THE OBJECTIVE
Hastío y estío

Karla Sofía Gascón y la inquisición progre

«La misma a la que canonizaron y convirtieron en el más bello de los ángeles, ahora es el demonio más perverso»

Karla Sofía Gascón y la inquisición progre

La actriz Karla Sofía Gascón. | Ismael Rosas (Zuma Press)

Que las mujeres trans sólo son ejemplares cuando lo dice el «progrerío» de ahora es algo que no nos ha cogido por sorpresa. Los que llaman fascistas a todo el mundo en cuanto no se está de acuerdo con lo que ellos piensan, se encargan con sus actos y opiniones de saber de lo que hablan, pues predican con el ejemplo. 

Que no tienen claro sus preceptos e ideas es algo que los demás sí que lo tenemos desde hace tiempo. El caso que hoy nos ocupa, que es el de Karla Sofía Gascón, es un perfecto ejemplo de ello. Cuando salió la nominación de una mujer trans española a los premios Oscar, todo ese wokismo español se alegró de ello como si les hubiera tocado la lotería. Ellos, que son los únicos que defienden a las minorías, siempre que piensen como ellos, claro está. A este grupo de «ultras», pues ellos y ellas sí que lo son, defensores de todos los desfavorecidos mientras tengan la misma ideología y forma de pensar de ellos, no les gusta que nadie, y menos los que supuestamente han decidido que tienen que ser de los suyos, tengan una opinión distinta a la que ellos obligan a tener. 

A Karla Sofía Gascón le han sacado tuits de hace algunos años donde arremete contra islamistas y católicos, también contra las políticas progres, y otros son directamente racistas. Si la inquisición «progre» sale a defender a estos es porque sacan beneficio económico y electoral, aunque luego hayan demostrado que no les importan nada, y ejemplos hay bastantes de ello. Uno puede ser Bertrand Ndongo, reportero negro de Periodista Digital. Un «negro malo», pues no tiene las mismas ideas de luz que estos. El respeto y la libertad de opinión no va con ellos, y luego no se quitan la palabra fascista de la boca. Y es que tontos lo son bastante, por no decir retorcidos, malvados y sobre todo autoritarios. Para ellos un negro no puede ser de derechas. Y si lo es, será tratado como un perro sarnoso que no merece nada, como Ana Pardo de Vera se encargó de hacer con él. Lo mismo ha pasado con gitanos u homosexuales cuando han demostrado simpatías por ideas conservadoras o de derechas, como por ejemplo el youtuber Infovlogger.

El último caso es el de la susodicha Karla Sofía Gascón. La misma a la que canonizaron y convirtieron en el más bello de los ángeles, ahora es el demonio más perverso. Los mismos que la subieron a los altares simplemente por ser mujer trans, ahora la condenan por unos mensajes de hace años. El problema no es que esos mensajes fueran en sí agresivos, sino contra quién ella ejercía esa violencia por escrito. Si se hubiera «ciscado» en Pablo Motos, Abascal, o Iker Jiménez, no hubiera pasado nada, pero eligió mal a quien atacó. 

También está ese tema tan central en nuestros tiempos de separar la vida de la obra. Yo no sé si esta inquisición «progre» es capaz, pero un servidor sí que lo es. Puedo ver a un buen escritor como Céline, aunque como persona haya cometido actos repugnantes. Disfrutar de la prosa de Hamsun, que ganó el Nobel de Literatura, aunque él sí apoyara a los nazis. Michael Jackson ha sido un artista que cambió el paradigma de la música moderna con un talento extraordinario. Que luego fuera un asqueroso pedófilo no le quita ni un gramo a su arte. 

Bob Pop, desde su púlpito panfletario de la Cadena Ser, le dio el golpe definitivo a Karla Sofía Gascón. La periodista independiente de las mañanas de ese programa, Àngels Barceló, le preguntó al oráculo de lo que está bien hecho por los tuits de esta actriz. Cómo no, sentenció con su respuesta, le «recomendó» abandonar su profesión y que se aislara en algún lugar recóndito. Le bajó el dedo, como el emperador romano hacía con los cristianos y los gladiadores. Una muerte civil.

Los Oscar tienen pensado quitarle la nominación, y ella, aconsejada por los productores de la película, ha decidido no ir a la gala de los Goya de este sábado. La plataforma Netflix, dueña de los derechos de la película, la ha eliminado de toda promoción de la película. El director, Jacques Audiard, que odia nuestro idioma de Cervantes, tampoco quiere saber nada de ella. La editorial Dos Bigotes especializada en literatura LGTBI, ha decidido cancelar la publicación de su próximo libro, Karsia, prevista para el 17 de marzo, por esos tuits. La cultura de la cancelación está dando sus últimos coletazos, pero como se ve aún le queda algo de fuerza y aprovechará todo lo que le dejen. Uno pensaba que las palabras se las llevaba el viento, y sobre todo cuando se quedan en un lugar tan poco noble como es una red social. El que esté libre de este tipo de pecado que tire la primera piedra, y quede sepultado para siempre. 

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