La agitada historia de la brigada 47

El futuro de Europa

Un documental de Oleh Sentsov grabado en las trincheras revela la precariedad de la ayuda militar de EE.UU.

foto Anastasia Telikova & Serhii Siviakov 18/02/2025 presentacion en Kyiv del documental sobre la brigada 47 en zhaporizhzhia, ucrania

Yana Zinkevich, fundadora de Hospitallers Medical Battalion, en silla de ruedas. De pie, la activista María Berlinska 

Anastasia Telikova & Serhii Siviakov

Recostados en uno de los pasillos de la casa del cine de Kyiv un grupo de hombres bromea entre ellos. “Él no es serio, no hable con él”, dice el de jersey negro señalando a uno de sus compañeros. Los otros lo apoyan, incluido el que va en silla de ruedas. “Él es el conductor de uno de los Bradley –los blindados estadounidenses–”, apunta otro de los chicos, el único de la pandilla que habla un poco de inglés. Se identifica como Denis y como muchos de sus compañeros todavía sufre las consecuencias de las heridas sufridas en la guerra. “El resto somos infantería”, cuenta para después asegurar orgulloso que son parte de la historia que vienen a ver. 

La historia de un grupo de hombres de la brigada 47 en el 2023, durante la fallida contraofensiva ucraniana en la provincia de Zaporiyia. Una historia similar a la que viven muchos soldados a diario, pero que, a diferencia de otras, quedó grabada en la cámara de otro integrante del grupo, Oleh Sentsov, que a su vez es director de cine, activista y exprisionero en Rusia. Los rusos lo capturaron en el 2014 después de la anexión de Crimea, de donde es originario. Quedó en libertad en el 2019 cuando formó parte de un canje, y en febrero del 2022, cuando Moscú lanzó la invasión a gran escala, se unió al ejército.

“Estos son eventos crueles de nuestro país, momentos de los que depende nuestra existencia futura, por eso tienen que filmarse”, había asegurado momentos antes Sentsov frente a los micrófonos de la prensa local e internacional que el martes llenaron el teatro para ver el lanzamiento de su documental Real, en el que la cámara de su casco graba durante 90 minutos lo que le sucede a hombres como Denis en una trinchera a la espera de ser evacuados, mientras se oyen los helicópteros, los drones, y no paran de caer proyectiles de artillería.

“Todos saben que las armas no llegaron a tiempo y eran de una calidad mucho peor de la que nos prometieron”

“Durante tres años de guerra hemos visto muchas veces imágenes de drones entrando en vehículos blindados o soldados en ataque. Lo hemos visto en las noticias. Pero no te muestran el momento esencial de cómo se ve la guerra para los hombres comunes y corrientes que probablemente nunca estarían juntos en otras circunstancias”, explica Denis Ivanov, también director y esta vez productor del documental.

Este es el caso de estos chicos, todos menores de 30 años, que provienen de diferentes partes de Ucrania, algunos del este, otros del oeste, algunos de territorios ocupados, otros de regiones muy alejadas del frente. “Aquí no ves la brutalidad de la guerra, pero puedes sentirla”, dice Denis. “Las armas no disparan solas”, había sentenciado minutos antes Sentsov al preguntarle por lo que había significado la ayuda de las armas estadounidenses, la decisión de Trump de enviar ese mismo día a su secretario de Estado a sentarse a la mesa con su contraparte rusa y de llamar a la invasión “conflicto”.

foto Anastasia Telikova & Serhii Siviakov 18/02/2025 presentacion en Kyiv del documental sobre la brigada 47 en zhaporizhzhia, ucrania

Presentación en Kyiv del documental sobre el papel de la brigada 47 en Zaporiyia

Anastasia Telikova & Serhii Siviakov

“Si nosotros no sacrificamos nuestras vidas de nada valen las armas que nos dan. Ucrania existe por nosotros”, dice Serguéi, otro integrante del grupo de la 47, una brigada que cobró relevancia en su momento porque recibió un buen número de armas estadounidenses destinadas a apoyar esa contraofensiva. “Todos saben bien que esas armas no llegaron a tiempo”, revela Serguéi mientras sus compañeros asienten. “Nos prometieron armas de buena calidad, pero en realidad eran de una calidad mucho peor. Tuvimos que adecuarlas para que pudieran funcionar como se esperaba, pero perdimos un tiempo muy valioso y por eso vemos cosas como las que están sucediendo ahora”, explica Serguéi, que hace referencia a la presión rusa en los frentes de batalla, especialmente en el este del país, donde si bien avanza muy lentamente y a un gran coste humano, ha ido ganando terreno.

Denis interviene para decir que todos están agradecidos por la ayuda. “Ha sido importante, pero lo que nos tiene con sentimientos encontrados es la decisión de Trump de reunirse antes con Putin que con Zelenski. Fue Rusia la que invadió, ¿por qué manda ese mensaje?”, insiste. Serguéi, que todavía se recupera de heridas en su mano, su hombro y sus costillas, es pesimista y teme que bajo las actuales circunstancias nada bueno puede pasarle a Ucrania.

En otro corrillo está Yana Zinkevych. A diferencia de los chicos, va vestida con su uniforme y, como otros en la sala, tiene que desplazarse en silla de ruedas. Ella tiene la idea de que, si bien en Ucrania se ha contado suficiente sobre las mujeres y los hombres que han estado al frente, no ha sucedido lo mismo en el extranjero. “Pero si quisieran, la información está ahí. Todos los interesados en la paz en el planeta, incluida Ucrania, pueden informarse sobre lo que hacemos nosotros”, dice esta mujer antes de entrar a una sala donde no queda un asiento libre. Militares y civiles se concentran en las imágenes que capta la cámara. La voz de Oleh se escucha todo el tiempo sin verse su cara. A quienes registra es a sus compañeros que a pesar de haberse quedado sin munición, sin agua, rodeados de heridos al tiempo que caen los cañonazos, no pierden la calma. Y siguen firmes, sin dejarse vencer tal como lo hacen diariamente miles de mujeres y hombres en el frente a pesar de que Trump sentencia su derrota.

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