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Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja
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El lenguaje es algo poderoso, capaz de levantar pasiones, de llevar a las personas a ser la mejor versión de si mismas o hundirlas en la más profunda de las miserias. Es por eso que hay que escoger con sumo cuidado que palabras usas, como estructuras tanto tu discurso como las palabras.

Esta realidad sea hace palpable cuando estás elaborando la presentación de tu empresa a la hora de buscar fondos. Hay que ser muy cuidadoso y muy claro cuando se explican los puntos claves que te han llevado a lanzarte a esta aventura.

No podemos explicar que como no encontrábamos trabajo hemos optado por hacernos emprendedores. Si incluimos esta frase estamos dando un mensaje alto y claro, que si nos ofrecen un trabajo lo dejaríamos todo, inversores incluidos, en pos de una seguridad laboral. Como comprenderéis, no es una buena idea dejar caer esta frase ante una audiencia que suele ser muy recelosa de dónde coloca su dinero.

Otra mala táctica es explicar problemas que no son tales, sino que son meras molestias para nosotros pero que en si mismo, no pueden sustentar un modelo de negocio. Si crees que es un crimen de lesa humanidad el usar guisantes en las comidas y apuestas por una cadena de restauración que toda su filosofía se basa en el concepto Pea Free, es muy dudoso que consigas captar inversores porque tu problema es básicamente una estupidez. Puede que haya más de uno y más de dos que odien a los guisantes con toda su alma, pero es poco probable que su elección de restaurante se base en el mero hecho de si se incorpora esta leguminosa en su menú.

También es importante no dar demasiadas explicaciones. Ocurre que nos ponemos a escribir y sobrecargamos de información, muchas veces redundante, de porqué nuestra idea no solo es buena, sino que además es rentable en menos de un año. Y bajo este prisma, y llevados por nuestra propia pasión, lanzamos ideas y más ideas sin ningún tipo de criterio ni de orden. Hay que ser claro, conciso y reducir al mínimo las ideas sobre las que se basa nuestro proyecto, y si son cuatro, son cuatro, no hay que darle muchas vueltas para encontrar beneficios porque empezaremos a mezclar ideas fuerza con resultados o consecuencias de nuestro proyecto.

Del mismo modo, si cometemos el error de sobreexplicar el proyecto, podemos dar pie a que se encuentren afirmaciones discutibles. La idea es que los posibles inversores puedan estar de acuerdo con nuestro punto de vista, o simplemente que no lo vean claro. Lo que hay que evitar sobremanera es que discutan nuestras afirmaciones, porque no solo perderemos un potencial inversor, sino que seguro que comentará sus dudas con más personas y acabemos perdiendo más que un solo accionista.

Siguiendo por el camino del lenguaje, hay que saber escoger con claridad la idea fuerza que nos define. Las personas somos bastante vagas y no solemos hacer todo el esfuerzo mental que implica un proyecto complejo, así que hay que encontrar una frase que nos pueda definir, que sea sencillo de entender y que tenga cierto gancho para la audiencia. El ejemplo más claro que tengo es el de un coche que se anunciaba bajo el gancho de que era tan bueno, que no querías compartirlo con esa chica de rompe y rasga que hacía autoestop. El anuncio era bueno, las ventas no estaban mal, pero al estudiar su cliente tipo, se dieron cuenta que era el coche preferido por la comunidad homosexual. Esto, de entrada, no tiene nada de negativo pero dejas de lado a un sector de la población con lo que al final optaron por cambiar el tipo de mensaje para que todo el mundo, independientemente de su orientación sexual, comprar el automóvil.

Además, si esto no fuera poco, hay que tener cuidado con las palabras si eres una empresa con vocación internacional. No creo que haga falta recordar el fantástico modelo de coche llamado Pajero, que rivaliza en simpatía con el Ford Corrida. Si, puede hacernos gracia estos nombres, pero dudo que alguno de nosotros lo compremos. Y no vayáis de listos, porque estos errores también los cometemos nosotros mismos cuando adoptamos nombres sin comprobar que significados tienen en otros países. Es como llamar a nuestra empresa Concha 24/7 y cuando vamos a Argentina que nos demos cuenta que nos miran con cara rara. O poner una frase que diga Hay que coger toro por los cuernos en una presentación en México, puede que alguna risa tonta se escape.

En resumen, hay que revisarlo todo muy bien, pedir opiniones de personas que no solo sean cercanas, sino de otros países, y una vez lo hayamos revisado por enésima vez, volverlo a hacer por si acaso.

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