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Cómo Sánchez logró engañar a toda España: crac emocional, paseos por el jardín y un sol naciente
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Historia de una gran manipulación

Cómo Sánchez logró engañar a toda España: crac emocional, paseos por el jardín y un sol naciente

El presidente se aisló para hacer verosímil su obra más sofisticada. Una carta demasiado informal para convertirse en documento histórico contribuyó a pensar que era un hombre hundido. Sus socios se sienten ahora manipulados

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en la Moncloa. (Moncloa)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparece en la Moncloa. (Moncloa)
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Silencio en Moncloa, se rueda. La única manera de que el relato resultara verosímil era que nadie supiera nada. Por eso el presidente del Gobierno lo organizó todo solo, dejó al margen a su equipo y se aisló con su mujer en la Moncloa para transitar los cinco días de “reflexión” que dejaron a España en vilo. El matrimonio convirtió una supuesta crisis personal y familiar en la más sofisticada jugada política a través de una simple carta y el silencio. Un “psicodrama”, en definición de Pablo Iglesias, el mismo que convirtió la compra de su chalé en un asunto sometido a los votos de la militancia. En estos días el PSOE rozó la depresión. A cambio, Sánchez ha recibido una prueba de adhesión de toda la izquierda a su figura. También ha logrado estrechar el cordón parlamentario de sus socios, dispuestos incluso a salvarle de una cuestión de confianza en la Cámara. Todos menos Carles Puigdemont. La escena que peor salió fue la de las manifestaciones en las calles, aunque Sánchez las use como acicate para seguir, “con más fuerza si cabe”. Una gran ficción.

El PSOE despertó este lunes como el náufrago al que las olas escupen hasta la playa tras cinco días en estado de máxima agitación. “Te juro que nos creímos que había quebrado”, asegura una voz socialista de las que expresaron su apoyo al líder el sábado en Ferraz. En la sede reina el alivio. Pedro Sánchez les hizo creer a los suyos, y con ellos a todo el país, que abandonaba el barco hundido por la supuesta cacería contra su mujer.

La dirección del partido ofició el sábado los funerales de Estado en un Comité Federal convertido en un ritual de adhesión al líder. Hubo lágrimas y golpes de pecho por el presidente, que dejó de contestar a los mensajes. Entre las conjeturas internas se barajó que podía estar enfermo; al parecer, se habría sometido a más revisiones médicas últimamente. Entre los partidos de la oposición corrían teorías más oscuras: que si Marruecos, que si Israel. Mientras tanto, Sánchez se mantenía de cuerpo ausente, encerrado en la Moncloa, de donde solo han trascendido largos paseos por el jardín junto a su mujer.

La ansiedad del PSOE se convirtió en pánico el viernes por la noche. La Presidencia del Gobierno socialista estaba en juego. Los días transcurrían sin noticias del presidente, quien dejó el teléfono apartado y apenas contestaba a cuentagotas el alud de mensajes de solidaridad que le llegaron. En otras crisis anteriores, como la de su cuestionada tesis doctoral, el dirigente socialista se había quedado la noche en vela, pegado a su teléfono, según relatan sus colaboradores. Pero esta vez era distinto. Mientras, la oficina del Ministerio de Exteriores reenviaba las palabras de aliento que llegaban de algunos líderes internacionales a la causa por la “democracia”, como el de Lula da Silva, a quien al parecer sí cogió el teléfono.

Foto: El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecencia esta mañana en la Moncloa. (La Moncloa / Borja Puig de la Bellacasa)

La última vez que le habían visto sus colaboradores fue el miércoles por la mañana, en el Congreso. Sánchez llegó y se marchó con la cara desencajada tras conocerse que un juez abría diligencias sobre los negocios de su mujer. Si el rostro es el espejo del alma, apuntaban cada vez más socialistas, “Pedro se va”. “Está muy tocado”, insistían. Las pocas sospechas razonables de que todo podía deberse a una estratagema para revitalizarse eran aplastadas por sus ministros como “mezquinas”. “Si alguien más sabía el plan merece el Oscar a la mejor interpretación”, comenta ahora otra fuente socialista crítica con el espectáculo ofrecido el sábado desde Ferraz.

Más indicios de veracidad: las dudas sobre la estructura formal de la carta publicada el miércoles reforzaban la tesis de que estábamos ante un hombre “abatido” y “quebrado”, según los socialistas, porque solo así se explicaban que esparciera sus sentimientos de tal manera en un documento histórico. “Profundamente enamorado de mi mujer”. Hasta tres fuentes socialistas comentaron que el matrimonio habría mantenido una bronca en casa la víspera. “Eso lo ha escrito un hombre desesperado”, insistían. Demasiado descarnado para ser figurado, aseguraron en el partido. Demasiado cutre, señalaron sus aliados.

Lo cierto es que nadie supo de la carta, escrita en la intimidad de la pareja hasta su publicación, con la salvedad de su jefe de gabinete, Óscar López, a quien le pidió minutos antes que la publicara en las redes sociales. Y el efecto fue total dentro de España. Fuera, la prensa internacional no daba crédito: “El bochornoso espectáculo de Pedro Sánchez", titulaba ayer el influyente semanario alemán Der Spiegel.

"Si alguien más sabía el plan merece el Oscar a la mejor interpretación", comenta una fuente crítica con el espectáculo ofrecido el sábado en Ferraz

Ya el domingo por la noche, el presidente citó a Santos Cerdán, Félix Bolaños y María Jesús Montero para que acudieran por la mañana antes de la trascendental comparecencia. A las 9.15 horas Sánchez se dirigió al Palacio de la Zarzuela para comunicarle su decisión al Rey. Muchos interpretaron que su salida era un hecho, porque de lo contrario, si todo había quedado en nada, no tenía sentido pedir audiencia al Jefe del Estado. Feijóo le acusó de convertir a Felipe VI en “actor secundario” de su “última película”. Otro movimiento medido: corrió la voz de que el presidente había citado al personal de Moncloa al mediodía. Sonaba a despedida. Un elocuente chillido de satisfacción se coló en la retransmisión del mensaje de Sánchez desde Moncloa. “Síiiii”, clamaron los trabajadores.

En mitad de la agitación de estos días, la vicepresidenta y ministra de Hacienda -la eventual sucesora- cambió la fotografía de su cuenta de WhatsApp en la que rendía homenaje a su padre, fallecido recientemente. En su lugar, lucía un sol naciente. El PSOE confía en que el órdago de Sánchez sea un revulsivo en las urnas, en Cataluña y en las europeas. Otro de los elementos de la trama narrativa de Sánchez es el feminismo, con Begoña Gómez como protagonista estelar. No permitirán, avisó el presidente en su alocución a la Nación, “que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico teniendo que sacrificar su carrera profesional en beneficio de la de su marido”.

Foto: Pedro Sánchez y Begoña Gómez, en un mitin del PSOE.

En el PSOE reina un sentimiento general de alivio, si bien algunas voces temen que Sánchez haya podido pasarse de frenada para movilizar a sus bases. Para resultar creíble, insisten los socialistas y sus socios parlamentarios, el presidente debe llenar de contenido su supuesta agenda para la “regeneración democrática”. Sánchez les ha dado un relato, señalan, pero les falta concreción. La guinda del pastel lo volvió a poner José Félix Tezanos, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que sirvió de plataforma de programación electoral.

Durante este tiempo, se han escuchado pocas voces críticas desde la izquierda y los independentistas, donde se extendió el discurso de la “defensa de la democracia” contra la “ultraderecha” por encima del sinsabor de estar siendo utilizados por cálculos partidistas. Algunos como Pablo Gómez Perpinyà, exportavoz de Más Madrid en la Asamblea madrileña, sí alertaron de lo que se les viene encima: “La izquierda debería pensar en los riesgos que entraña subordinar la agenda progresista a una adhesión general, abstracta e incondicional a Pedro Sánchez”.

Pero ayer la sensación de haber sido manipulados se abría paso entre los socios parlamentarios. “Pedro es un gran cínico”, claman voces de ERC que estos días avisaban en privado de que todo podía ser fruto del “tacticismo electoral” de Sánchez. Ayer los republicanos y Junts salieron en tromba a desenmascarar las supuestas intenciones de Sánchez. Pero en público primaron los mensajes de solidaridad con la supuesta cacería (“lawfare”) judicial, política y mediática contra el presidente, lo mismo que habría sufrido el independentismo. "Lo mejor que se puede decir es que el episodio se ha acabado", cerró Aitor Esteban, el portavoz del PNV, dejando patente el malestar por el espectáculo presenciado.

Silencio en Moncloa, se rueda. La única manera de que el relato resultara verosímil era que nadie supiera nada. Por eso el presidente del Gobierno lo organizó todo solo, dejó al margen a su equipo y se aisló con su mujer en la Moncloa para transitar los cinco días de “reflexión” que dejaron a España en vilo. El matrimonio convirtió una supuesta crisis personal y familiar en la más sofisticada jugada política a través de una simple carta y el silencio. Un “psicodrama”, en definición de Pablo Iglesias, el mismo que convirtió la compra de su chalé en un asunto sometido a los votos de la militancia. En estos días el PSOE rozó la depresión. A cambio, Sánchez ha recibido una prueba de adhesión de toda la izquierda a su figura. También ha logrado estrechar el cordón parlamentario de sus socios, dispuestos incluso a salvarle de una cuestión de confianza en la Cámara. Todos menos Carles Puigdemont. La escena que peor salió fue la de las manifestaciones en las calles, aunque Sánchez las use como acicate para seguir, “con más fuerza si cabe”. Una gran ficción.

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