LAS RELACIONES ESPAÑA-EEUU
Sánchez ve en Trump el revulsivo que estaba buscando para recuperar terreno frente al PP y Vox

Los titulares se suceden casi por minutos. Donald Trump ha irrumpido en la geopolítica sacudiendo por completo el terreno. Y con decisiones que ponen patas arriba el propio espíritu europeo y las relaciones hasta ahora dominantes. Entre sus planes, está una guerra comercial con la Unión Europea y expulsar a los palestinos de Gaza para crear un gran resort turístico. Arrasando a la vez con valores de la UE como la diversidad y acercándose a Vladímir Putin sin tener en cuenta a Kiev y Bruselas.
El huracán Trump representa todo lo contrario a lo que defiende el Gobierno español de coalición, el único de izquierdas que seguirá en pie en la UE tras las elecciones del próximo domingo en Alemania si se confirman los sondeos. La Moncloa hace equilibrios para no atacar directamente al nuevo inquilino de la Casa Blanca, pero sí poner frente al espejo sus políticas. Y, a pesar de que soplan aires a favor de la ultraderecha mundial, en el Ejecutivo, tanto en el PSOE como en Sumar, creen que este contexto puede activar al electorado progresista, como sucedió en la campaña del 23J ante la inminente llegada del PP y de Vox al poder.
El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, lleva dedicando tiempo en sus discursos a reflexionar sobre lo que está sucediendo en el mundo, sin citar concretamente a Donald Trump. En la reunión que mantuvo esta semana con sus parlamentarios, apeló directamente a la unión con Bruselas si se abre una guerra comercial y hacer frente a los discursos del odio auspiciados por lo que denomina tecnocasta, pidiendo una respuesta conjunta con medidas como acabar con el anonimato en las redes y poder penar a los responsables. Asimismo, telefoneó a Volodímir Zelenski, en mitad del inicio de negociaciones entre Washington y Moscú, para trasladarle el apoyo explícito de Madrid y recalcar que cualquier decisión debe tener en la mesa sentada a Ucrania, además de contar con el visto bueno de la UE en los temas de seguridad que le atañen.
Este sábado, Pedro Sánchez alertó en Donostia, donde los socialistas vascos han celebrado su congreso, de que “Vox y la internacional ultraderechista quieren destruir Europa desde dentro, y es un error histórico que el PP le dé las llaves. Por eso le exigimos al PP y a Feijóo que rompan todo acuerdo, todo pacto y todo entendimiento con el verdadero caballo de Troya de Europa. Hoy necesitamos más Europa que nunca, no menos Europa. Y esa es la decisión que tiene que tomar la derecha española”.
Aunque la política internacional parece algo distante entre los ciudadanos, cargos del Gobierno y del PSOE reflexionan que cuando entra en el debate nacional lo hace de manera fuerte, como sucedió por ejemplo con la guerra de Irak. En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, el 97,6% de los encuestados dice estar al tanto de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Y, además, el 70,9% de los españoles considera que su irrupción afectará de forma “negativa” a la economía nacional. Asimismo, el 80% cree que el plan norteamericano de expulsión de los gazatíes de la Franja no servirá para poner fin al conflicto en Oriente Medio. Más del 61% de los españoles está en contra de que la UE no sea escuchada en las conversaciones sobre Ucrania, un porcentaje similar a la preocupación por la afectación en la lucha contra el cambio climático por la llegada del magnate de nuevo al Despacho Oval.
"La activación del electorado progresista ya se nota"
Y el Gobierno español, sin entrar en una confrontación directa con Trump, está empezando a desplegar un discurso sobre el precipicio que separa ambas gestiones en un momento donde la derecha se impone en los sondeos, con especial fuerza por el ascenso de los de Santiago Abascal. En un contexto en el que Vox trata de capitalizar el descontento juvenil y en el que se ha aliado internacionalmente para hacer de España la gran pieza a batir, como se comprobó el fin de semana pasado con la cumbre ultra en la capital de España bajo el sello de Patriots.
Fuentes socialistas hacen esta reflexión: “El mayor riesgo para las democracias es la deriva de los partidos conservadores hacia el pacto o la tolerancia con los ultras. Hemos visto cómo en Estados Unidos el Partido Republicano ha sido prácticamente fagocitado por el trumpismo, y es que los conservadores tradicionales no se dan cuenta que la connivencia con la ultraderecha solo tiene como destino su propia desaparición. Feijóo abandera en Europa la triste responsabilidad de ser el primero que abrió las puertas a los ultras en un gobierno. Luego lo hizo más veces, y los ultras lo dejaron tirado y sin presupuestos en seis comunidades”.
“Feijóo, como otros, no aprende. Esperamos el mensaje claro de la CDU en Alemania para seguir con ese perímetro democrático. Vox está envalentonado por la victoria de Trump, Milei, Meloni... pero su ascenso en las encuestas se debe más a la tolerancia del PP que a factores externos”, analizan en la dirección socialista, donde inciden: “Todos los partidos, incluido el PP, deberían tener un discurso de tolerancia cero con el odio, el racismo, el machismo... La mayoría lo hacemos, pero Feijóo se desmarca. Ese es el verdadero problema para la lucha contra los ultras”.
Con este mensaje al hilo: “Los progresistas, los socialdemócratas, tenemos que ser la referencia como alternativa a los populismos ultras. Somos una alternativa que funciona; no hay soluciones fáciles y populistas a problemas complejos, y los socialdemócratas estamos demostrando en España cómo se gestiona una economía y se pone a la cabeza del mundo desarrollado con justicia social”. Fuentes del Gobierno explican que ya se está viendo la activación del electorado progresista en las encuestas desde la llegada de Donald Trump, aunque también se aprecia que también beneficia a la opción de Vox.
Un acicate para la unión de las izquierdas
Cargos tanto del PSOE como de Sumar consideran que el contexto internacional debe ser un acicate para que el espacio a la izquierda de los socialistas empieza a reconstruirse en torno a la unidad. En las últimas semanas, Sumar e IU han apremiado a ir de manera conjunta en las próximas elecciones generales. La principal piedra la pone ahora mismo Podemos, que ve lejos todavía esa negociación y se muestra sólo abierto a hablar con algunos grupos, descartando que tenga como validez Movimiento Sumar como interlocutor.
Además, en el PSOE y en Sumar entienden que también se va a evidenciar que las políticas económicas de Trump con guerras comerciales sólo sirven para empobrecer a los ciudadanos (también a los estadounidense). Asimismo, pondrán el foco en estos partidos en que las decisiones unilaterales contra la UE de la nueva administración de EEUU irán directamente contra los trabajadores y los agricultores españoles (un sector en el que Vox ha querido convertirse en una especie de salvador). La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, señalaba sobre esta cuestión en una entrevista hace una semana en infoLibre: “Esta estrategia tiene ahora el aderezo de sustituir el consenso de Washington por el de Silicon Valley. No va de atacar a la tecnocasta, sino al sistema que permite que exista”.
"Vox tiene un magnífico altavoz"
Anna López, doctora en Ciencia Política por la Universitat de València, analiza la influencia electoral de Trump en España: “Por un lado, su victoria, tan temida como esperada, le brinda ahora a Vox un magnífico altavoz, a escala planetaria, con el que difundir urbi et orbi sus proclamas nativistas, autoritarias y xenofóbicas, además de reforzar el voto útil a la extrema derecha porque les normaliza como opción política. Votar por ellos ya no es una transgresión”.
“Por otro lado, se posicionan como su principal interlocutor, pues el PP (a excepción de González Pons) se mantiene en silencio. Y este silencio no es casual, sino estratégico: evitar dinamitar una posible relación más estrecha con el nuevo presidente estadounidense”, señala, para continuar: “Como en el primer mandato, creo que la Presidencia de un líder de extrema derecha en la Casa Blanca refuerza a sus homólogos internacionales porque los legitima como actores para gobernar, aumenta su visibilidad y su capacidad de influencia. Igualmente normaliza su programa, desde la política deshumanizadora de inmigración hasta la agenda negacionista del cambio climático. En España la política trumpista se evidenció en las propuestas de Vox como la construcción de un muro en Marruecos, su lenguaje o la estrategia comunicativa de segmentación en redes sociales”.
“De la misma manera, radicaliza las agendas del centro derecha, especialmente en materia de inmigración, que son copiadas por los conservadores tradicionales en un vano esfuerzo por recuperar votos, pero no está funcionando. A ambos lados del Atlántico, la derecha tradicional (política y medios de comunicación) adopta posiciones a las que antes se habrían resistido. La tendencia es clara: desde la intolerancia abierta hasta el trato a los oponentes como amenazas nacionales peligrosas”, indica la profesora.
Hilvana esta idea: “El mes pasado, Friedrich Merz, el probable próximo canciller alemán, rompió una promesa de larga data al confiar en los votos de la extrema derecha para adoptar una moción no vinculante que instaba a una drástica ofensiva contra la inmigración. En Francia, las controvertidas declaraciones del primer ministro centrista, François Bayrou, sobre el sentimiento de los franceses sumergidos por la inmigración fueron aclamadas por el partido de extrema derecha Agrupación Nacional como evidencia de que había ganado la batalla ideológica.
"Sánchez puede contar con la sociedad civil"
¿Puede ser este contexto un revulsivo para los votantes progresistas? López contesta: “AI igual que sucedió con otros Estados europeos, la primera victoria de Trump se vivió en España con desconcierto y preocupación. Los líderes españoles no se habían preparado para una posible llegada del magnate, pero ahora conocemos sus prácticas políticas, discursos y a los que él considera sus aliados y sus enemigos”.
"Pedro Sánchez responde al perfil de enemigo común de las extremas derechas globales porque es un socialista que defiende los derechos de las inmigrantes, de las mujeres, del colectivo LGTBI y la agenda 2030, además se opone de manera firme al modelo de democracia iliberal y autoritaria que propone Trump”, explica la profesora, que subraya sobre el presidente español: “Se ha posicionado a sí mismo como un dique de contención contra la extrema derecha global. Por eso, será crucial observar si Sánchez asume definitivamente un papel de liderazgo en Europa en la lucha contra los neo-totalitarismos y autocracias electorales que representan Trump, Milei y Orbán. Tiene pocos aliados políticos europeos socialdemócratas o conservadores que no han pactado con sus extremas derechas, pero sí puede contar con la sociedad civil. Hay cierta esperanza en que la Presidencia de Trump pueda tener un efecto unificador en Europa, y en cuestiones como la política de defensa, creo que podría serlo”.
“Sin embargo, esta estrategia podría tener un efecto contraproducente, fortaleciendo aún más la polarización interna y exacerbando las tensiones políticas y sociales en España, donde la confrontación entre modelos de país se hace cada vez más intensa y divisiva”, pone también sobre la mesa.
"Vox se come a Feijóo en este clima"
Sánchez clama contra una guerra comercial: "Si alguien la inicia, España va a estar con la UE"
Ver más
Se sumerge en este debate Pablo Simón, profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III, que indica que la irrupción de Trump “puede servir como un elemento aglutinante que haga que el electorado progresista se active, pero al mismo tiempo Vox también importa narrativas”. “El que está más en apuros es el PP”, añade.
“Al PSOE le puede interesar tener a sus terminales poniendo el foco en Trump y su apoyo a la extrema derecha, la inestabilidad mundial, el imperialismo y el anti-europeismo de su administración. Eso convierte al Gobierno en un puntal de estabilidad, aunque queda claro que tiene que ser cauto porque España no puede ir a la contra de un EEUU con Trump al frente”, argumenta Simón, quien manifiesta: “Por otro lado, Vox está crecido con la ola de antipolítica. Recoge el clima de opinión a favor de posiciones más duras con la migración, el apoyo en redes sociales, el que imiten sus estrategias. Todo eso le permite estar en el foco sin necesidad de hacer nada particular. Además, no está en gobiernos, por lo que suma el voto protesta”.
“En medio del sándwich está el PP, que cede voto a Vox, casi 800.000 ahora mismo. Tiene dificultades para capitalizar el posible desgaste del Gobierno con una posición más dura de los de Abascal. Si se reestima el voto del CIS con la cocina tradicional, ahora mismo el Partido Popular apenas está un punto por encima del PSOE. ¿La razón? Vox se come a Feijoo gracias a este clima”, concluye el profesor.