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Empujado por su pretendido aliado americano hasta la tercera fila, Volodimir Zelenski ha contemplado en Múnich cómo el nuevo régimen de Donald Trump se dispone a dirimir con Rusia el destino de Ucrania. En un penúltimo intento se ha agarrado al aliado europeo, que por su parte todavía no sabe qué lugar ocupará en este nuevo mundo salvaje de gigantes y zonas de influencia. En Múnich, la ciudad donde se firmó del apaciguamiento de Hitler, el tiempo se ha acelerado y en pocas horas parecen haber pasado años: el enviado especial de Trump dice que no ve un lugar para Europa en la mesa de paz de Ucrania, el jefe de la OTAN recomienda dejar los lamentos y abrazar la producción de armamento.... Y el líder ucraniano —el mismo que un mes antes de la gran invasión se negó a creer que Rusia fuese a lanzar un ataque masivo que llegaría hasta Kiev— proyectó a su voz más grave ante un auditorio de líderes y funcionarios europeos para advertirles de que, igual que en el siglo XX, ellos pueden ser los siguientes.
Decepcionado con las aseveraciones gélidas de EEUU, Zelenski quiere confiar en hechos europeos. En su discurso en la Conferencia de Seguridad, pidió a Europa que forme sus propias fuerzas armadas conjuntas, instando a los líderes del continente a despertar ante los tambores de guerra y "decidir su propio futuro". Las fuerzas armadas de Ucrania por sí solas no son suficientes para mantener la seguridad del segundo país más grande de Europa.
EEUU ha dicho abiertamente que no quiere seguir implicada en la seguridad del viejo continente. Zelenski se dirigió al auditorio: "Les insto a que actúen por su propio bien". Algunos, dijo, pueden estar frustrados con Bruselas, "pero si no es con Bruselas será con Moscú". El líder ucraniano avisó de que la guerra podría ir más allá de las fronteras ucranianas. Por eso, preguntó a los líderes europeos: si Rusia lanza un ataque o una operación de falsa bandera... "¿están sus ejércitos listos?" Siguiendo con los avisos, alertó de que Kiev tiene información de servicios de inteligencia que apunta de manera clara a que Rusia planea enviar tropas a Bielorrusia este verano. La última vez que eso sucedió Moscú intentó dar un golpe en Kiev.
"Nuestro ejército no es suficiente, necesitamos su apoyo". Por eso señaló que "ha llegado el momento de crear un ejército europeo", porque si Ucrania "no pertenece a la OTAN, se deberán crear condiciones para construir otra OTAN en Ucrania".
Altos funcionarios estadounidenses y rusos se reunirán la próxima semana en Arabia Saudí para discutir una posible cumbre entre los presidentes Trump y Putin. Según fuentes de la agencia Bloomberg, las negociaciones entre los líderes de ambos países están previstas para finales de febrero. La encrucijada para Kiev es cómo conservar el apoyo de EEUU sin ceder a todas las pretensiones rusas que Trump está validando. Con un punto de amargura, Zelenski lamentó que ahora "el miembro más influyente de la OTAN parece ser Putin".
El líder ucraniano quiere "paz en 2025", pero cree que será "peligroso" si Trump se reúne con Putin antes que con él. Acorralado entre las pretensiones rusas y las concesiones de su principal socio, añadió: "No podemos acordar un alto el fuego sin garantías de seguridad reales". Zelenski no ha querido firmar con Washington el acuerdo que habría otorgado a Estados Unidos la mitad de las reservas minerales de Ucrania. "Sintió que se le estaba pidiendo irrazonablemente que firmara algo que no había tenido la oportunidad de leer", dijo a la agencia Reuters uno de los asistentes a la reunión. Ucrania hará su propia propuesta.
Todas las advertencias de Zelenski llegan a los oídos de los líderes europeos cuando todavía está digiriendo la nueva actitud disruptiva de Washington en temas como la democracia y el futuro de Ucrania. La sensación en Múnich es que la Administración Trump continúa subvirtiendo, a velocidad de crucero antes de cumplir un mes en el poder, los vínculos transatlánticos.
Rutte: más armas y menos quejas
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, demandó a los países de la Unión Europea que dejen de quejarse de las posiciones de Rusia y Estados Unidos sobre la resolución del conflicto en Ucrania: "Presenten propuestas e ideas concretas, aumenten el gasto en defensa, en lugar de quejarse de su posible ausencia de la mesa de negociaciones".
Rutte aspira a presentar el gasto en defensa como una oportunidad y no como un revés. Por eso apuntó que el incremento de gasto resolverá "un enorme problema", el de la falta de producción de la base industrial de defensa, y representaría beneficios para todas las partes implicadas. "Es buen negocio para nuestros socios americanos. Si aumentamos nuestro gasto, ello conlleva dólares para la economía de EEUU". Por todo ello animó a los socios europeos de la OTAN "que se incorporen" a futuros debates sobre esta cuestión "con propuestas concretas". Rutte también insistió en que Washington sigue comprometido con la OTAN, a pesar de los recientes comentarios del secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, de que los aliados europeos "no pueden dar por hecho que la presencia de Estados Unidos durará para siempre".
En Múnich ha quedado claro que EEUU no quiere seguir en Europa y que tampoco cree que Europa deba estar a su lado en el puente de mando. El enviado especial de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, declaró en Múnich que no está claro que los europeos vayan a tener un sitio en la mesa de negociaciones cuando se discuta un acuerdo de alto el fuego entre Rusia, Estados Unidos y Ucrania. Kellogg, dirigiéndose a la audiencia en la Conferencia de Seguridad de Múnich, dijo que habrá "dos partes y un intermediario en la mesa": Rusia, Ucrania y Estados Unidos, que renuncia así implícitamente al papel de aliado de Kiev.