Alemania gira a la derecha para salir de la crisis: la CDU gana y los ultras logran un resultado histórico

El presidente de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, durante el acto de celebración de los resultados electorales.

En 2015 se estrenó Ha vuelto, una película enormemente polémica en Alemania. Su premisa era atractiva: qué pasaría si el mismísimo Adolf Hitler despertara por arte de magia en nuestro mundo y se anduviera paseando por las calles de Berlín. Pero era su formato de documental improvisado lo que cautivó al público e hizo de ella un auténtico fenómeno en Netflix. En varias escenas el actor caracterizado como ese supuesto Hitler resucitado salía a hablar con los ciudadanos alemanes para preguntarles su opinión sobre la democracia o la política. Mientras algunos viandantes le insultaban e incluso le intentaban agredir, otros se sacaban fotos con él, le felicitaban, e incluso realizaban el saludo nazi. Oliver Masucci, actor que interpretaba a Hitler en la cinta, aseguraba años después que tuvo miedo al ver esas reacciones positivas de la gente: “Era algo que antes nadie se atrevía a decir ni a hacer en Alemania, lamentablemente ahora es distinto, con estos populistas de derechas”, señalaba en una entrevista.

En el momento de realizar la película, Alternativa para Alemania (AfD), el partido al que veladamente se refería Masucci con sus palabras, tenía algo más de 2 millones de votos y no había ni siquiera logrado pasar la barrera del 5% de representación en el Bundestag. Este domingo, ese mismo partido ha logrado quedar en segunda posición en las elecciones alemanas, con un 20% del voto, y prácticamente doblando su apoyo de 2021. Es el mejor resultado de la historia del partido y de una fuerza de extrema derecha en Alemania desde el final de la Segunda Guerra Mundial en unos comicios que han sido los que más participación han tenido desde la reunificación (83%).

Su ascenso confirma el auge ultra en Europa, también en el país más importante del Viejo Continente, donde durante décadas ha actuado un cordón sanitario prácticamente irrompible a nivel federal (no tanto en los municipios, donde sí se han realizado pactos puntuales). Sin embargo, la crisis económica en la que está sumida Alemania desde la invasión rusa de Ucrania, el descontento de la población por la frustración de ver su país a la deriva y, sobre todo, su discurso antiinmigración, el cual ha sido copiado por prácticamente todo el arco parlamentario, ha hecho que AfD, pese a ser una de las extremas derechas más radicales de Europa, haya logrado un resultado histórico. Según las encuestas, la principal preocupación para los alemanes de cara a las elecciones de este domingo era la migración. Hasta un 44% de los votantes la consideraban como tal, una cifra 33 puntos mayor que en 2021.

Del descontento por la gestión del Gobierno sin duda también se ha beneficiado el ganador de las elecciones, Friedrich Merz, líder de la CDU y el que con toda seguridad será el próximo canciller de Alemania, a falta de conocer quienes serán sus compañeros en el Ejecutivo. Los conservadores llevaban más de un año liderando las encuestas pero este domingo se han quedado algo cortos en sus expectativas con un resultado del 29% y que confirma su tendencia a la baja en los últimos días en las encuestas. De hecho, la CDU solo logra subir 3 puntos con respecto a su decepcionante resultado de 2021, donde se hundieron tras ser favoritos en esos comicios.

Las polémicas durante la campaña electoral finalmente sí han pasado factura a un Merz que tendrá por delante la dura tarea de devolver a Alemania el liderazgo del Viejo Continente, no solo a nivel económico sino también a nivel político. Las alarmas saltaban el 29 de enero, cuando el político decidía aceptar los votos de AfD por primera vez en la historia del país para sacar adelante una moción en el parlamento que buscaba restringir la inmigración ilegal. El escándalo posterior con manifestaciones en las calles y la división interna de su partido, que incluso se llegó a romper durante una de las votaciones, hicieron que Merz tuviera que volver a repetir que nunca pactaría con la extrema derecha. Sin embargo, el daño ya estaba hecho.

Pese a su magnitud, ese error no forzado no ha sido el único del líder de la CDU durante la campaña electoral. Merz nunca ha sido un gran comunicador, y siempre se le ha visto como alguien frío y distanciado de la realidad alemana por buena parte de los votantes. Su popularidad es relativamente baja, y su perfil de millonario falto de carisma le ha hecho muy complicado ganar votos durante la campaña. Tanto es así, que Merz ha logrado otro hito negativo: es la segunda vez en toda la historia de la CDU que el partido queda por debajo de la barrera del 30% al quedarse con un 28,5%, algo que habla a las claras de la victoria tan agridulce de los conservadores. 

Los socialdemócratas y liberales se hunden

Más allá de la victoria de la CDU, las elecciones son un castigo terrible para las fuerzas gobernantes. Solo Los Verdes, que pierden 3,2 puntos con respecto a su gran resultado de 2021, han logrado salvarse de la debacle. El mayor golpe se lo han llevado los socialdemócratas del SPD, que bajan nueve puntos y caen de la primera a la tercera posición con un 16,4% de porcentaje de voto, el peor resultado del partido en unas elecciones desde 1887.

No es ninguna sorpresa. El canciller Olaf Scholz deja el Gobierno con una popularidad por los suelos y con un dato histórico: solo un 17% de los alemanes dicen estar satisfechos con su gestión, el dato más bajo de la historia para un canciller saliente. Su gobierno, uno de los más breves de la Alemania democrática, será recordado por las consecuencias de la guerra de Ucrania, que estalló poco después de que el socialdemócrata llegara al poder y que condicionó absolutamente toda su política. La crisis y los constantes conflictos dentro del Gobierno acabaron minando al propio Scholz, el cual terminó expulsando a los liberales de la coalición después de interminables luchas con su líder y ministro de Finanzas, Christian Lindner.

Precisamente ese partido, el FDP, ha sido el otro gran castigado. Llegaban de lograr su segundo mejor resultado desde la reunificación con un 11,46% y, finalmente se quedan sin representación al no superar la barrera del 5%. No solo pierden más de la mitad de sus votos, sino que también dejarían de ser el un partido bisagra sin poder de condicionar absolutamente nada en la política alemana tras tres años de polémicas y enfrentamientos dentro del Ejecutivo. Una situación que ha llevado a la dimisión de Lindner, que en la noche del domingo ya admitió el fracaso.

Así se ha disparado la extrema derecha alemana a pesar de su discurso cada vez más radical

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Mejor suerte ha tenido Die Linke, que ha confirmado ser la gran sorpresa de la campaña electoral. La formación de izquierda ha logrado un 8,7% del voto aupada por un espectacular crecimiento durante el último mes, en el cual pasó de estar por debajo del 5% a llegar a superar las expectativas de los más optimistas. Su campaña basada en redes sociales y enfocada a los jóvenes, grupo en el que han sido la fuerza principal por encima de la extrema derecha, ha funcionado a la perfección y les ha dado uno de los mejores resultados de los últimos años centrada en un discurso ideológico de izquierdas y basado en problemas sociales. Además, Die Linke ha sido el partido que mejor ha sabido explotar el apoyo de AfD a la CDU, movilizando enormemente a sus bases y erigiéndose como la opción indicada para frenar a la extrema derecha. 

Su éxito ha sido en buena parte a costa de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW). El partido de izquierda rojiparda, socialista en lo económico pero conservador en lo social y con un potente discurso antiinmigración y contrario al apoyo a Ucrania, se ha desinflado enormemente durante la campaña. Pese a su éxito en las municipales del año pasado en el este de Alemania, finalmente el partido quedará fuera del Bundestag por la mínima, a sólo tres décimas del 5% (4,97%), viendo como sus votantes volvían a la formación de la que, precisamente, se había marchado Wagenknecht a finales de 2023. Su condena ha sido precisamente aquello que se convirtió en su seña de identidad: el discurso contrario a los migrantes. Cuando todos los partidos adquirieron ese tipo de relatos, el suyo se vio como uno más, perdiendo presencia mediática y votantes hasta que esta noche han terminado por no entrar ni siquiera en el parlamento.

Con estos resultados, Merz podrá formar una coalición de Gobierno con un solo socio, cómo él quería. La alianza entre SPD y CDU parece la única salida viable una vez queda fuera de la ecuación la extrema derecha a causa del cordón sanitario que Merz ha asegurado que mantendrá. "El mundo no espera y tampoco nos espera a nosotros, ni a largas y difíciles negociaciones de coalición", señaló el que será el próximo canciller de Alemania. "Ha llegado el momento de hablar intensamente entre nosotros, después de las elecciones regionales de Hamburgo (el 2 de marzo), a más tardar. Espero que hayamos terminado de formar Gobierno como muy tarde en Semana Santa", dijo a la cadena Phoenix.

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