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Faltan médicos en la comarca más envejecida de Catalunya: “Cada vez los necesitamos más y tenemos menos”

Vecinos de Bot (Tarragona), donde el 45% de la población tiene más de 65 años, durante una mañana de septiembre.

Pol Pareja

Bot (Tarragona) —

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92, 85, 74, 77, 97… La doctora Montse Cortijo repasa las edades de todos los pacientes que va a visitar durante una mañana de finales de septiembre en La Pobla de Massaluca, un pequeño pueblo de Tarragona de 340 habitantes. “Prácticamente solo visito a personas mayores”, explica sin levantar la vista del ordenador. 

Fuera de la consulta, un silencio profundo recorre las calles del pueblo. Apenas hay nadie en esta pequeña localidad de la Terra Alta, la comarca más envejecida de Catalunya: prácticamente el 30% de la población tiene más de 65 años. 

En la puerta del consultorio local, un cartel indica que el horario de visita es de lunes a viernes de 8 a 15h. No es correcto: desde la pandemia en el municipio la médica solo visita dos mañanas a la semana de 9:20 a 13:20h. La situación es similar en buena parte de los municipios de esta comarca, donde cada vez hay menos médicos para una población que cada día los necesita más.

“Los médicos se han ido jubilando y no se han cubierto sus plazas”, se queja Lluís Agut, presidente del Consell Comarcal de la Terra Alta. “Hace cinco años había un médico cada día y ahora ya no”.

El Consell Comarcal, que intenta formar un frente común de todos los municipios para reivindicar mejor atención, ha hecho un análisis de la situación para intentar cuantificar hasta qué punto se han reducido las visitas en las 12 localidades de la comarca: en siete de ellas ha dejado de haber un consultorio abierto todos los días. 

La anulación de varios días de visita médica en estos pueblos tampoco se ha comunicado oficialmente a los vecinos. Simplemente han ido observando cómo cada vez abrían menos días a pesar de que los carteles indicaran otra cosa. 

Josep Suñé, de 97 años, y su mujer, Cinta Suñé, de 89, creen que la reducción de médicos en La Pobla de Massaluca es un símbolo más de la deriva en la que están inmersos estos municipios. “Es todo muy deprimente, casi no hay niños ni familias”, explicaba ella mientras esperaba para ser visitada. “Los pocos jóvenes que hay se marchan a estudiar y ya no vuelven porque aquí no tienen nada que hacer”.

Hay mucha gente mayor y apenas hay jóvenes: solo un 12,5% de la población tiene menos de 15 años en la comarca. “Si no hay relevo y llega gente nueva, estos pueblos están condenados a desaparecer”, añadía Josep.

“Sé que no somos la única comarca en la que sucede algo así”, prosigue Agut. “Pero hemos decidido organizarnos para ver si podemos mejorar la situación… No puedes pretender que una persona de 80 años conduzca casi una hora para visitarse”.

Casa gratis para atraer a médicos

A pocos kilómetros de ahí, en el municipio de Bot, Núria Mulet, una recién elegida alcaldesa de 35 años, intenta atraer a un médico al pueblo ofreciendo vivienda gratis. “Hemos pasado de tener consulta todos los días a la semana a tenerla abierta solo tres”, señala mientras muestra la casa unifamiliar que ofrecen. “Si el doctor tiene guardias o hace una sustitución en otro pueblo, solo abre dos días o incluso uno”.

El domicilio es espacioso. Tiene dos pisos y cuenta con cocina en buen estado, salón, tres habitaciones luminosas y un generoso jardín. “Ofrecer una casa tampoco va a solucionar todo los problemas, pero queremos evidenciar que en el pueblo hay oportunidades laborales”, apunta Mulet, que regresó a su municipio de origen durante la pandemia y ya se ha quedado.

Según la alcaldesa de este pueblo, el anuncio ha hecho que de momento unos 15 médicos hayan contactado con el Ayuntamiento. Ellos han remitido los contactos al Departament de Salut para ver si puede gestionar la contratación de alguno de estos facultativos. 

Bot, con 544 habitantes, es otro de los municipios que han perdido población durante las últimas décadas. También está harto envejecida: el 45% de los vecinos tiene más de 65 años. Más del 8% supera los 85 años. 

Antoni Peris, de 90 años, recuerda con orgullo cuando en el municipio había dos médicos y más de 1.000 vecinos. “Aquí había mucha vida y ahora tenemos que coger el coche para ir al médico”, señalaba. “Muchos ya ni siquiera conducimos y tenemos que pedir un favor a alguien para que nos lleve”.

Junto a la casa que se ofrece para el médico está el consultorio. Rosa Chaverría, la enfermera, llegó al municipio en 1987. Explica cómo ha ido cambiando su trabajo: cada vez atiende a gente más mayor y tiene que tomar decisiones que antes no tomaba, ya que ahora se encarga de hacer un primer cribado y también de buscar médicos cuando hay una urgencia. 

Los vecinos más jóvenes que han luchado para permanecer en el pueblo también lamentan la falta de pediatras. “Durante todo el verano ha visitado a mi bebé un médico de familia porque no había ningún pediatra”, se quejaba Úrsula Agut, de 33 años, con su bebé de pocos meses en brazos. “Faltan especialistas, falta previsión para cubrir las bajas y las jubilaciones e incluso las vacaciones de los profesionales”.

En el Departament de Salut admiten que la “falta de profesionales” que sufre el sistema catalán de salud “afecta especialmente” a las “zonas más rurales”. Añaden que están trabajando en medidas para compensar esta falta de facultativos y también para atraerlos a la zona, ya sea con incentivos económicos o facilitando el acceso a la vivienda.

Desde Salut precisan, sin embargo, que en la Terra Alta se han incorporado cuatro médicos en los últimos meses y se prevé que lleguen dos más antes de que acabe el año. “A día de hoy, la única plaza que falta cubrir es la de un pediatra”, precisan. 

Añaden que el ratio poblacional de cada médico en la Terra Alta (790 pacientes para cada uno) es de los mejores de Catalunya (el convenio establece una ratio de 1300 usuarios por cada facultativo). “Más del 92% de la población [de la comarca] tiene acceso a su profesional de atención primaria dentro de las primeras 48 horas después de hacer la consulta y más de un 99% en menos de cinco días”, añaden.

Tanto la médica de la Pobla de Massaluca como la enfermera de Bot entrevistadas para este reportaje defienden las bondades de trabajar en estos municipios. “Creo que es una experiencia muy gratificante y te permite hacer buena medicina”, sostiene Cortijo. “Mi percepción es que la gente está bien atendida y veo a la gente muy agradecida”, remacha. 

Chaverría, enfermera en Bot, también destaca la calidad de vida del lugar y lo que supone poder conocer a todos los pacientes que atiende. “Creo que quien lo prueba logra valorar lo que supone trabajar y vivir aquí”, comenta. “El problema es que muchos médicos no quieren venir o encuentran poco atractiva la medicina que se hace”.

Ni la alcaldesa de Bot ni el presidente del Consell Comarcal creen que el problema vaya a solucionarse pronto y confían en que, si no pueden tener un médico cada día, cómo mínimo ampliar los horarios de consulta o poder sumar alguna otra jornada cada semana en la que los pacientes puedan visitarse. 

“Pagamos los mismos impuestos que todo el mundo y deberíamos tener los mismos derechos”, remacha Agut, el presidente del Consell Comarcal. “No puede ser que los vecinos nunca sepan si habrá un médico o no en la consulta”, añade. “Nadie elige cuándo se pone enfermo”.

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