La doble llamada entre Donald Trump y Vladimir Putin y luego la de Trump con Volodimir Zelenski ha dejado preocupados a los ucranianos. Los soldados en el frente comparten las noticias de estas conversaciones en las trincheras gracias a las antenas Starlink del magnate trumpiano Elon Musk y se sienten confiados en poder volver pronto a casa. La mayoría de ellos desea ya un alto el fuego tras casi tres años de invasión rusa, pero no de cualquier manera.
El mensaje publicado por el presidente de EEUU, tratando con una gran familiaridad a Putin, es una mala noticia para el Gobierno de Kiev, a quien Trump se limitó después "a informar" en una llamada que duró casi una hora, mientras que la de Putin duró "hora y media".
Desde el principio Vladimir Putin pidió negociar una paz con EEUU, como si fuera Washington el impulsor de esta guerra (cuestión que casa con la narrativa rusa) y siempre dejando de lado a Ucrania como un actor secundario. Parece que este modelo Yalta, en el que Roosevelt y Stalin se repartieron el mundo en febrero de 1945 con Winston Churchill de testigo se repetirá "de inmediato", según aseguró el presidente de EEUU, satisfecho con el formato.
Tras esa conversación triangular, Zelenski escribió en su perfil de X que "el presidente Trump compartió detalles de su conversación con Putin. Nadie desea más la paz que Ucrania. Junto con Estados Unidos, estamos definiendo los próximos pasos para detener la agresión rusa y garantizar una paz duradera y fiable. Como dijo el presidente Trump, hagámoslo". Para Zelenski, la segunda parte de la partida iniciada se dará en pocos días en la reunión de Ramstein (Alemania) y en la visita del enviado de Trump, el general Kellogg, a Ucrania. Pero da la sensación de que el pavo está en el horno y el presidente ucraniano no está cocinándolo.
'Colegueo' entre Trump y Putin
Más allá de estas palabras, las autoridades ucranianas están preocupadas por el nivel de colegueo mostrado entre el ruso y el estadounidense y las ideas que ambos manejan sobre el llamado "día después de la guerra". De nada han servido los compromisos del plan Victoria de Zelenski, impulsado durante muchos meses ante sus aliados. Trump ha movido las porterías y ya veremos en qué dirección.
Para Ucrania es imprescindible que ese tratado de paz contemple, incluso a pesar de la pérdida de algunos territorios, unas garantías de seguridad de las que Washington ahora parece no querer participar. Desde luego, no con la OTAN, pero ni siquiera fuera de ella. Para la Administración Trump, la gestión de la paz y de la línea de contacto entre Rusia y Ucrania debe ser cosa de Europa, y son los europeos los que deben desplegar tropas suficientes para resultar disuasorios contra Rusia.
Algo que, viendo los raquíticos presupuestos de Defensa, la actitud dubitativa de los líderes europeos y el anticuado nivel de muchas fuerzas armadas, parece poco probable. Con los líderes de Alemania y Francia en franca decadencia política y países como España, Portugal, Italia o Grecia ensimismados con sus propios problemas, a Ucrania sólo le queda la lealtad de los bálticos, los escandinavos y sus aliados del Este comandados por Polonia.
Rusia conseguiría de alguna manera un trato defendible de cara a su propio pueblo y una salida momentánea del laberinto ucraniano en el que se metió hace casi tres años sin que haya logrado ninguno de sus objetivos militares, como era la toma de Kiev en primer término, con la sustitución de su presidente, y después la ocupación completa del Donbás.
La Unión Europea se ha puesto de perfil, a pesar de todas las sanciones que ha puesto a la economía rusa. ¿Será esto objeto de negociación? ¿Pero cómo vas a negociar cuando no estás sentado en la mesa?