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Estados Unidos intenta calmar a Ucrania ante la ofensiva rusa en Járkov, que evidencia la debilidad del ejército de Kiev

El secretario de Estado, Antony Blinken, promete en Kiev más armas para evitar que los rusos tomen Járkov y expandan la guerra por el norte de Ucrania.

Anthony Blinken
Anthony Blinken durante su visita a Kiev este pasado martes. EFE/EPA

La visita sorpresa de Blinken a Kiev, con la promesa de más armas, llega en uno de los momentos más complicados para Ucrania: está en marcha una nueva ofensiva rusa en la región de Járkov, el ejército ucraniano es incapaz de cubrir con suficientes hombres toda la línea del frente bélico y, además, la superioridad aérea rusa es cada día más decisiva en esta guerra.

"Sabemos que éste es un momento difícil. Pero también sabemos que a corto plazo la asistencia está en camino, que parte ya ha llegado y que llegará más", dijo Blinken a Volodímir Zelenski en su cuarto viaje a Kiev y el primero después de que el Congreso estadounidense desbloqueara un paquete de 61.000 millones de dólares destinados a Ucrania, parte de ellos para la compra de armamento.

Esta ayuda "marcará una diferencia real ante la actual agresión rusa en el campo de batalla", prometió Blinken. Ya este lunes, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, afirmó que parte de esa ayuda está ya en el frente bélico, aunque no se especificó en cuál de ellos, puesto que Rusia acaba de abrir un nuevo teatro de operaciones en el norte de Ucrania, en la región de Járkov.

El frente de Járkov pone a Kiev contra las cuerdas

Mientras Blinken llegaba a Kiev, caía en manos rusas la localidad de Bugrovatka, la última de la decena de poblaciones que el ejército del Kremlin ha capturado en menos de cuatro días en Járkov. Esta región era antes de la guerra una de las zonas más ricas de Ucrania. Su capital, con el mismo nombre, es la ciudad más populosa de Ucrania con 1,8 millones de habitantes, y uno de los centros industriales del país, de ahí su interés estratégico.

El nuevo frente abierto por el ejército ruso en el norte de Ucrania avanza hacia la ciudad de Vovchansk, a cinco kilómetros de la frontera rusa y en cuyos suburbios combaten ya las tropas de Moscú. Su captura puede dar a los rusos una base desde donde amenazar Járkov, a 30 kilómetros de la frontera, y hacer una pinza con las fuerzas del Donetsk para obligar a un mayor repliegue ucraniano hacia el oeste.

Pero no parece que sea la toma de Járkov el objetivo inmediato de esta ofensiva, en la que pueden estar participando unos 30.000 soldados, según los informes ucranianos.

El ejército ruso, con esta operación puesta en marcha el 10 de mayo, en primer lugar quiere obligar a los ucranianos a movilizar hacia Járkov, para defender los accesos a su capital, a importantes contingentes de soldados que están luchando en Donetsk, en las inmediaciones de Avdivka, donde los combates son más encarnizados y donde los rusos tienen la iniciativa.

No hay armas ni suficientes soldados ucranianos

A la escasez de munición para la artillería convencional y las lanzaderas de misiles que supuso el parón en el suministro de armas durante medio año, se une la carencia de suficientes soldados ucranianos para garantizar el refresco de unidades en los distintos escenarios bélicos de esta contienda.

Otro de los escenarios que se está planteando el alto mando ucraniano es que los rusos puedan abrir otro frente más, al noroeste de Járkov, en la vecina región de Sumi, como reconoció este martes el jefe de la inteligencia militar ucraniana (GUR), Kirilo Budánov. El jefe de espías ucraniano afirmó que hay pequeños contingentes a lo largo de esa frontera de la región de Sumi con Rusia que estarían esperando las órdenes concretas para incursionar en Ucrania.

Según el centro estadounidense de análisis estratégicos Institute for the Study of War (ISW), la ofensiva rusa en Járkov, sin ser a gran escala, tiene el potencial suficiente para frustrar una futura acción terrestre ucraniana sobre la región fronteriza de Bélgorod, en la Federación Rusa, atacada por los ucranianos en los últimos meses. A la vez, obliga al ejército de Kiev a dividir sus fuerzas. Para el ISW, esto demuestra que los rusos están pensando en una guerra larga.

"Somos conscientes del nerviosismo que están experimentando, no solo en Kíev, sino también en las capitales europeas y Estados Unidos, por la operación militar en curso", aseveró el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al comentar la visita de Blinken este martes a la capital ucraniana.

Superioridad aérea rusa

En su reunión con Blinken, Zelenski dejó claro cuál es el problema más acuciante para la campaña bélica en el lado ucraniano, más incluso que las dificultades para el reclutamiento de nuevos contingentes de soldados.

El "mayor déficit", explicó Zelenski, está en los sistemas de defensa antiaérea que suministra Occidente a Ucrania. Según el líder ucraniano, la aviación rusa está llevando a cabo ataques aéreos desde distancias en las que los sistemas antiaéreos ucranianos no pueden derribar a sus cazabombarderos. Así, el ejército ruso está destruyendo muchas infraestructuras críticas de Ucrania y dejando a millones de personas sin luz y electricidad.

Según Zelenski, pasa demasiado tiempo desde que Occidente promete estos sistemas antiaéreos y el momento en que llegan al frente.

"Realmente hoy necesitamos dos [sistemas antimisiles] Patriot para Járkov, para la región de Járkov, porque allí la gente está ahora siendo atacada. Los civiles, los militares, todos están bajo los misiles rusos”, manifestó Zelenski.

Tal y como explicó el ISW en su informe sobre el curso de la guerra, Rusia está utilizando en esta campaña de Járkov una táctica ya empleada con éxito en Avdivka y otros campos de batalla en el Donetsk: el uso de bombas planeadoras con una gran potencia destructiva, que están siendo arrojadas por los aviones rusos desde fuera del espacio aéreo ucraniano, lejos del frente, reduciendo así los riesgos para las aeronaves.

Necesidad de derribar el santuario aéreo ruso

Según el ISW, la única manera de vencer la batalla de Járkov es acabar con ese "santuario" inviolable que supone el espacio aéreo ruso, desde donde se atacan los objetivos en tierra ucranianos con unas bombas que no pueden ser abatidas por los misiles de la defensa ucraniana.

Por ello, añade el ISW, también es importante que los misiles que donen los estadounidenses puedan derribar aviones en ese espacio aéreo ruso, circunstancia que no acaba de gustar en el Pentágono, pues acerca un poco más la confrontación directa entre Moscú y Washington.

Al contrario que otros aliados occidentales de Kiev, como el presidente francés, Emmanuel Macron, que aboga incluso por enviar tropas europeas a luchar en los campos ucranianos, Estados Unidos tiene mucho cuidado a la hora de plantear acciones militares que reduzcan más el margen de maniobra ante un posible choque directo con Rusia.

En breve llegarán a Ucrania los aviones estadounidenses F-16 con una gran capacidad y prestaciones. Sin embargo, no serán despachados estos cazas por Estados Unidos, sino por países europeos, como Dinamarca, que disponen de ellos. Moscú volvió a señalar esta semana que considerará tales aviones, capaces de portar armas nucleares, como una amenaza directa de Occidente.

Plan estadounidense para revertir la guerra

Tal y como explicaron funcionarios de la Casa Blanca a la prensa estadounidense que viajaba con Blinken, este viaje ha sido clave en primer lugar para tranquilizar a los ucranianos de que Estados Unidos está con ellos y que hay en camino más armas. Más importante, según las fuentes, es el plan que Blinken ha llevado a Zelenski para reforzar las defensas aéreas ucranianas y "retomar cada vez más la iniciativa en el campo de batalla".

Entre los sistemas de armamento aprobados por la Casa Blanca el pasado 24 de abril había munición de artillería, pero también misiles de largo alcance ATACMS e interceptores antiaéreos. Gran parte de estas armas han llegado ya al frente, confirmaron esos funcionarios.

Este lunes, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca corroboró que el Pentágono está acelerando el ritmo de entrega de este tipo de armas. Se trata, dijo Jake Sullivan, de "revertir" la actual desventaja del ejército ucraniano. Los retrasos de más de medio año antes de la aprobación de la multimillonaria ayuda propuesta por el presidente Joe Biden “pusieron a Ucrania en un agujero y ahora estamos tratando de ayudarles a salir de ese mismo agujero lo más rápido posible”, aseguró Sullivan.

Sin paz no hay OTAN para Ucrania

Blinken y Zelenski también abordaron el ámbito diplomático de la guerra contra Rusia y el presidente ucraniano subrayó la necesidad de que Estados Unidos y su influencia internacional impulsen a más países a participar en la Conferencia de Paz para Ucrania que se celebrará en junio en Suiza.

A esta conferencia no ha sido invitada Rusia, de ahí que el Kremlin la considere una farsa. Otros países de relevancia internacional, como China, han remarcado la necesidad de que se abran auténticas conversaciones de paz en las que Rusia tome parte, sobre todo porque es quien ahora tiene la sartén por el mango en un 18% de Ucrania, la ocupada y anexionada por Moscú.

Asimismo, Blinken y Zelenski abordaron las aspiraciones de Ucrania para convertirse en miembro de la OTAN, algo que no sucederá pronto, al menos mientras esté en guerra con Rusia. Con esta perspectiva, algunos miembros de la Alianza Atlántica están firmando acuerdos bilaterales de seguridad con Kiev. Así puede ocurrir con España en la visita prevista para el viernes del presidente Zelenski a Madrid.

Estados Unidos está negociando ahora las condiciones y alcance de un acuerdo similar con Ucrania que se encuentra en las etapas finales. Este tipo de acuerdos fue propuesto por el Grupo de los Siete países más ricos del planeta (G7) en la cumbre que la OTAN celebró el año pasado en Vilna. El objetivo era determinar "compromisos y acuerdos de seguridad a largo plazo" con Ucrania.

Kiev pide que estos acuerdos bilaterales tengan alcance internacional, pero que no aparten a Ucrania de su objetivo final que es sumarse a las filas de la OTAN.

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