistemas que expropian el dinero y los derechos o juntaremos hombro con hombro para intentar mantener un estado que nos costó una guerra mundial y que garantiza ciertos servicios para todos los ciudadanos?
Yo quiero ser optimista, quiero pensar que más allá de ahorrar dos euros pensaremos que en el fondo, hacer más rica a una multinacional que con ingeniería financiera, presión de lobbys y gurus de poca monta -o mucha- nos daremos cuenta que la influencia en nuestro mundo real, donde vivimos, se basa más en que nuestro vecino, y el vecino de este, y así sucesivamente, tenga una vida mínimamente digna. De verdad que me gustaría que el mundo me sorprendiera, pero no siempre consigo tener tanta fe la sociedad, quizás en las personas individuales, pero en el grupo me cuesta mucho.
Y por supuesto no quiero que se vea esto como un ataque frontal a la cultura de la economía colaborativa, la veo interesante y es un modelo que va a generar todavía más ingresos. Lo único que pido es que la negociación entre ambas partes de la ecuación sea ecuánime, no puedes forzar precios, costes, material, etc, al freelance y tu desentenderte de todos los riegos, normativa, impuestos, seguros y problemas y dedicarte simplemente a cobrar, desentendiéndote de nuevo del cliente. Porque al final, lo que conseguimos es enfrentar a los que no tienen ninguna fuerza entre ellos, saliendo los que realmente se benefician indemnes de toda culpa.
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