Imagen de Jamal Zougam durante el juicio, envejecida con Inteligencia Artificial, junto al manuscrito de sus respuestas a las preguntas de EL ESPAÑOL, con su rúbrica.

Imagen de Jamal Zougam durante el juicio, envejecida con Inteligencia Artificial, junto al manuscrito de sus respuestas a las preguntas de EL ESPAÑOL, con su rúbrica. Diseño: Arte EE

España 20 AÑOS DEL 11-M

Zougam: "No sé cómo el juez Bermúdez puede dormir sabiendo que tiene a un inocente en la cárcel"

"Estoy en prisión porque con un atentado de esta magnitud hace falta un autor material" / "Me sentí y siento como el judío que vivía en Alemania durante el gobierno nazi. Todo vale contra mí" / "Cuando un ser humano lleva tanto tiempo encerrado, lo malo se convierte en normal o casi normal".

8 marzo, 2024 02:47

Jamal Zougam tenía 30 años cuando fue detenido. Entonces vivía con su madre y sus hermanos en un modesto piso en Madrid y trabajaba en una tienda de teléfonos móviles. Tenía planes de boda.

Ahora su casa es la cárcel de Teixeiro (La Coruña), ha cumplido ya los 50 y en los últimos veinte la rutina carcelaria marca su día a día.

La sentencia de la Audiencia Nacional dio por probado que Zougam pertenecía a una célula yihadista y que fue autor material de unos atentados que arrancaron la vida a 192 personas y dejaron rotas las de varios miles. 

Podría y debería ser un caso cerrado. 

Transcurrido todo este tiempo, Zougam sigue reivindicándose inocente con la misma vehemencia del primer día. Le apoya toda su familia.   

[Ocho argumentos por los que un cineasta de izquierdas francés ve en Zougam a un nuevo Dreyfus]

Sus huellas dactilares no aparecieron en ningún lugar vinculado con los atentados, su imagen no fue grabada por las cámaras de las estaciones en las que pudo estar aquel fatídico día, no se probó que tuviera relación real con ninguno de los yihadistas que participaron en la masacre y la principal prueba de cargo contra él fueron los testimonios de dos viajeras de los trenes de cuya veracidad existieron serias dudas desde el principio.

"Tengo la conciencia tranquila, no llevo ningún odio dentro", responde a EL ESPAÑOL por escrito, de su puño y letra. Culpa de su situación al abogado que le defendió en el juicio y al presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez: "Tengo la certeza de que sabe que soy inocente". 

Se cumplen 20 años de los atentados del 11-M, 20 años desde que entró en prisión. ¿Se sigue reclamando inocente?

Han pasado muy deprisa, no me he enterado. A lo mejor Dios me ayuda porque soy inocente. Tengo la conciencia tranquila, no llevo ningún odio dentro, vivo al día. Nunca pensé que iba a estar en la cárcel por tanto tiempo. Es algo que no fue elegido por mí.

Pido a Dios que acabe toda esta injusticia, por la gente que conoce mi inocencia, por la verdad, por las víctimas y por mi inocencia. Soy musulmán moderado. Me gusta la moderación en todo, en la comida, en la bebida, en la vestimenta, en el hablar, en reír, en fin, en todo.

Entonces, ¿por qué cree que está en la cárcel? ¿A quién responsabiliza de su situación?

Me tienen muchas ganas. Siento o veo como que hay alguien detrás de mí y me quiere destruir. Es como si estuviera contra cien Goliats.

El 10 de marzo fui a la tienda como de costumbre y por la noche fui al gimnasio. Después a casa. La Policía se llevó el vídeo del gimnasio y nunca lo mostró.

La mañana del 11 de marzo, como todos los días, me levanté, desayuné y a las diez, más o menos, fui a la tienda. Mi madre, hermana y hermanos estaban conmigo en casa. Mi hermana salió antes para ir a trabajar. Ellos, mi familia, lo saben todo, y por esto están muy decepcionados con la Justicia española. Me apoyan con todas las consecuencias, si no, ya me hubieran abandonado.

Nunca tuve ninguna relación con los autores, en realidad no tenía tiempo, estaba todo el día en la tienda, y cuando cerraba, al gimnasio. A veces tenía que ir a comprar mercancía para la tienda.

¿Qué tiene que decir sobre las pruebas que le incriminaban? La venta de las tarjetas a los terroristas, el testimonio de varios testigos...

Según Mohamed Bakkali las vendió él, así se lo contó al juez Del Olmo. No lo conocía de nada, parece que estaba metido en el negocio de las drogas y yo no tengo nada que ver con esa gente.

Por cierto, me acusan en la sentencia de proporcionar las tarjetas a los autores y el propio Bermúdez, en una entrevista con Casimiro [García-Abadillo, en ese momento director adjunto de El Mundo] entonces, cuenta que yo estaba tranquilo, porque no había vendido las tarjetas. Qué contradicción tan grande, Bermúdez, no eres tan perfecto como piensas. Espero que algún día te arrepientas de esta brutalidad.

Un funcionario me dijo un día que algunos jueces deberían pasar una semanita en la cárcel para que supieran lo que es estar preso antes de dictar sentencias injustas. No sé cómo puede dormir sabiendo que tiene a una persona inocente en la cárcel. No comprendo a este tipo de gente, son de otro planeta.

A este tipo de móvil no le hace falta la tarjeta para activar la alarma, o sea, la tarjeta ahí no servía de nada.

El tema de los testigos es una historia muy larga, hacen falta libros para explicar los errores y contradicciones. Veintitantos rumanos fueron rechazados por intentar beneficiarse de las indemnizaciones, menos las que me acusaron a mí.

No hay ninguna prueba de que yo haya vendido las tarjetas o las haya proporcionado, como dicta la sentencia. Es totalmente falso. Los testigos son falsos, contradictorios unos con otros. Uno dice que me ha visto en un vagón, otros en otro, un testigo declara más de un año después. Necesitaban un autor material aunque no sea el verdadero, un cabeza de turco. De los de Leganés tenían mucha información para detenerlos y no lo han hecho, no sé por qué sólo les interesaba yo.

La Fiscalía no ha aportado ninguna prueba de que yo era un gran amigo de Abu Dahdah. Lo conocí en el barrio de Lavapiés. Se buscaba la vida vendiendo artículos a los comerciantes de la zona, y a mí creo que me vendió alguna vez teteras y vasos. Todos en el barrio lo conocían. Y también, siendo inmigrantes en un espacio reducido, normal que nos conozcamos de vista o de saludo. Sólo es una excusa para apoyar esta mentira. Si lo conocieras estando en dos ciudades diferentes o países, entonces sí me lo pueden echar a la cara; estando en el mismo barrio no es una excusa para condenar a alguien a 40.000 años de cárcel con pruebas claramente falsas.

Me he sentido secuestrado, por intereses de unos y otros. Cuando el ser humano se choca con algo que le interesa puede ser muy peligroso. Un acusado por otra causa de terrorismo me contó que un guardia civil le dijo, estando detenido, que este tipo de atentados 'nos vienen muy bien, así podemos hacer lo que queremos con vosotros'. Tiene razón, estuvo conmigo un chico joven acusado de terrorismo por quemar una bandera de Francia; lo hizo para tener más seguidores en internet, y estuvo varios meses en la cárcel.

Es una lucha, los que me han secuestrado hacen un gran esfuerzo para que no pueda demostrar mi inocencia. Creo que al final la verdad se impondrá. Por ejemplo, cuando Casimiro entrevista a J. Bermúdez y le acorrala con las contradicciones de las testigos, al final dijo: "Espero que no nos hayamos equivocado, pero Zougam es un radical". Ahí estaba reconociendo mi inocencia. 40.000 años porque crees que soy radical, ¿de qué vas? [La entrevista con el presidente del tribunal que juzgó los atentados, se publicó en El Mundo el 7 de marzo de 2014, en vísperas del décimo aniversario de la masacre, con el título "Diez años después, no sabemos quién dio la idea de atentar el 11-M"]

Mi inocencia estaba clara en el juicio. Un señor, víctima en el juicio que se sienta al lado del acusado sobrino de Youssef Belhadj, le dijo que Zougam es inocente. Bermúdez lo sabía y por eso protegió tanto a las testigos malas, y pocas preguntas que les hizo el pésimo abogado Abascal [José Luis Abascal fue el abogado de Jamal Zougam durante el juicio del 11-M]. Ese inútil me ha destrozado la vida.

Estoy en la cárcel porque hace falta un autor material. Con un atentado de esta magnitud, es un fracaso no condenar a nadie como autor material. Sería un fracaso policial y judicial, y no se lo pueden permitir.

También mi detención, el 13 de marzo, hizo que a algunos les interesara que fuera culpable, gente que se benefició de esa detención. Movieron su maquinaria mediática en mi contra, no les interesaba que salga y todavía no les interesa, se ve que tienen mucho poder. De momento no puedo con ellos.

Tengo la certeza de que Bermúdez sabe que soy inocente, pero no podía permitir que en el juicio de su vida no hubiera un autor material. Se cruzaron muchos intereses en mi contra y me acabó hundiendo el pésimo abogado Abascal, como dije antes.

El ser humano es muy peligroso cuando le interesa algo. El abogado Gonzalo Boye le decía en sus intervenciones que era perfecto. J. Bermúdez lo creía y humillaba a los abogados de oficio cortándoles cada dos por tres; eso era un circo.

Sólo soy alguien al que todo el mundo odia por una acusación de esta magnitud. El juez Bermúdez sabía que nadie le va a reprochar nada, al contrario.

Me sentí y siento como el judío que vivía en Alemania durante el gobierno nazi. Todo vale contra mí. Muchos acusados declararon en el juicio que la Policía les decía que me señalaran a mí a cambio de algo, y yo me pregunto, ¿por qué tanto interés en condenarme falsamente? Se lo dijeron a Trashorras, a Rafa Zouhier, Mohamed Bakkali, el imán que declaró en el juicio, Mohamed Dabas y otros.

Los hermanos de Jamal Ahmidan contaron que su hermano Jamal les dijo que yo era inocente. Hamid Ahmidan me dijo que su primo, Jamal Ahmidan, le dijo que era inocente.

Estando en huelga de hambre en el juicio, el juez Bermúdez llamó a unos acusados, Rachid Aglif y otros, y les dijo que iba a dictar una sentencia que el 70% de los españoles la van a aceptar. Y les engañó diciendo que a ellos las cosas les van bien, que por qué hacían huelga de hambre. Tenía todo calculado, no le importaba la Justicia, sólo quería un juicio perfecto y satisfacer a los que les interesaba que yo fuera culpable. Le salió el juicio más imperfecto de la historia. Gonzalo Boye llamándole tantas veces que era perfecto, se lo creyó.

Cuando estuve en la prisión de Villena, hablando con el director del centro, le dije que era inocente. Me dijo que él estaba presente en la rueda de reconocimiento en la cárcel de Soto del Real y vio cuando los testigos me señalaban.

Le dije que no fui condenado por esos testigos, sino por dos mujeres rumanas, y una me señaló un año después del atentado y después de rechazarla los técnicos de la Audiencia Nacional varias veces como víctima. El hombre cambió de actitud y los funcionarios empezaron a tratarme un poco mejor.

Cuando Ana Pastor, de la Sexta, entrevista a Pedro J., le dice que si sigue con la 'teoría de la conspiración'. Le contestó Pedro J. que Zougam era inocente. Ana Pastor bajó la cabeza y cambió de tema. Sabe que soy inocente. Le dice que es inocente alguien condenado a 40.000 años por el mayor atentado de este país y se calla. Juzguen ustedes.

Imagino, entonces, que tendrá una teoría de lo ocurrido. ¿Quién cree que cometió los atentados y por qué?

Los que murieron en Leganés algo tenían que ver. La Policía tenía mucha información antes y después de los atentados. Así lo relataron los confidentes Trashorras y Rafah Zouhier, y el imán que declaró en el juicio. No sé por qué no fueron detenidos. Creo que esa gente ve injusticias en otros países y quieren vengarse por todos. Se suicidan, saben que no pueden vivir después de cometer algo tan atroz. Todos lo reivindican. No tiene sentido meterse en un asunto así y callarse. Todo esto no cuadra conmigo, que estoy reclamando mi inocencia desde el primer día y hasta hoy.

Seguro que habrá repasado mil veces en su cabeza todo lo ocurrido. ¿Qué cambiaría de lo que hizo si hoy pudiera dar marcha atrás en el tiempo?

El abogado. Abascal me ha destrozado la vida, no hizo nada en el juicio. El juez Bermúdez tenía interés en condenarme y este inútil abogado Abascal se lo hizo muy fácil.

Si tuviera delante a alguna de las víctimas de los atentados del 11-M, ¿qué le diría?

La mayoría de las víctimas saben que soy inocente, los pobres no pueden hacer nada. Les diría que soy víctima como vosotros. Si tengo algo que ver con este tema no voy a estar tranquilo estando en el local, viendo en las noticias que se había encontrado una mochila con un móvil con tarjeta. El 12 de marzo había estas noticias y yo fui detenido el día 13 de marzo. No soy muy inteligente, pero tampoco soy un retrasado mental.

Aparte de su familia, ¿ha recibido la solidaridad de alguien más?

Una vez, en la prisión de Navalcarnero, estaba en enfermería y un funcionario me saludó y me pidió perdón por las injusticias que había cometido su país conmigo. Una doctora, en una prisión me trató algo mal. Le dije que era inocente. Le comentó mi historia a su padre, que tenía amigos altos cargos en la Guardia Civil, y le dijeron que 'ese chico es inocente', y me pidió perdón. Este tipo de apoyo me da energía para seguir luchando.

¿Cuál es su estado de salud? Entró a prisión con 30 años y ya ha cumplido los 50.

Tengo muchos dolores en las articulaciones. Sobre todo después de comer tengo ataques en las articulaciones y mucha inflamación. Empezó todo después de las huelgas de hambre.

¿Y su estado anímico? ¿Ha necesitado ayuda psicológica?

Seguiré luchando, soy inocente y gracias a Dios mucha gente lo sabe. Es la verdad, y la verdad está encima de toda mentira. La verdad es luz, la mentira es oscuridad y argumentos muy frágiles.

¿Cómo es su relación con el resto de reclusos y con los funcionarios? ¿Ha encontrado comprensión?

Mi relación con los funcionarios es correcta, todos saben que este caso se ha politizado mucho y las cosas no han quedado claras. Con los presos no soy conflictivo. Si a un preso le interesa este tema se lo explico con detalles y termina creyéndome. Los testigos que me han puesto no se los cree nadie y para mí es muy fácil demostrar que mienten y, aun así, me han condenado con esta basura de pruebas. No tienen vergüenza.

Supongo que la rutina es la tónica en su día a día, pero, al margen de las visitas de sus allegados y las llamadas de teléfono, ¿hay algún momento en que encuentre un resquicio de felicidad?  

Cuando un ser humano lleva tanto tiempo viviendo encerrado, de alguna manera al final termina adaptándose, y lo que para alguien que nunca haya sufrido nada, esto sería insoportable, para alguien adaptado forzosamente es casi normal. Lo malo se convierte en normal o casi normal.

A las 10 de la mañana me abren la puerta de la celda, estoy en la mesa con algún compañero un rato. Después voy al gimnasio y estoy allí hasta las 12. Camino algo en el patio y a las 12:30 nos vuelven a meter en las celdas. Una ducha, descansar un poco, comer, y a las seis salgo otra vez al patio. Hablo un poco con los compañeros, un poco de lectura en el patio, y a las 19:30 nos vuelven a meter en las celdas. Con los funcionarios tengo un trato correcto y con la mayoría de los presos también. No soy conflictivo.

Recientemente ha cambiado de abogado. ¿Tiene esperanzas de salir de la cárcel antes de agotar la condena?

Es posible que pueda salir. Soy inocente, mucha gente lo sabe y las pruebas que hay en mi contra no valen. En otro país europeo es muy difícil que haya alguien en la cárcel con este tipo de pruebas. La Audiencia Nacional es una vergüenza para este país.

Imagino que habrá soñado muchas veces con recuperar la libertad. ¿Qué es lo primero que haría si mañana le dijeran: 'eres libre'?

Ir al hospital e intentar curar los problemas físicos que padezco. Me hacen la vida muy difícil estos problemas físicos.

¿Seguiría viviendo en España o querría volver a Marruecos?

En cualquier lugar del mundo estaría feliz en libertad. Esta es mi lucha, la verdad está de mi parte. Debería ganar este caso, España no puede soportar esta injusticia durante tanto tiempo. Este país no merece esta vergüenza.