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Negocio y la utilidad desmedida en los arriendos: las razones del “urbanicidio” en Estación Central Opinión

Negocio y la utilidad desmedida en los arriendos: las razones del “urbanicidio” en Estación Central

Felipe Muñoz Vallejos
Por : Felipe Muñoz Vallejos Alcalde de Estación Central.
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Seamos claros: el lucro desmedido, sin ninguna consideración por la dignidad de las vecinas y los vecinos antiguos, ni menos por las personas que vendrían a ocupar esos edificios, es la base original de este drama urbano y ciudadano.


En los últimos días hemos conocido algunas publicaciones que dan cuenta de una creciente preocupación, por la caída en los arriendos de viviendas, tanto en número como en valor, en donde nuestra comuna, Estación Central, aparece como protagonista.

Para explicar el fenómeno se alude a razones de mercado, a olas degradadas de migración y a temas de seguridad. Sin embargo, nada o muy poco se dice de la razón más profunda, que está en el origen de toda esta cuestión.

Durante años hemos denunciado la devastación urbana a la que fue sometida la comuna, con la proliferación descontrolada de megaedificaciones que han significado prácticamente duplicar la población en menos de una década.

Dicho proceso, permitido e impulsado por las anteriores autoridades comunales, se amparó en una negligente interpretación y aplicación de la normativa urbana por parte de las autoridades municipales y ministeriales (Minvu), cayendo en muchos casos en ilegalidades, y en la ausencia de un Plan Regulador Comunal propio, cuya elaboración fue constantemente impedida o dilatada. De paso, debemos anotar que dicho Plan está en su tapa final y, antes de fin de año, podremos contar con él.

Seamos claros: el lucro desmedido, sin ninguna consideración por la dignidad de las vecinas y los vecinos antiguos, ni menos por las personas que vendrían a ocupar esos edificios, es la base original de este drama urbano y ciudadano.

Más aún, un porcentaje muy importante de los departamentos fueron adquiridos por sociedades que poseen varias unidades (incluso contadas en decenas), para luego ser arrendados y subarrendados, hasta donde resista el elástico, propiciando un modelo en el que migrantes –muchas veces sin situación migratoria regular– viven hacinados y son presas fáciles de arrendamientos abusivos.

Para decirlo en fácil: Estación Central fue objeto de un auténtico “urbanicidio”, cometido con plena consciencia de quienes lo ejecutaron, ya sea como autores o cómplices. No hubo consideración por las personas, ni se reparó en ninguno de los perniciosos efectos que evidentemente se iban a producir, tal como ocurrió. Solo importaron el negocio y la utilidad desmedida.

Hoy nuestra comuna está sobresaturada. Nos faltan espacios públicos, Cesfam, escuelas, jardines infantiles, comisarías, etc. Se destruyeron barrios históricos, privando a sus vecinas y vecinos de una mínima calidad de vida. Quienes llegaron a habitar las nuevas construcciones, mayoritariamente migrantes en precarias condiciones, quedaron hacinados en espacios mínimos.

Bajo esas circunstancias, los problemas de seguridad, que en Estación Central son complejos de base –dado que aquí se concentran la principal estación de trenes y los principales terminales de buses de la Región Metropolitana–, se vieron multiplicados y agravados hasta niveles antes desconocidos.

Si queremos tener una visión adecuada de un problema complejo, como la “crisis” de los arriendos, es necesario ahondar en sus razones profundas y exponerlas con claridad. Solo así podremos comenzar una búsqueda adecuada de soluciones que, por cierto, también son complejas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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