En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Latinoamérica

Haití se hunde en una escalada de violencia y miseria ante la indiferencia mundial

Policías custodian este martes los exteriores comisaría de Carrefour Aéroport, que fue incendiada la noche de ayer por miembros de pandillas, en Puerto Príncipe (Haití).

Policías custodian los exteriores comisaría de Carrefour Aéroport.

Foto:Johnson Sabin. EFE

El país caribeño se encuentra en manos de las bandas criminales y sin presidente ni gobierno

“A mi alrededor, todos están corriendo”, les decía este fin de semana a periodistas estadounidenses el doctor Ronald La Roche, director médico del hospital Jude-Anne, quien desde la semana pasada no ha podido volver a la clínica debido a la violencia desatada por grupos armados que controlan Puerto Príncipe, la capital de Haití. “Mujeres, niños y ancianos llevan maletas sobre sus cabezas, y huyen a pie –agregó La Roche a The New York Times–. Es una zona de guerra”
Mientras una siniestra alianza de bandas criminales se ha tomado las calles de Puerto Príncipe, varios edificios de gobierno, el mencionado hospital y las principales estaciones de policía, el primer ministro, Ariel Henry, anunció el lunes en la noche su decisión de renunciar y abrir el camino a un ejecutivo de transición, según reveló Mohamed Irfaan Alí, presidente de Guyana y cabeza de Caricom, la comunidad de países del Caribe que trata de mediar en medio de la grave crisis.
El fin de semana, las embajadas y oficinas consulares de Estados Unidos y de varios países de la Unión Europea, comenzaron la evacuación de su personal hacia la vecina República Dominicana, algo que el departamento de Estado en Washington justificaba por “el aumento de la violencia de las bandas en el vecindario de la embajada y del aeropuerto”.

La comunidad internacional
no puede permanecer indiferente, y conformarse con un fatalismo perezoso y criminal. Detrás hay todo un pueblo
que sufre

Miles de residentes abandonaban sus hogares y se refugiaban en edificios administrativos, pues en sus barrios les resultaba imposible seguir por cuenta del asalto de las bandas a hogares y comercios, un escenario agravado por la irrupción de estos grupos armados en la principal cárcel de la ciudad, donde liberaron a cerca de 4.000 presos.
Las bandas ganaron importancia a lo largo de los años, tras haber sido estimuladas y financiadas por políticos que las utilizaban para beneficiarse de las actividades delictivas y de la corrupción a diferentes niveles, y para ejercer control electoral y asesinar opositores, al igual que el poder político usó a los tristemente célebres tonton macoutes en tiempos del dictador François Duvalier.
Presuntos delincuentes fueron abatidos por la Policía Nacional de Haití durante un ataque al Palacio Nacional la noche del viernes en Puerto Príncipe, orquestado por la coalición de bandas armadas "Vivre Ensemble", según publicaron este sábado medios locales. EFE/ Johnson Sabin

Presuntos delincuentes fueron abatidos por la Policía Nacional de Haití durante un ataque al Palacio Nacional la noche del viernes en Puerto Príncipe, orquestado por la coalición de bandas armadas "Vivre Ensemble", según publicaron este sábado medios locales. 

Foto:Johnson Sabin. EFE

El monstruo creado por esas élites intenta ahora mandarse a sí mismo, y mandar en el país. Como explicaba en una entrevista a Le Monde, Romain Le Cour Grandmaison, doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Panteón-Sorbona, “las bandas transformaron su control territorial en dominio social, político y militar”.
Experto en sociología de la violencia y crimen organizado transnacional, Le Cour Grandmaison cuenta cómo un haitiano, hijo de una familia prominente de la capital, le explicaba la evolución de las bandas: “Vimos nacer a un león, lo criamos, el león escapó de la jaula y ya no logramos controlarlo”. Todo indica que esos grupos criminales han ganado autonomía, quieren ser más que un mero instrumento de los políticos, e incluso algunos buscan asumir el poder.

Hacia el abismo

La situación ya era complicada a mediados de la primera década de este siglo, aunque poco a poco, el país avanzaba hacia formas de democracia, con periódicas elecciones presidenciales y parlamentarias. Pero el 12 de enero de 2010, un devastador terremoto y varias réplicas altamente destructivas, seguidas de un maremoto de mediana proporción, arrasaron Puerto Príncipe y varias poblaciones cercanas en el sudeste del país.
Unas 315.000 personas murieron, cerca de 350.000 más resultaron heridas y un millón y medio de haitianos quedaron damnificados por la destrucción de viviendas, comercios, fábricas y oficinas. El país más pobre de América se hundía así en una profunda crisis social, económica y humanitaria. Las bandas criminales aprovecharon el caos para ganar control, al apoderarse de la ayuda en alimentos y medicinas y someter, por esa vía, al grueso de la población.
Policías custodian este martes los exteriores comisaría de Carrefour Aéroport, que fue incendiada la noche de ayer por miembros de pandillas, en Puerto Príncipe (Haití).

Policías custodian este martes los exteriores comisaría de Carrefour Aéroport, que fue incendiada la noche de ayer por miembros de pandillas, en Puerto Príncipe (Haití).

Foto:EFE

Una década más tarde, el país comenzaba apenas a levantar cabeza. Pero en las primeras horas de la madrugada del 7 de julio de 2021 sobrevino el asesinato del presidente Jovenel Moïse, cuando un grupo de asaltantes armados, entre ellos varios mercenarios colombianos, penetraron en su residencia de Puerto Príncipe, mataron al mandatario e hirieron de cierta gravedad a su esposa, Martine Moïse, quien horas más tarde fue trasladada por vía aérea a un hospital en la Florida (Estados Unidos).
Tres años después –el 19 de febrero pasado–, un juez haitiano la acusó a ella; al primer ministro de la época, Claude Joseph, y al entonces jefe de la Policía, Léon Charles, por su supuesto papel en el crimen. Joseph aseguró que la acusación era una maniobra del primer ministro Henry contra él y contra la viuda de Moïse para sacarlos del camino. Joseph lidera un nuevo partido político.
Ambos son procesados como cómplices del asesinato y asociación con criminales, mientras que el exjefe de la Policía –que ocupaba hasta hace poco la embajada ante la OEA– es acusado del asesinato, de intento de asesinato de otras personas, de posesión y porte ilegal de armas, de complot contra la seguridad interior del Estado y de asociación con criminales.

Mujeres, niños y ancianos llevan maletas sobre sus cabezas, y huyen a pie –agregó La Roche a The New York Times–. Es una zona de guerra

Tras la muerte de Moïse, el primer ministro Joseph había asumido las funciones presidenciales, pero luego de una serie de disputas políticas dejó su cargo, así como las funciones delegadas, que fueron asumidas por el consejo de ministros, a cuya cabeza en julio de 2021 fue designado como primer ministro Ariel Henry, quien anunció este lunes su renuncia. El martes, el país, que ya carecía de presidente, amaneció sin primer ministro.
El poder está en otras manos. En su entrevista con Angeline Montoya del diario Le Monde, el politólogo Le Cour Grandmaison describe así la situación de la capital haitiana: “La única forma de salir de la ciudad hasta este domingo era el aeropuerto. Las bandas han rodeado la ciudad, la gente no puede irse de Puerto Príncipe por carretera, sin pasar por los retenes. En 2021, se estimaba que 30 por ciento de la ciudad estaba controlada por las bandas. Pero el deterioro ha sido muy rápido: la semana pasada, esa cifra pasó a 80 por ciento, quizás más”.
Jimmy Cherizier, apodado 'Barbecue'.

Jimmy Cherizier, apodado 'Barbecue', el jefe máximo de las bandas de Haití.

Foto:AFP

Crisis humanitaria

Aunque las cifras tienden a estar desactualizadas por las dificultades de hacerles seguimiento, todos los indicadores sociales y económicos dibujan un cuadro catastrófico de Haití. La tasa de pobreza era en 2020 del 60 por ciento, pero los analistas coinciden en que esa cifra debe haber aumentado con el deterioro de los años recientes. El Banco Mundial la calcula ahora en un rango cercano al 90 por ciento.
De los 11 y medio millones de habitantes, 4,3 millones sufrían inseguridad alimentaria aguda en 2021, antes de que la crisis empeorara. Un tercio de los haitianos intenta sobrevivir en condiciones de pobreza extrema, con apenas 2,15 dólares al día. Unas 350.000 personas viven en la calle y duermen a la intemperie o en improvisadas tiendas de campaña, y las mujeres y los niños son objeto de abusos que incluyen violaciones y reclutamiento forzado.
Solo 55 por ciento de los hogares tienen acceso a agua potable, mientras que 61 por ciento carece de alcantarillado en sus domicilios. Apenas 27 por ciento de la población cuenta con energía eléctrica. No obstante, una mejora en la década pasada, el índice de alfabetización llega apenas al 62 por ciento. Y los pocos bachilleres que se convierten en universitarios hacen lo posible por dejar el país: 80 por ciento de los graduados de educación superior vive fuera de Haití.
Aunque solo las más poderosas hacen parte de la alianza que está hoy a punto de hacerse con el poder, el total de bandas y pandillas identificadas por la Policía y por ONG que trabajan en Haití supera las 300, la mitad de ellas en la capital.
Según Naciones Unidas, 1.326 personas fueron secuestradas, a razón de tres por día, a lo largo de 2022, una cifra que trepó a cerca del doble (2.490) en 2023. La tasa de homicidios que había marcado récord en 2022 con 18,1 por cada 100.000 habitantes subió en 2023 a casi 41, con un total de 4.789 personas asesinadas, entre ellas 465 mujeres, 93 niños y 48 niñas.
Ariel Henry, primer ministro de Haití, juramentó al cargo luego de la muerte de Moïse y la legitimidad de su mandato fue cuestionada hasta que renunció.

Ariel Henry, primer ministro de Haití, quien dimitió del cargo este lunes.

Foto:Getty Images

Ante este panorama, la tentación de dar por perdido a Haití ha ganado terreno en sectores de la comunidad internacional, en momentos en que las democracias occidentales tienen los ojos puestos en Ucrania y en Gaza, donde creen que aún es posible encontrar salidas.
Contra esa tentación se rebelan algunos analistas. La redactora en jefe del diario católico francés La Croix, Isabelle de Gaulmyn, escribía en una nota editorial hace pocos días: “Nada sería peor que desesperarse y resignarse a ver este país destinado a una guerra civil permanente (…). La situación es ciertamente dramática, con masacres perpetradas por las bandas armadas, una clase política inexistente (…), el Estado ya no está (…), la educación está en suspenso, la economía en jirones, el sistema de salud en situación deplorable…”.
Pero aun así, o justamente por eso, sostiene Gaulmyn que “la comunidad internacional no puede permanecer indiferente, y conformarse con un fatalismo perezoso y criminal”, porque, explica la editorialista, “detrás, hay todo un pueblo abandonado que sufre”.
Gaulmyn y otros analistas coinciden en que, si bien es urgente una intervención de la comunidad internacional, esta no debe darse sin coordinar los esfuerzos con grupos de la sociedad civil como las iglesias católica y evangélica, los sindicatos, las agrupaciones de mujeres y algunas ONG implantadas desde hace años en el país. Nada debe resultar de una imposición exterior.
Todo indica que es urgente anticiparse a un gobierno que Gaulmyn llama desde ya “fantoche”, resultado de la alianza entre las bandas y los grupos políticos más corruptos. A falta de presidente y de primer ministro, la instauración de ese régimen que hundiría más al país parece inminente. De modo que no hay tiempo que perder.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO
Instagram @mvargaslinares
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO