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El abismo de Google

El abismo de Google

por Jose Salgado
Dirección | Tecnología | 

Google es un producto maravilloso, o al menos eso es lo que dicen algunos. Yo creo que es un buscador de información basado en unos parámetros más o menos estadísticos que podía llegar a funcionar cuando la cantidad de información generada es limitada, pero cuando la cantidad generada crece más rápido que la población en el mundo, esas funciones matemáticas pierden su utilidad. No porque no tenga potencia de cálculo, sino porque la información, el conocimiento, ha pasado de ser un valor a ser una burbuja. 

Cuanto más información existe, más se distancia cierto grupo de webs del resto. Se les da una categorización de fiables sin saber exactamente porque ni como, y a partir de aquí, el resto desaparece en el olvido. Es irrelevante que sea información veraz, válida e utilizable, no saldrás, y por lo tanto Google contribuirá una y otra vez con sus formulas matemáticas a limitarte la visión de la realidad.

A día de hoy, si eres bueno y conocido, pasas al estatus de categoría y eres referente y fuente de todo saber y felicidad, sino, caes condenado a la última página de Google, descartado, ignorado y probablemente irritado. Por eso las campañas de SEO/SEM las encuentro irritantes, en vez de hacer valer lo sustantivo, se dedica a colorear y maquillar, básicamente intenta engañarnos aunque el fin en si mismo pueda parecer correcto, el método no hace más que repetir los errores del sistema.

Pero por muy mal que me caiga Google, y eso que yo era de los que antes me caía simpático, no este error no es sólo creación suya. Desde siempre han existido grupos, personas, medios, que sin saber muy bien el porqué, se les otorga el poder de la verdad absoluta. Claro que esto era por una cuestión de principio de autoridad más que por otra cosa, por mucho que te pusieras tu emocionado sobre lo absurdo de torturar a las personas para que confesaran bajo promesa de que si confiesan no les torturarías, Torquemada mandaba más que tu, y por eso su opinión se escuchaba. Lo mismo podemos decir de Alan Greenspan, Mario Draghi, Albert Einstein o cualquier otro. Pero como mínimo, se les reconoce cierto conocimiento y trayectoria en sus respectivas áreas, lo cual no se si sirve de consuelo, pero como mínimo es algo más de lo que ocurre actualmente.

 A día de hoy, en las diez primeras posiciones de Google, ves webs que si no te dedicas a rascar un poco en su historia, su relevancia, puedes llegar a creerte que son verdades absolutas, cuando en realidad su posición se debe más a un fenómeno de fanificación (vaya palabro) que de auténtica relevancia. Es más, si llegas a tener suerte, puede que no tengan relevancia pero saben copiar de los que realmente generan conocimiento, y gracias a vestir al SEO de seda, en el top ten se quedan.

 Con lo que mi visión del conocimiento, al menos en lo que respecta la progresión del mismo, es cada vez más deprimente. Se crean totems indiscutibles sobre cualquier tópico, y como está en las primeras entradas no hay nada más que discutir. Y sino, recordar cuantas veces, sobre un tema complicado, alguien afirma tener más razón que el resto por la sencilla razón que lo dice Google, o los más espabilados te afirman que lo han leído en la Wikipedia. Que me parece un fantástico ejercicio de colaboración y de conocimiento, pero no como la última respuesta a una pregunta. Pero no, lo pone la Wikipedia o lo dice Google y punto pelota.

Es obvio para mi que existe un gap entre el ruido, la información, y el conocimiento útil. Y este espacio tiene que ser llenado, y esto no puede estar basado en algoritmos, procesos o fórmulas matemáticas. Pueden ser útiles, pueden acelerar el proceso, pero proceso de capturar conocimiento no puede ser encapsulado en una ecuación.

Quién consiga llenar este gap de forma eficaz, eficiente y proveyendo soluciones, tiene un mercado muy jugoso. 

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