Enviado por Jose el
Necesito personas que tengan algo que decir
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Nacer, crecer, reproducirse y morir. Esta es en resumen, la vida de una persona. La mayoría no escogemos cuando se ejecuta la primera y la última. Sobre reproducirse, la cosa está complicada sobretodo si tu belleza está catalogada como difusa o distribuida. Por otra parte, nacer y morir no es que sean algo muy interesante y tampoco es algo de lo que uno pueda compartir con nadie. Vamos, yo no he conocido a nadie que me dijera: cuando yo nací grandes señales había, o recuerdo perfectamente cuando morí sentí que nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar. Si alguien me viniera con este cuento ejecutaría la famosa colleja a doble nuca a la vez que les diría Abenámar y Manrique, me tenéis hasta las ingles con vuestras tonterías.

Con lo que nos tenemos que conformar es con la parte que si controlamos, el crecer. O mejor dicho, el proceso que nos lleva desde el nacer a morir, el camino que recorremos. Como peregrino que he sido, y después de meterme entre pecho y espalda una media de treinta kilómetros diarios, kilos de espidifén, kilómetros de vendas, litros de betadine y un par de docenas de ampollas, lo importante no es el destino, es el viaje. Y creo que se puede extrapolar a la vida real. Lo importante no es cuando vas a dejar de tomarte cafés con leche, sino en si has sido capaz de disfrutar de los  dos mil quinientos millones de segundos que más o menos disponemos de media. Y en esta vida es casi más importante con quien compartes tramos de tu vida que hacia donde te diriges.

Es importante aprender a tener tu cabeza justo donde está tu cuerpo y extraer, exprimir sería el vocablo adecuado, las experiencias que estás viviendo. Observar con detalle lo que te ocurre, disfrutar lo que sientes, catalogar tus experiencias. Abrir tu mente a nuevas ideas, nuevos conceptos, dejarte seducir por la vitalidad del mundo que te rodea. Tener el valor de deshacerte de las ideas que ya no funcionan y que las guardabas por cariño más que por utilidad y construir un nuevo modelo desde cero basándote en lo que has vivido.

Invierte en ti mismo tanto como en los demás, comparte y compartirán. Busca a gente que sea como tu, intercambia tus experiencias, tus miedos, tus creencias, tu filosofía. Abre tus puertas a los extraños, déjalos caminar a tu lado, pregúntales, interésate por ellos,  Algunos te enriquecerán, otros te sorprenderán y otros se irán como han venido. 

Ten el valor de desafiar tus principios, ponlos a prueba, valídalos, contrástalos, veras que no siempre tendrás razón y en más ocasiones de las que crees el proceso servirá para mejorar tu escala de valores. Pero siempre hazlo desde el respeto y la educación, tener razón o no es solo una pieza en un complejo puzzle en el cual nosotros sólo somos pasajeros.

Rompe con los lazos establecidos, no aceptes imposiciones de nadie y no dejes que nadie te imponga sus criterios. Las personas que necesitan triunfar sobre otras no están participando de la experiencia de vivir, sino la experiencia de poder. Deshazte de ellas lo más rápido posible y no permitas que te roben más tiempo del necesario.

Creo firmemente en lo que dijo Bernardo de Chartres

Somos como enanos a los hombros de gigantes. Podemos ver más, y más lejos que ellos, no por alguna distinción física nuestra, sino porque somos levantados por su gran altura.

Hemos de buscar y compartir camino con personas que sean más inteligentes que nosotros, hemos de caminar codo con codo con personas que no estén de acuerdo con nuestros puntos de vista, hemos de desafiar nuestros conocimientos y experiencias, hemos de seguir mejorando como persona para cuando otra acuda a nuestro lado, al apoyarse en nuestros hombros, pueda ver más lejos de lo que nosotros vimos jamás.

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