La Superliga y una sentencia que puede revolucionar el fútbol para siempre
Este jueves a las 09:30 horas, en Luxemburgo, el mundo del fútbol podría cambiar para siempre. A esa hora el Tribunal Europeo de Justicia (TJUE) hará pública su opinión sobre la Superliga. Los clubes confían en que el máximo organismo europeo dictamine que la UEFA y la FIFA ejercen un monopolio en el fútbol y se les permita así crear y participar en las competiciones que consideren oportunas.
Los dos clubs que más anhelan esta decisión son el Real Madrid y el Barcelona. Ambos se han mantenido juntos hasta el final en este pulso contra todos los organismos nacionales e internacionales, y persiguen recuperar la preeminencia económica del pasado por delante de los llamados peyorativamente clubs estado.
Los presidentes Florentino Pérez y Joan Laporta durante una charla sobre la Superliga en diciembre(EFE)
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La sentencia de la Superliga, en el caso de darle la razón a los equipos españoles, supondría algo similar a la Ley Bosman, por la cual los jugadores pertenecientes a la Unión Europea no tienen condición de extranjero en ninguno de los países que la conforman. Aquella norma abrió fronteras y supuso un enorme impulso para el deporte rey en Europa.
Todavía es pronto para calibrar las consecuencias de la posible creación de la Superliga, pero en el caso de que el TSJUE de luz verde o no sea tajante en su prohibición, los doce clubs que se declararon fundadores y firmaron su compromiso (Manchester United, Arsenal, Chelsea, Tottenham, Manchester City, Liverpool, Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Inter de Milán, Milan y Juventus), se verían obligados a participar si no quieren que Sixth Street, el fondo de inversión americano que ejerce de prestamista en el proyecto, les reclame sumas millonarias.
Pérdida de poder
Las ligas y la UEFA son los principales opositores a esta nueva forma de entender el fútbol
Todo ello sería un golpe muy duro para las ligas, entre ellas la Liga Española, que vería como los tres mejores equipos de la competición podrían marcharse o simplemente se reduciría el número de equipos para ajustar el amplio calendario de la Superliga. Son precisamente estas competiciones y la UEFA, de quien dependen ahora mismo todas las competiciones oficiales del fútbol europeo, los principales opositores a esta nueva forma de entender el fútbol.
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La Superliga estaría formada por 20 equipos, pero lo que en un principio iba a ser una competición cerrada, ahora está claro que se regirá por los méritos deportivos. “La liga europea debería ser una competición abierta (...) La participación cada temporada debería basarse en el mérito deportivo, sin que existan miembros permanentes”, explicó Bernd Reichart, CEO de A22, promotora del torneo, en su decálogo sobre su futura normativa.
Los clubes fundadores recibirán un pago de una sola vez de 3.500 millones de euros
En el inicio la Superliga estaba pensada para una única división, aunque tras las primeras críticas se pensó enseguida en crear una segunda. Reichart se refirió a varias divisiones, compuestas por "entre 60 y 80 equipos", y que permitan "una distribución sostenible de ingresos a lo largo de la pirámide del fútbol". La estabilidad financiera de los clubs, que es lo que en última instancia buscan, se incrementaría notablemente si se les garantiza un mínimo de 14 partidos europeos por temporada. Más partidos, más ingresos.
A este respecto, los pagos de solidaridad serán mayores que los actualmente generados por el sistema europeo de competición y se prevé que “superen los 10.000 millones de euros”. Los clubs fundadores recibirán, en conjunto, un pago de una sola vez de 3.500 millones de euros dedicado únicamente a acometer planes de inversión. El mensaje para los clubs estado es claro: “El gasto debería apoyarse únicamente en los recursos que los clubs son capaces de generar y no en inyecciones de capital de terceros que distorsionan la competición”.