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La OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell o cómo la banca entra en una lucha de poder frente a los intereses de la ciudadanía

BBVA se lanza a la compra del Sabadell tras el rechazo a una fusión amistosa, en una operación no vista desde los años 80 en España, aunque es una práctica más habitual entre los bancos europeos.

Los logos de BBVA, Banco Sabadell y Banco Santander en sendas sucursales vecinas en Madrid. — Susana Vera / REUTERS
Los logos de BBVA, Banco Sabadell y Banco Santander en sendas sucursales vecinas en Madrid. Susana Vera / REUTERS

La pugna por el poder entre las entidades bancarias arranca en España con una maniobra (casi) sin precedentes: la OPA hostil que este jueves ha lanzado el BBVA contra Banco Sabadell, después de que esta entidad hubiera rechazado una fusión pactada. Se acabaron, por el momento, las conversaciones amistosas y la operación adquiere un cariz más agresivo, propio de los países anglosajones a los que la banca española empieza a copiar.

Tanto si se materializa como si no, el movimiento entre BBVA y Banco Sabadell ha agitado al mercado. La fusión de estos dos bancos aumentaría hasta niveles "preocupantes" el nivel de concentración bancaria en España, según las métricas del propio Banco Central Europeo (BCE), supondría la destrucción de puestos de trabajo, el despido de un número todavía no cuantificado de personal, además de aumentar el riesgo de exclusión financiera en determinadas zonas de España, y de reducir la calidad de los servicios al cliente, ya mermados en los últimos años tras el cierre de cajeros automáticos, sedes, y reducción de personal de ventanilla en favor de la implantación de las nuevas tecnologías y de la deslocalización de los servicios.

La operación de compra pública (oferta pública de adquisición de acciones, u OPA) tiene una diferencia esencial respecto a la oferta de compra de la semana pasada: si la semana pasada se planteaba negociar una absorción con el consejo de administración del Sabadell, la operación de ahora está dirigida directamente al accionariado de la entidad catalana, al margen de la opinión de su órgano de gobierno. Este es el matiz que aporta a esta OPA el calificativo de hostil.

La OPA de carácter hostil se ha convertido en los últimos tiempos, en una herramienta habitual entre las empresas de sectores como la energía o la construcción, pero no así en el mercado bancario, donde su práctica es casi inexistente.

El logo del BBVA en lo alto de su antigua sede  en la Plaza de Cataluña de Barcelona. EFE/Quique García
El logo del BBVA en lo alto de su antigua sede en la Plaza de Cataluña de Barcelona. Quique García / EFE

Es casi una operación sin precedentes porque habría que remontarse cuatro décadas para encontrar una operación similar, la opa hostil del entonces Banco Bilbao (en ese momento, la cuarta entidad del mercado, que luego, a través de fusiones, ha dado lugar al actual BBVA) y Banesto (la segunda del ranking). La defensa frente a la oferta del banco vasco fue la operación que colocó en la cúspide de Banesto a Mario Conde, que controló el banco hasta diciembre de 1993, cuando fue intervenido por el Banco de España (y posteriormente absorbido por el Banco Santander).

Cuarenta años después de aquella opa del Bilbao sobre Banesto, y con un escenario bancario en España muy diferente, más concentrado y "más anglosajón en sus modelos de actuación" se produce una nueva OPA hostil, "con matices", explica el economista Julio Rodríguez (expresidente del banco hipotecario de España, Caja de Ahorros de Granada).

Los pactos han sido el modelo más frecuente de fusión entre las entidades bancarias en España. Y esto se debe en parte a las características del sistema capitalista español, "más primario y menos agresivo que el anglosajón", explica el economista Julio Rodríguez. Las Operaciones de compra Pública lanzadas al accionariado sin el beneplácito del órgano de decisión es un modelo que, aunque frecuente en otras latitudes, ha llegado a España de forma tardía porque "nuestra evolución ha sido más lenta" y porque el poder bancario español se ha "concentrado tradicionalmente en siete grandes bancos" comenta Rodríguez. El periodo franquista impuso en el sistema financiera nacional un clima "más conservador, menos dado a experiencias intensas como las que conlleva una OPA hostil", aclara el economista.

La crisis de 2008 y su posterior repercusión en el panorama bancario han ido cambiando el escenario, dando entrada a mayor número de inversores extranjeros y a un cambio interno en el modelo de gestión y de actuación de las entidades del sistema financiero en España.

Aunque estrictamente ligados a los efectos directos de la crisis, los primeros pasos hacia esa transformación del mercado bursátil tuvieron como protagonistas a las cajas de ahorros; desaparecidas casi en su totalidad en las operaciones de 2012 y 2013. "Fueron fusiones, pero se les consideró procesos de saneamiento, derivados de la difícil situación en la que quedaron estas entidades por la profunda crisis bancaria de 2008", explica Julio Rodríguez. Unos movimientos en los que el economista recuerda que tanto el Estado como el Banco de España intervinieron para "hacer más atractivas las operaciones para los bancos, incluso modificando normativa en favor de las mismas", añade.

¿Podrían haberse lanzado OPAs hostiles en aquel momento? La respuesta es sí, pero el escenario seguía siendo "conciliador" y hecho "al diálogo entre las partes implicadas", lo que hizo que "no fuera necesario poner en marcha este mecanismo", explica el expresidente del banco hipotecario de España.

Una década después de aquellas primeras operaciones, con un mercado bancario que ofrece al cliente casi una quinta parte de la oferta que le daba antes de la crisis del ladrillo en 2008, tras la negativa el martes por parte del Banco Bilbao a la oferta del BBVA, este último mueve ficha y lanza una OPA hostil sobre el 100% del Banco Sabadell, por el mismo valor que le ofrecía hace una semana, una acción nueva a 4,83 del BBVA, y "todo en papel, nada en dinero metálico", recalcan los economistas. Un punto importante que "echa para atrás" a quienes tiene que tomar la decisión última.

Una operación que no convence a nadie

Las voces han comenzado a sonar casi al unísono y todas en negativo. El Gobierno central ha "rechazado" esta operación, y argumentan diferentes motivos. En sus redes sociales, la vicepresidenta segunda del Gobierno, ministra de Trabajo y Economía Social y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ha advertido de que la oferta pública de adquisición (OPA) de carácter hostil es una operación "contraria a los intereses de España". Díaz subraya además esta maniobra supondría "liquidar al Sabadell en beneficio sólo de los fondos de inversión extranjeros que son propietarios del BBVA". A este respecto, los expertos advierten que "el problema no es que sea hable de capital español o extranjero, sino de la concentración de ese capital y el riesgo que conlleva para las cuentas públicas" porque "el Ibex ya está controlado por inversores extranjeros", recuerda el economista Carlos Sánchez Mato.

Con los datos en la mano, BBVA y Sabadell comparten a más de una docena de accionistas, la mayoría grandes fondos de inversión extranjeros. BlackRock, Inc. posee el 3,1% del Sabadell y el 5,8% del BBVA. The Vanguard Group, Inc. tiene 3,7% del Sabadell y el 4,1% del BBVA. Norges Bank Investment Management, cuenta con el 1,3% de las acciones del Sabadell y con el 3,2% de las acciones del BBVA. Y Dimensional Fund Advisors LP supone ahora mismo el 3,1% del accionariado del Sabadell y el 0,6% del BBVA. Sólo entre los cuatro primeros inversores compartidos suman más del 25% del accionariado entre ambas empresas, y la suma total de los 12 accionistas principales comunes a ambas entidades suman el 33,5% de sus acciones totales. Estas cifras dan peso a las voces que ponen el acento en "la lucha por el poder" como principal causa de la situación que se ha desencadenado en el sistema bancario español con el anuncio de la OPA hostil del BBVA hacia Banco Sabadell.

Esta última tesis la refrenda el también economista Julio Rodríguez, que encuentra que lo predominante en este escenario recién abierto es "la lucha de poder", protagonizada especialmente por el BBVA que "quiere estar más fuerte, acercarse al Santander", argumenta, y recuerda que, de llevarse a cabo esta fusión, ahora o en el futuro, 3 bancos tendrían el 70% de los activos de toda España.

De la parte del Banco Sabadell, la lucha no viene tanto por el poder como por "intereses y generosidad" en la transacción, denuncia Sánchez Mato, y cuenta cómo "algunas voces apuntan que la razón de la negativa que ha provocado la OPA hostil es que no se les ha ofrecido suficiente dinero, y otros alicientes, a los miembros del consejo de administración del Sabadell". Esto ha desencadenado un escenario más hostil de cara al público, "aunque en privado las conversaciones se seguirán desarrollando", asegura el economista.

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, también ha manifestado su oposición a la OPA "tanto en la forma como en el fondo", porque introduce "efectos lesivos potenciales" en el sistema financiero español porque supondría una mayor concentración y esta "podría tener impacto negativo en el empleo y en la prestación de servicios financieros". Más tajante ha sido la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que ha deslizado la posibilidad de que el Gobierno se niegue a aprobar la operación.

Su socia en el Gobierno, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz,  ha subrayado que esta OPA "destruiría mucho empleo, provocaría exclusión financiera y más oligopolio". En este sentido los expertos recuerdan que "un oligopolio no es un mercado de competencia perfecta" y que quienes terminan pagándolo "son los consumidores, con créditos y productos más caros y no la banca", subrayan los expertos.

Desde el Banco Central Europeo (BCE) aunque no se posiciona claramente sí que ha recordado qué "tendrá que analizar la operación" y que los estándares a cumplir son altos, según ha manifestado Elizabeth McCaul, del Mecanismo Unico de Supervisión.

La variable la de la territorialidad la han esgrimido en sus declaraciones políticos de todos los colores: el popular Carlos Mazón, president de la Generalitat Valenciana, preocupado por la posible salida de la sede del Banco Sabadell de la comunidad y con ella la rentabilidad que conllevan sus operaciones (aunque a nivel nacional en el PP ha sido más prudentes en sus declaraciones, al señalar que respetarán las decisiones que tomen las sociedades privadas); y Pere Aragonès, actual president de la Generalitat de Catalunya y candidato en las próximas elecciones por ERC, a quien le preocupaba "la concentración excesiva" y la pérdida de "servicios" para los usuarios de la banca.

Ante esta preocupación desde todos los planos de la política española, Julio Rodríguez, propone "fortalecer y dar más peso" a la banca pública española. En oposición a lo que sucede en países como Francia o Alemania, donde la banca pública es fuerte, en España, en la década de los 90 se acabó con este modelo bancario, provocando que el sistema financiero español sea desde entonces "menos simpático a los ojos del cliente", explica Rodríguez. Para el expresidente del banco hipotecario de España la clave sería fortalecer al Instituto de Crédito Oficial (ICO), "con el menor gasto público posible, por lo que se podría utilizar el 17% que el Estado posee en Caixabank para capitalizar y reforzar" a esta entidad pública que podría dice, de paso, "financiar vivienda de promoción social, créditos, inversiones, y otros temas que las entidades grandes no les resultan atractivos", pero que son vitales para la ciudadanía en España, concluye.

¿De quién depende el desenlace de la operación?

Finalmente, dependerá del accionariado del Sabadell. A 31 de marzo pasado, el Banco Sabadell contaba con un total de 205.510 accionistas. De ellos el 58% son institucionales, o lo que es lo mismo inversores cualificados y profesionales, como fondos; y el 48% restante, accionistas minoritarios. En las decisiones de estos, especialmente "de los que tienen las mayores cuotas de acciones", apunta Julio Rodríguez, están el futuro de la operación de fusión entre ambas entidades.

Por mucho que el ministro Cuerpo haya advertido que "el Estado tiene la última palabra", lo cierto es que las OPAs están reguladas (Real Decreto 1066/2007, de 27 de julio, sobre el régimen de las ofertas públicas de adquisición de valores) y la maniobra realizada por el BBVA "aunque hostil, es totalmente legal", advierten los expertos, y recuerdan al Gobierno que, por tanto, su capacidad de maniobra legal es casi nula.

En este contexto, algunas voces críticas, como la del economista Sánchez Mato, "no entienden" aunque confiesan que tampoco les "sorprende" que el Gobierno no haya "estimulado" el desánimo hacia esta operación por parte de ambas entidades con "medidas alternativas", como por ejemplo "anunciarles una subida de las contribuciones al fondo de garantía de depósitos", propone el economista, y añade: "esto sí sería efectivo porque les daría dónde más les duele, en sus bolsillos".

El éxito de la operación genera dudas fuera pero también dentro del entorno bancario; en primer lugar, porque la oferta de BBVA no ha cambiado (canje de acciones) y la prima ofrecida se irá modificando a la vez que los títulos de BBVA bajen o suban en bolsa (este jueves han bajado más del 5%) porque la oferta no contempla ningún pago en dinero metálico, lo que resulta "menos atractivo para quienes tienen que decidir", apuntan los analistas.

Así que para conocer el desenlace de este segundo capítulo de la OPA de BBVA al Banco Sabadell habrá que estar vigilantes a los movimientos de la bolsa durante las próximas semanas, "entre dos y tres", vaticina Sánchez Mato. Dependiendo de quienes decidan "ir o no ir" en esta operación, el escenario puede ser muy diferente e "importante", porque como señala el experto Julio Rodríguez "lo que suceda cambiará el panorama actual" del sistema bancario español.

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