Enviado por Jose el
Algunos de los peligros de la red
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Todos llevamos un tertuliano dentro de nosotros, alguien con la capacidad de opinar acerca de todo en cualquier momento y pontificar sobre cualquier tema, sea este del área que sea, ciencia, finanzas, tecnología o fútbol. No es que sea raro, somos seres sociales y tendemos a comunicarnos aunque no tengamos ni remota idea de lo que estamos diciendo o sobre que estamos opinando, el problema es que a veces nos olvidamos del contexto y el entorno, y es sustancialmente distinto ser el polemista con tus amigos en un bar, que hacerlo en las redes sociales.

En un bar, puedes soltar la diatriba que más te apetezca en un momento dado, que más o menos se puede olvidar, suavizar con el tiempo, y el rango de alcance de las tonterías que puedes llegar a decir queda limitado a tus cuatro amigos. Estos cuatro amigos, te conocen, saben como eres, y entienden que no siempre piensas lo que dices, y que mayormente lo haces para conseguir la atención del resto, vamos, lo que se ha llamado Troll, o en su versión positivista, Karmawhore. Como tú eres así, y los amigos son los amigos, o bien se ríen con tus ocurrencias o bien pican y consigues tener un debate interesante sobre cualquier tema, porque recordemos que siempre sabemos de todo. 

El problema es cuando olvidamos el contexto y el entorno y nos dedicamos a replicar charlas de bar o de máquina de café en las redes sociales. 

Primer problema, estamos solos.

Cuando nos relacionamos en las redes sociales solemos estar solos con nosotros mismos, delante del ordenador, tablet o móbil (ciertamente una gran variedad de medios y dispositivos para quedar en evidencia sin solución de continuidad). Al estar con nosotros mismos sin nuestra circunstancia, como diría el Ortega, es más fácil envalentonarse y decir cuatro frescas porque no tenemos a nadie que nos rebata de modo síncrono, por lo que no sabemos que reacción provocamos con lo que la rectificación por si nos hemos pasado de graciosos, inteligentes, agudos, cínicos, sarcásticos o directamente hemos sido soeces, siempre llega tarde y mal. 

Segundo problema, no sabemos quién escucha

Tu puedes pensar que la ocurrencia que has tenido no la va a leer nadie más que tus cuatro amigos, pero el problema es que parece ser que hay una competición por tener la mayor cantidad de amigos. Conclusión, pasado un tiempo tienes en tu listado de contactos gente que no sabes quienes son, que no son amigos, que los conoces solo de vaciar botellas de Jack Daniels, o peor, gente de tu trabajo que no son amigos, son compañeros de trabajo o incluso jefes directos tuyos.

Tercer problema, tu compartes yo comparto

Incluso asumiendo que tengas tu listado de contactos bajo un estricto régimen de amistad, puede que ellos mismos compartan tu última tontería. Quizás lo hagan sin maldad, simplemente para decir mira las burradas que dice Paco. Tu no sabes que listado de amigos tiene tu amigo, y si alguno de esos amigos también va a compartirlo o no, y tampoco sabes si lo hará restringido o lo dejará abierto para que todo el mundo, especialmente el señor Google que es una verdulera estilo tycoon, lo vea. Es en este justo momento cuando has perdido el control de tu mensaje y tus destinatarios. Bueno, en realidad perdiste el control justo en el momento que te reíste con tu ocurrencia y lo colgaste en la red.

Cuarto problema, Google es como los elefantes, republicano y tiene mucha memoria.

Google, y por extensión todos los buscadores, buscan, indexan, guardan y correlacionan la información. Y los principios de buscar y guardar lo tienen grabado a fuego, por lo que si el comentario que tu pensabas que era hilarante ha sido expuesto a todo el mundo, lo van a encontrar, lo van a guardar, y lo van a indexar. A partir de aquí puedes considerarte congelado en carbonita al mas estilo Han Solo. Cualquier persona que tenga paciencia e interés en conocerte va a encontrar la estupidez que dijiste. Tecleando tu nombre en google más el nombre de alguna red social vas a estar retratado para toda la eternidad, así que mejor empieza a sonreír.

Quinto problema, me he quedado traspuesto y ni me he enterao

Hay estudios que afirma que mucha gente se busca a si misma en internet, lo cual da una idea de lo idiotas que llegamos a ser, porque que te busques a ti mismo cuando eres tu quién está escribiendo es que o bien tienes un problema serio de propiocepción o te has pasado con la medicación. En cualquiera de los casos, yo creo, o más bien confío, en que la gente no pierde el tiempo con estas tonterías, así que no es probable que te enteres del desaguisado que se ha creado en internet por la burrada que has soltado. Es más, si te enterarás será tarde y mal. No tendrás tiempo de rectificar de forma adecuada, y si lo consiguieras, el mensaje no llegará a todos los sitios que debería, ya sabemos todos lo divertido que es cuando algo se convierte en viral y va saltando de plataforma en plataforma y al final, se le pierde el rastro.

Sexto problema. ¿Quién se acuerda de las gomas de nata Milan?

Podríamos intentar borrar nuestro rastro, intentar eliminar esa tontería que hemos hecho, pero es complicado. De todos es sabido que las empresas tecnológicas tiene prohibido por contrato comprar gomas de borrar. Por mucho que tu pidas que eliminen el comentario, te van a poner tantas pegas, documentos, informes, fax, cartas ordinarias a países estrambóticos, que al final, el coste de eliminar la información es tan alto, que casi mejor que te vendas el piso y te vayas al campo a cultivar patatas y hortalizas varias.

Séptimo problema, es difícil evolucionar.

Hay un dicho que reza: si de joven no eres de izquierdas es que no tienes corazón, y si de mayor no eres de derechas es que no tienes cerebro. No voy a entrar si es verdad o no, lo relevante es que una persona puede evolucionar, cambiar sus principios, valores y pasar de una cosmología a otra distinta. Con internet y su memoria instantánea de todo nuestro pasado, esto es más complicado. Si das un paso en una dirección distinta a la que defendías, todo tu pasado se pondrá delante tuyo para que tus detractores se entretengan tirándote tus frases en contra tuya. 

Octavo problema, cantigas de escarnio y maldecir.

Se he dicho infinidad de veces que internet favorece la libertad de expresión y la comunicación de ideas. Cada vez tengo más claro que esto es una falacia, a la que alguien se posiciona sobre un tema sensible o polémico, esto le va acompañar toda su vida. Tomar partido de una forma clara e unívoca es algo que se puede hacer, pero las consecuencias ahora son más graves que antes de la existencia de internet. Al quedar todo registrado y guardado, y del mismo modo que en el séptimo punto, cualquier cosa que digas o hayas dicho, será usado en tu contra. Si a esto le añadimos que sea cual sea la opinión que defiendas existirá un número considerable de personas que no estén de acuerdo y te van a poner a caer de un burro. Todo esto, acaba conllevando que cada vez seamos más blancos, más cautos, más sosos y más intrascendentes a la hora de expresarnos. Básicamente nos estamos politizando, escribimos párrafos y párrafos que no tienen ni chicha ni sustancia y que son más un producto de marketing para quedar bien y no ofender a nadie que una definición de postura personal.

¿Es esto el fin de la cultura?

No. Yo como mínimo seguiré olvidándome de vez en cuando de estos problemas y diré lo que pienso y asumiré el coste, y confío que algún día aprendamos que la libertad consiste en defender que la gente que no piensa como tu se exprese, y se exprese con corrección. También confiaré que podrás borrar tu pasado en la red sin tener que acudir a abogados, notarios, empresas, faxes, burofaxes y bulas papales… pero como decía el Lennon, you may say I’m a dreamer but I’m not the only one.

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