No han dado aún las once de la mañana y Manuel del Pino (él prefiere que le llamemos Manolo) ya está frente a la verja que separa La Línea de la Concepción y Gibraltar. Bajo la alargada sombra del peñón su coche enfila el control fronterizo en el que ha empezado a formarse una cola que amenaza con convertirse en tapón. No entra a trabajar hasta la una de la tarde, pero cada día, desde hace 20 años, sale de su casa, en la cercana localidad de Alge
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web